Vocabulario Fundamental. Bosques (9) La gente del bosque III Pigmeos, la agonía del dios verde




Mucho antes de la llegada de los pueblos negro bantúes hacia el año 1000 a.C., en lo más profundo de los bosques ecuatoriales, vivían los primeros habitantes del continente africano: los pigmeos. Ellos son un testimonio vivo de nuestra propia prehistoria. Estos pueblos siempre fueron nómadas selváticos, no conocieron otro mundo fuera de las selvas centroafricanas. Son pueblos felices que siempre han vivido en armonía con su entorno, uno de los pueblos más longevos del mundo gracias a la farmacopea de la selva, su propio dios que les observa y protege, quien vigila que su comportamiento sea armónico con los seres que la conforman

Sin embargo desde la llegada del colonialismo europeo en la forma del infame Leopoldo II de Bélgica (sobre el que tenemos un post pendiente) la vida de muchos de ellos comenzó a cambiar, a peor. A pesar de que aguantaron mejor los embates del esclavismo que los pueblos indígenas que vivían fuera de los bosques, su habitat y su divinidad lleva décadas siendo devorado por las madereras, especialmente desde los años noventa. No lo entienden, nada pueden hacer, y aunque aún quedan unos 5000 se han convertido en un pueblo sin esperanza , sin futuro. Este documental de José Manuel Novoa realizado en 2011 recoge la impactante historia y costumbres de los últimos pigmeos, acorralados en su propio hogar a causa de la tala indiscriminada que depreda su hogar y su modo de vida.

Vocabulario Fundamental. Extinción (34) ‘The age of stupid’, de Franny Armstrong

«Todas las personas en el país deberían ver esta película (a la fuerza si es necesario)» Ken Livingstone ex alcalde de Londres.

«Una de las mayores dificultades con el cambio climático es que los efectos de nuestras emisiones de hoy en realidad no se notan en la temperatura hasta dentro de 30 ó 40 años por lo que es un sistema de tiempo de retraso. Lo que hace difícil que nosotros, los seres humanos, reaccionemos es porque estamos evolutivamente equipados para hacer frente a las amenazas muy inmediatas como ejércitos que avanzan o los animales peligrosos. No estamos tan bien preparados para tratar racionalmente con problemas de muy largo plazo como el cambio climático. Así que tenemos que actuar ahora para evitar que suceda algo en el futuro, si esperamos hasta que los efectos de las altas temperaturas estén ya entre nosotros será demasiado tarde para pararlo.» Mark Lynas

El 7 de noviembre del año 2000 será uno de esos momentos que se recuerden para la historia. Ese día Bush Jr., ganaba una polémica elección presidencial al candidato demócrata Al Gore por 271 votos electorales contra los 266 de Gore (con un voto tránsfuga abstenido en el recuento oficial) tras serle otorgado los 25 votos electorales de Florida. Fueron días de interventores mirando al trasluz miles de papeletas electorales y maniobras republicanas conspirando en la sombra de forma decisiva. La controversia que supuso que se otorgaran esos votos decisivos al candidato republicano vino por el insólito proceso de recuento en ese estado y el caso de que el candidato perdedor había recibido más de medio millón de votos populares más que el ganador. 

Si la elección hubiera sido al contrario Estados Unidos (y con ello el mundo) el puesto con mayor poder y capacidad de influencia del mundo hubiera tenido el primer presidente realmente concienciado del cambio climático antropogénico, en el momento y con los medios adecuados para hacerlo, en lugar de esa calamidad para su país y el planeta que fue Bush. Quizás aquella oportunidad perdida es la que hoy nos lleva a ‘The age of stupid’. 

El mundo está devastado en el 2055 debido a una crisis del clima que no pudo detenerse en el momento oportuno. En algún momento tuvimos la oportunidad de hacer algo (y eso pudo ocurrir en aquella elección) pero no se hizo. Un archivista anacoreta en una plataforma perdida en el mar de Noruega es quien se hace esa pregunta cuando ya, por desgracia, es demasiado tarde. Este es el planteamiento de este sci-fi documental de la británica Franny Armstrong realizado en 2008, interpretado por el ya desaparecido actor británico Pete Postlethwaite y presentado en 2009 en premieres apoyadas por Greenpeace en 25 países. En él se planteaba la ucronía definitiva sobre los colapsos que en nuestro mundo puede provocar el calentamiento global en las próximas décadas, la autodestrucción de las civilizaciones humanas por no haber sabido enmendar a tiempo los comportamientos que nos están llevando a crear nuestro propio armaggedon. Lúcido, incómodo y pesimista ante el futuro que nos espera. Sixth extincion is coming up


Nuestra era

Filmaffinity 20 de Noviembre de 2009

La misma semana en la que los señores de la paz y de la guerra se reunían en la ONU o algún sitio de efectividad similarmente dudosa, acudiendo desde distintos lugares del mundo en aviones privados para hablar del clima antes de un almuerzo de treinta platos (como aquel de la Cumbre del Hambre), Greenpeace promovió el estreno de una película que cuenta la misma incómoda verdad que la del multimillonario Al Gore, antaño vicepresidente de la nación más contaminante del planeta.

Documental y ficción hábilmente mezclados retratan un futuro aterrador, ayudándose de filmaciones de archivo sobre fenómenos de hoy mismo o del pasado reciente (la expoliación en la cuenca del Níger, el huracán Katrina, la guerra de Irak…). Y para que no todo sea desesperación e impotencia, nos propone una hoja de ruta ciudadana para reconducir el problema antes de que sea tarde.

Y esto es lo más desesperante de la película, porque lo que plantea como alternativa se intuye imposible, no sólo a nivel político, sino prácticamente humano. Desde que el hombre hizo leña para encender fuego, su avance en la Tierra se apoya sobre la destrucción de la misma. Y a medida que el avance genera herramientas para avanzar más deprisa, la destrucción también se acelera. Cambiar eso supone un replanteamiento de especie tan profundo como improbable. La misma película da muestras de ello.

¿Quién de entre los habitantes del primer mundo está dispuesto a renunciar a su forma de vida, al nivel que la película preconiza, para reducir la cuota de CO2 que le corresponde en el calentamiento del clima? ¿Quién de entre los habitantes de países emergentes, en caso de que realmente emerjan, está dispuesto a plantarse en el nivel de CO2 que le marque quién?

Por resumir: excelente “película con mensaje” que, como tal, no renuncia a utilizar el montaje como arma. Suficiente para que los críticos por convicción o conveniencia la tachen de maniquea y, enredando enredando, esto se siga calentando. Pero como sea verdad, vamos jodidos. (Por estúpidos, claro).

Creación audiovisual en corto (28) ‘Noah’, de Walter Woodman y Patrick Cederberg



En la web de cortometrajes Cortosfera en su sección Corto del mes encontramos un artículo sobre «Noah», una excelente producción canadiense de dos directores noveles con mucho talento que cartografía con precisión las interacciones tecnológicas, sociales y emocionales del adolescente contemporáneo. Está en inglés sin subtítulos pero se entiende bien. 



El corto del mes – Noah

Walter Woodman, Patrick Cederberg (2013) Canadá

Sin levantar la vista de la pantalla del ordenador, Walter Woodman y Patrick Cederberg se sumergen en el vertiginoso torrente de las redes sociales para confeccionar un vibrante retrato del universo adolescente que supera con mucho el ejercicio de estilo y acierta de pleno con su frescura. No es de extrañar que Noah, Mejor Corto Canadiense en Toronto, haya tenido un inusitado impacto en Internet dado su enfoque, en el que las redes sociales no son en sí mismas las protagonistas, pero sí el medio fundamental de conexión entre los personajes que iremos viendo (leyendo en muchos casos) y la verdadera esencia del dispositivo narrativo. Todos ellos son adolescentes y usuarios empedernidos de redes sociales, a los que accederemos precisamente a través de este entorno, del que Noah nunca sale. Realmente no lo necesita para cartografiar la destrucción de la relación que une a nuestro protagonista (el Noah del título) con Amy.

Que las redes sociales forman parte sustancial de la cultura y la identidad juvenil contemporánea ya no ofrece discusión a estas alturas, y sus aportaciones y maneras no han tardado en permearse a otros lenguajes artísticos; Room, del recientemente galardonado en San Sebastián Fernando Franco, o Me llamo Roberto Delgado, de Javier Loarte, son sólo dos de los muchos antecedentes que se pueden citar al caso. Sin embargo,Noah logra ir un paso más allá de ellos, explorando con más profundidad y audacia las posibilidades expresivas de las herramientas que pone sobre el tapete. 

Contra todo lo que pueda parecer a priori, nos encontramos ante un cortometraje terriblemente dinámico, por mucho que esté construido sobre dos únicos y larguísimos planos secuencia, a lo largo de los cuales se va desplegando un torrente de pantallas y conversaciones superpuestas en paralelo que inundan de frenética vitalidad la historia. La diversidad de formatos audiovisuales que salpica Noah refleja un mundo poliédrico inundado de imágenes, sonidos, textos, conversaciones, confidencias, canciones, sin que nada de todo esto sea cierto por sí sólo, ni tampoco falso en su totalidad a la hora de conocer a Noah. Nuestra visión de esa realidad y su personaje central surge precisamente de la acumulación de los perfiles y de sus fricciones internas, que se añaden, se restan o entran en contradicción. Las redes sociales, viene a ejemplificar Noah, han permitido construir diversas identidades, o en todo caso, escindir y compartimentar los diversos aspectos de una personalidad sin apostar sólo a un número.


Sólo así es como podemos conocer un poco a Noah y ese mundo adolescente del que emerge no se sabe bien si como ejemplo o como síntoma, pero en todo caso como el dibujo representativo de una inmensa minoría gris y acomodada de adolescentes a quienes se les han abierto nuevas puertas para explorar sus relaciones, expresar sus interioridades e interaccionar con el mundo gracias a la ventana de la pantalla del ordenador. También de crear un espacio propio, casi secreto, que a los adultos les resulta inaprehensible, cuando no sórdido y pernicioso. Y es que, por si no se han dado cuenta, una de las virtudes deNoah es codificar de otro modo, a través del tamiz de los nuevos lenguajes, usos y espacios de comunicación, las mismas obsesiones que han preocupado al cine adolescente de toda la vida. Noah refleja la búsqueda de la identidad, del afecto y el prestigio propias de la edad; lo que pasa es que la apuesta de Walter Woodman y Patrick Cederberg sobresale muy por encima de otras en frescura y precisión. Noah establece como axioma la identificación de su personaje protagonista con su ordenador. Sólo a través del segundo podemos penetrar en el primero. Evidentemente, Noah tiene un mundo aparte en el que vive y se mueve, pero que se elude en todo momento. El propio arranque de la película lo deja claro, con un primer plano que requiere la contraseña para entrar en el ordenador de Noah. A partir de aquí, lo que no ocurre en el contexto virtual es como si no existiese en realidad, invirtiendo los términos, del mismo modo que para otras generaciones lo que no sale en la televisión, la radio o los periódicos, no existe o carece de interés. Y al revés: todo lo que allí aparece es interesante por naturaleza.

Un buen ejemplo de esto es el eje sustancial de la trama, la relación de noviazgo entre Noah y Amy, que los directores van contando con distintos grados de sutileza (el contexto juvenil de las redes sociales no es precisamente muy dado a sutilezas). Una imagen de fondo de pantalla, restos de besos en una conversación anterior de WhatsApp, una frustrada charla de Skype en la que Amy se nos presenta grandiosa, ocupando todo el espacio; mientras que Noah es sólo un cuadradito abajo a la derecha. La conversación apenas da alguna pista. Más al contrario, anticipa un temor. Amy se ha mudado a otra ciudad, está muy atareada con los estudios, su nueva independencia, las nuevas amistades… La súbita interrupción deja a Noah sin saber a dónde lleva esta conversación, pero con una sospecha que se mudará en paranoia tras cambiar Amy su foto de perfil de Facebook, en la que sale junto a Noah, por una de ella sola. En esta situación, lo decisivo para nuestro protagonista no es la soledad, la distancia o la ausencia (motivos en sí más sustanciales a la hora de examinar su propia relación), sino este detalle. Parece que este noviazgo existiera sólo en términos virtuales, donde los episodios han pasado a ser recuerdos de una vida pasada más feliz, que ya sólo tienen fuerza y animosidad en eseotro plano al que realmente pertenecen y donde únicamente tienen importancia. Ese cambio trastoca a Noah, que descubre su impotencia: en el plano virtual las emociones se viven de forma unilateral y aislada. Ante esta frustración, Noah sólo puede recurrir a la violencia, al asalto, a la violación para conocer la verdad. Una verdad hecha de imágenes y microconverasciones sustraidas al recuerdo, que descontextualizadas se transforman en pruebas demoledoras.



Y para finalizar, un epílogo. Noah regresa semanas después. Walter Woodman y Patrick Cederberg, dos estudiantes de la Ryerson University que debutan en la dirección con este primer y excepcional corto, nos han restringido la visión de Noah, nos han frustrado la imagen de Amy y Kayne, el amigo de Noah, es apenas una entidad abstracta a la que ni siquiera podemos poner rostro. Ahora estamos ante un Noah que se ha vaciado. La imagen de fondo de escritorio ha desaparecido, fondo de serie (territorio virgen a conquistar y rellenar); fotos y canciones son engullidas por el cubo de la basura (los recuerdos virtuales son más fáciles de eliminar que los otros); un cursor dubitativo moscardea sobre el acceso al Facebook de Amy…

Y aquí es donde llega otro de los hallazgos del corto: un carrusel de personajes solitarios, pervertidos, exhibicionistas, entrañables, alegres, enfadados que brota de un programa de chat aleatorio nos abre una mirilla a distintos Noahs en encuadres del mismo tamaño, mirándose de igual a igual; todos particulares y concretos, pero todos unidos por el mismo deseo de conectar con un mundo exterior, mayor que la habitación que cada uno ocupa. Un mundo extenso, anónimo, impune e imprevisible al que huir cada noche y donde, tal vez, se pueda hallar escondida la felicidad.

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Las dos Ucranias luchan y ¿se dividen?

Tras unas semanas de lucha cuerpo a cuerpo en las calles de Kiev y otras ciudades ucranias los hechos se suceden rápidamente. Tras las presiones y la defección de parte de la policía y de miembros de su propio gobierno Viktor Yanukovich, a quien incluso su propio partido ya ha calificado como traidor culpándole de las muertes sucedidas (y de un tren de vida estrafalario), huyó en avión a la zona oriental del país y luego intentó hacerlo a Rusia, pero fue interceptado por los guardias de frontera. Se dice que puede estar escondido en algún lugar de la región de Donetsk, en la parte oriental de Ucrania -la otra Ucrania-, de mayoría rusohablante o en el sur, en Crimea, hogar de la poderosa flota rusa del Mar Negro, graneros electorales del depuesto presidente. Yulia Timoshenko fue liberada y este fin de semana dió su primer speech en la plaza Maidan, para alborozo de sus miles de seguidores. La oposición ha tomado posiciones en la Duma y Alexandr Turchinov, del partido de Timoshenko, ha sido nombrado presidente en funciones, asegurando que el país volverá a retomar el camino de la integración europea y pidiendo a Moscú respeto para esta decisión. Además se han convocado elecciones residenciales anticipadas el 25 de mayo y vuelto a la constitución de 2004. 


Hoy los manifestantes de la plaza Midan, cuya resistencia y determinación ha conseguido doblegar al régimen, lloran a sus muertos y dicen que no piensan retirarse de la plaza de la Independencia hasta estar seguros de que los nuevos dirigentes van a responder a sus deseos y no a traicionarles como sucedió, según su percepción, tras el primer Maidán, en otoño 2004. Pero hay muchos interrogantes en el futuro cercano de la revolución ucrania, casi todos en referencia a la división que escinde el país por la mitad. Profundamente dividida por el lenguaje, por la historia y por la política. Un tercio del país habla ruso como lengua materna, y en la práctica la utilizan día a día y viven en la mitad oriental del país, los ucraniano-parlantes viven en la occidental. Pero no es sólo que Ucrania tenga dos mitades que hablan predominantemente diferentes idiomas sino que estas tienen diferentes políticas y diferentes visiones para su país. En los mapas a la izquierda puede verse claramente. Los dos primeros muestran la lengua y la división étnica, los dos de abajo se muestran los resultados de las elecciones para las elecciones presidenciales de 2004 y 2010. Las líneas son idénticas. Sí bien alrededor de la mitad de los ucranianos dicen que quieren el acuerdo con la Unión Europea otro tercio dice que prefiere la integración en la Unión Aduanera de Eurasia, dominada por Rusia.

El fantasma de una guerra civil, hacia la que Ucrania parecía encaminarse hace 48 horas, deja paso ahora, si no prevalece el buen sentido, a la amenaza de una ruptura en dos de la ex república soviética. Dirigentes de las regiones prorrusas se reunían ayer de urgencia para desafiar la legitimidad del Parlamento nacional. Que la secesión no prospere dependerá decisivamente de la actitud del Kremlin frente a la mitad del país que se identifica con su legado y Dimitri Medveded ya ha dicho que los nuevos gobernantes son amotinados armados, lo que pinta mal… Pero en el escenario ucranio, junto a la expresión admirable de un pueblo decidido a no dejarse aplastar por el autoritarismo, han emergido fuerzas peligrosas, ultranacionalistas y ultraderechistas, cuyo papel en los acontecimientos de Kiev puede resultar determinante en el futuro inmediato. Así de primeras, los grandes actores internacionales tendrán que mojarse desde ya porque las nuevas autoridades anunciaron hoy que necesitarán cerca 35.000 millones de dólares de ayuda hasta finales del próximo año para estabilizar la situación económica en el país. En fin, les dejamos con el En Portada de la semana pasada que analizaba las raíces del conflicto y el papel de EEUU, Rusia y la Unión Europea en la situación en aquel país donde confluyen y chocan desde hace siglos Europa y Asia.  
En Portada. «El tablero de la paz fría»


Llegamos a Kiev cuando estaba amaneciendo. El hotel estaba en el epicentro de las revueltas, así que, por seguridad, la puerta principal estaba cerrada y las luces apagadas. Había que entrar por una pequeña puerta. Y así, en medio del cansancio y el mucho frío, y una sensación de irrealidad, empecé a ver pasar, mientras bajábamos las maletas, a hombres con cascos, mascarillas y bates o palos. Todo con un toque de surrealismo. No imaginaba que, en los días siguientes, iba a vivir un incesante ir y venir de gentes que no paraban de hacer cosas. Allí estaba también mi compañero de Moscú, Carlos Franganillo, que llama en broma a los revolucionarios Lemmings, porque no paran en ningún momento.


Opositores. Entre Grushevski y Euromaidán

Unas pocas, muy pocas, horas después, nos pusimos manos a la obra. Fue entonces cuando fuimos conscientes de que al girar la esquina a la derecha teníamos la calle Grushevski, ésa donde en apenas unos cientos de metros se producían los violentos enfrentamientos entre los manifestantes más radicales y los antidisturbios, y girando a la izquierda, Euromaidán, la aldea de los galos, como di en llamarla. Y una noche, cansada de pasar frío, me dediqué a observar el asalto de la Casa Ucrania, justo enfrente del hotel, desde la habitación.

Y el paramilitarismo que se observa en ciertos grupos del movimiento de protesta es muy preocupante ante la amenaza de que la extrema derecha pueda sacar partido de la situación.Pero, cuando salíamos de territorio ocupado, estaba claro que la vida seguía con normalidad en el resto de la ciudad y en el país, aunque es, lógicamente, una normalidad engañosa, porque, en el fondo, nadie sabe cómo va a salir Ucrania de ésta. Se notaba claramente que las fichas del tablero del ajedrez geopolítico y geoestratégico se movían en un juego más allá de Euromaidán, entre Estados Unidos y la Unión Europea y Rusia, y que los partidos políticos de la oposición han perdido el control de la calle. Me resultó curioso comprobar que el que parece llevar la voz cantante en el centro de prensa de Euromaidán es un norteamericano.


Partidarios de Yanukovich

Visitamos también el campamento de los partidarios de Yanukovich que, ¡oh casualidad!, está al lado del parlamento, en la zona gubernamental, ésa a la que no dejan acercarse a los manifestantes opositores. Ellos se mantienen firmes en que el presidente fue elegido democráticamente -lo cual es cierto, otra cosa es la deriva que ha tomado desde entonces el régimen- y que los opositores deben esperar a que se celebren los próximos el año que viene, cuando toca. Las posturas son difíciles de reconciliar pero, ciertamente, a pesar de que se han querido hacer sonar “de forma interesada” tambores de guerra civil, no es esa la sensación que se tiene cuando se habla con los dos bandos.


Por eso, en el “Tablero de la Paz Fría” hemos querido ahondar en las raíces del conflicto y en la idiosincrasia de la propia Ucrania. Sólo así se puede entender la peligrosa encrucijada en la que se encuentra, en la crisis más grave desde su independencia de la antigua Unión Soviética. Lo que sí está claro es que los Euromaidán quieren cambios, cambios profundos, cambios de calado en el sistema y acabar con la endémica corrupción, vivir en un país moderno, desarrollado, democrático y europeo. Y que no están dispuestos a cejar en el empeño hasta conseguirlo.

En Portada – La capital de los trapos

En Portada nos lleva a conocer Prato, la capital de la ‘pronto moda’ italiana, tradicional centro textil europeo que simboliza hoy la decadencia industrial del país. Los talletes artesanales y familiares han sido barridos por la competencia china, que trabaja con tejido barato traído desde China y es confeccionado con trabajadores también chinos que son explotados como mano de obra barata. Sin embargo son productos que serán vendidos como ‘Made in Italy’. Lo que nos recuerda la destrucción de la industria textil española, prácticamente desmantelada por la competencia de los tejidos hechos en Turquía, China y el sudeste asiático. 




En Portada. «La capital de los trapos»

Yolanda Sobero 21.01.2014

Es posible que, desde hace algún tiempo, se haya preguntado por dos hechos novedosos o sorprendentes. Uno, en los mercadillos y en diversas tiendas, se encuentran prendas Made in Italy a precios muy asequibles. Dos, en las perchas y en los estantes la ropa de temporada se renueva con mucha frecuencia, de tal forma que es posible que dentro de unas o varia semanas encuentre modelos nuevos y los anteriores hayan desaparecido.

‘Pronto moda’, capital Prato

El negocio de la moda ha cambiado y han nacido nuevas forma como la llamada pronto moda, la ‘moda rápida’, cuya capital es Prato. Esta ciudad, cercana a Florencia, tiene una tradición textil secular y sus tejidos han gozado y gozan de renombre internacional. Pero esta nueva moda no tiene nada que ver con su industria tradicional, basada en talleres artesanos e industrias familiares, sumidos en una profunda crisis que, en la última década, ha acabado con la mitad de ellos.

La pronto moda es la aportación de la comunidad china de Prato y su centro es Macrolotto, un polígono donde los rótulos italianos han dado paso los nombres chinos. De aquí salen millones de prendas, cuya prestigiosa etiqueta Made in Italy y unos precios increíbles, sin rival en el mercado europeo, esconden una nuevo tipo de confección, hecha en Prato, hecha con telas chinas y cosida por manos chinas en talleres, muchos de ellos clandestinos, en unas condiciones de casi esclavitud.

La cara oculta de la ropa increíblemente barata

Según la periodista pratense, Silvia Pieraccini, que ha investigado el ‘distrito chino de Prato’, se trata de un negocio que produce a diario un millón de prendas y mueve al año más de 2.000 millones de euros, al menos la mitad de ellos en negro. Silvia Pieracchini asegura que este distrito, cuyo emblema es Macrolotto, ha nacido y crecido en la ilegalidad económica y ha tejido una criminalidad organizada. Un negocio del que también se han beneficiado muchos pratenses, que alquilaron sus naves y vendieron sus máquinas a los chinos.

El equipo de En Portada acompañó a la policía de Prato a una intervención en dos talleres clandestinos. Una operación casi diaria que, sin embargo, no ha logrado atajar la ilegalidad ni poner fin a unas penosas condiciones de trabajo: jornadas interminables, producción a destajo, una vida reducida al trabajo. Como pueden ver en el reportaje, cosen, comen y duermen en un taller abarrotado y, en un precario altillo de tablas de aglomerado, sus habitaciones se reducen al espacio que ocupa una cama. Y todo por un mísero salario, que procuran ahorrar para cumplir su sueño de poner su propio negocio en el que contratarán a otros compatriotas en las mismas condiciones en las que ellos trabajaron al principio. Es el precio oculto tras esa ropa que nos parece tan increíblemente barata.
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Vocabulario Fundamental. Extinción (18) ¿Ha comenzado ya la sexta extinción?

«Produce una inmensa tristeza pensar que la Naturaleza habla mientras el género humano no la escucha»
Victor Hugo

Publicamos un post que encontramos en la web Energy Puzzle sobre un artículo escrito en la prestigiosa revista Nature por un conjunto de 22 científicos internacionales de todo pelaje, (biólogos, ecólogos, climatólogos, bioquímicos…) sobre el más que probable colapso ecológico a nivel planetario que puede sufrir nuestro planeta en las próximas décadas de continuar las sociedades humanas ejerciendo su presión creciente sobre los ecosistemas naturales que rigen nuestro planeta. 


Observando los cambios que se llevan sucediendo en las últimas décadas en el sistema Tierra, sin precedentes en la historia de la humanidad, la presión que el desbocado crecimiento demográfico y el enorme consumo energético (en gran medida aún dependiente de los combustibles fósiles) ejercen sobre los recursos naturales, los virulentos efectos del cambio climático antropogénico que extreman la meteorología en todo el mundo, además de la degradación y fragmentación sufridas por los ecosistemas, pueden acelerar el progresivo agotamiento en la capacidad de creación y regeneración de recursos por parte de la Naturaleza.

Si la humanidad no cambia de inmediato su consumismo voraz (y no parece que lo vaya a hacer), si no reducimos la natalidad, la deforestación de los pulmones del planeta, la emisión de gases de efecto invernadero, la presión sobre los menguantes recursos hídricos, el consumo energético y la depredación insostenible de los recursos naturales (y no parece que vayamos a reducir nada de todo eso, sino al contrario)nuestro mundo puede llegar a una «critical transition» sin retorno, como las alcanzadas en las anteriores cinco grandes extinciones sufridas por nuestro planeta. Según la ONU estamos experimentando el mayor ritmo de extinción de especies desde que los dinosaurios desaparecieron, hace 65 millones de años, de nuestro planeta. El futuro no pude ser menos halagüeño: La mayoría de los países del mundo, entre ellos España, carecen de planes nacionales adecuados para frenar la extinción de animales y plantas. 

Tras sobrepasar ciertos umbrales críticos a partir de los cuales las calladas y vitales funciones de aprovisionamiento y regeneración con las que nuestro planeta nutre a las civilizaciones humanas pueden sufrir cambios bruscos e irreversibles, será cuando nos golpeen las insospechadas consecuencias de todo ello y cuando nos lamentaremos del daño causado al macrosistema que sostiene la vida en la Tierra. Y lo sufriremos nosotros pero sobre todo nuestros hijos, que en sus vidas adultas pueden vivir la distopía planetaria perfecta. 

El artículo de “Nature” del que todo el mundo habla (o casi)

David Ruyet 27 de junio 2012

Definitivamente, se trata de un “must“. O mejor dicho, un “must read“. Tres semanas atrás se publicó en el número 486 “Nature” un artículo titulado “Approaching a state shift in earth’s biosphere“ y, sinceramente, si la temática ambiental, energética y social son de su interés no debería perdérselo. El estudio ha sido realizado por un conjunto de 22 científicos de renombre internacional: Anthony Barnosky, Elizabeth A. Hadly, Charles Marshall, Nicholas Matzke, Eric L. Berlow, Wayne M. Getz, Rosemary Gillespie, Justin Kitzes, John Harte y Neo D. Martinez de Berkeley; Jordi Bascompte y Eloy Revilla de la Estación Biológica de Doñana del CSIC; Mikael Fortelius de la Universidad de Helsinki; James H. Brown de la Universidad de New Mexico; Alan Hastings, David P. Mindell y Geerat Vermeij de la Universidad de California; Arne Mooers de la Simon Fraser; Pablo A. Marquet de la Universidad Pontificia de Chile; Peter Roopnarine de la California Academy of Sciences; John W. Williams de la Universidad de Wisconsin y Adam B. Smith del Missouri Botanical Garden. Además, es un equipo multidisciplinar: hay botánicos, ecólogos, biofísicos, bioquímicos… incluso expertos en management. Ha sido noticia en la prensa generalista (Forbes, Wired…), y tiene como referente inmediato otro artículo de Nature (en el número 471) con algunos de los mismos autores, y titulado con un inquietante: “Has the Earth’s sixth mass extinction already arrived?”.

(…) La conclusión de este estudio (que también ha pasado por el peer-review, claro) es la certeza de un cambio “abrupto e irreversible” de la Tierra. Los ecosistemas habrían superado diferentes umbrales críticos (“critical transitions caused by threshold effects are likely“), y la mano del hombre está en esa presión sobre el planeta. No hay fecha para el cambio. De hecho, sería bastante absurdo concretar una fecha (este tipo de cambios son fenómenos progresivos), pero se considera seguro durante la segunda mitad de este siglo.

Una ‘critical transition‘ es la que de producirse no permite volver al estado previo. ¿Eso ya ha pasado? Pues al final de la última glaciación, hará unos 14.300 años (y que duró… 3.000 años). El Holoceno (que así se llama ese periodo geológico) acabó con la extinción de la mayoría de mamíferos grandes, como el mamut o el oso cavernario. El hombre que, ya llevaba un montón de años por el planeta, también habría colaborado en esa extinción, cazando mamuts o similares y arrasando zonas de cultivo. Otras ‘critical transitions‘ habrían sido las “Big Five’ mass extinctions hace 450, 359, 251, 200 y 2 millones de años (por eso Barnosky habla de si esta será la sexta) que habrían acabado con el 75% de las especies. En la conocida como K/T, hace 65 millones de años, en la que se extinguieron los dinosaurios (parece ser que tras el impacto de un meteorito). Lo que plantean Barnosky y sus investigadores es una serie de ‘global scale forcings‘. En realidad, es otra versión de los modelos IPAT de los setenta de Ehrlich y Holdren. La ecuación explica que una población “P”, que consume “A” en función de la tecnología “T”, genera un impacto “I”: I=PAT. O sea, una reedición de la clásica trampa malthusiana.


Bueno, pues ahora resulta que la presión del crecimiento demográfico (9.000 millones en 2045-2050, a razón de 77 millones de nuevas personas al año) sobre los recursos, las transformaciones de los ecosistemas y su fragmentación, el subsiguiente consumo energético lleva como contrapartida el cambio climático. Todo esto, en su conjunto, habría superado la presión de la última era glaciar: entonces el 30% del planeta era hielo; hoy el 43% son terrenos agrícolas o urbanizados. Luego estaría también la apropiación de los humanos del 20-40% de la NPP (net primary productivity) de la Tierra. Esto sería la cantidad de materia orgánica que se produce por fotosíntesis y quimiosíntesis, o sea, los nutrientes básicos. El CO2 ha aumentado un 35% desde antes de existir los combustibles fósiles. Se han acificado los océanos (el pH ha bajado un 0.05) y la polución ha alterado la cadena de nutrientes en el mar,… ¿Seguimos?

En estas mismas fechas (y en un claro efecto Rio+20), Naciones Unidas (por vía de la UNEP, o PNUMA, si quiere) también ha advertido sobre ese “colapso inminente” o menor dicho “inevitable“. Y lo ha hecho con un informe de 525 páginas donde también advierte que nuestro planeta está experimentando cambios sin precedentes al acercarse a sus “límites biofísicos“. Es el GEO-5 Report (el informe estrella del PNUMA) también llamado “Global Environmental Outlook” La primera sorpresa es que hay puntos de vista coincidentes con el articulo de Barnosky & Co.. Dice el GEO-5: ”a medida que las presiones humanas sobre el sistema Tierra se aceleran, varios de los umbrales críticos a nivel mundial, regional y local están cerca e superarse o se han superado” Añade: “Los cambios que actualmente se observan en el sistema Tierra no tienen precedentes en la historia de la humanidad“; y es totalmente deprimente cuando dice: “En los últimos cinco años no han disminuido ni la escala de los cambios ni su velocidad“. Toma castaña.

¿Y qué dice en realidad Barnosky? Que hay evidencias científicas de que la Tierra está a punto de pasar un punto sin retorno en que no podremos volver atrás. Pero no sabemos el estado nuevo del planeta. Sí que será muy diferente, y seguro que los climas serán muy distintos: eso afectará, por ejemplo, a cómo producimos los alimentos (piense en los cereales)… La cosa favorecerá a unos y perjudicará a otros. La vida seguirá ahí, y el planeta seguirá ahí. Los humanos no están en riesgo de extinción; no se trata de eso. Pero lo que es seguro es que (una vez más) eso perjudicará a los más pobres y vulnerables: ¿Políticas? Ese es un juego a corto plazo. Los políticos no piensan en nuestros hijos (a veces, ni en los suyos): piensan en las próximas elecciones. ¿Qué será clave? Primero, reducir la natalidad (basta con invertir en educación y sanidad, y no nos engañemos) y sobre todo reducir el consumo energético, reduciendo los recursos que consumimos (es decir, hay que consumir menos per cápita: reducir la huella ecológica, vaya).

Pero ahora la cosa va de economía, ya sabe. Hemos de salvar los bancos, deudas y deudores con cantidades que causan sonrojo (¿sabía que el coste de erradicar la pobreza en el mundo es de 40.000 millones de dólares al año? Eso es la tercera parte del rescate la banca española). ¿Por qué cuesta tanto entender que Economía y Medio Ambiente es lo mismo? La economía depende de la energía y de los recursos naturales de forma directa. ¿Y qué es eso sino medio ambiente? ¿No está claro? ¿Y de dónde sale eso sino del planeta? La concepción economicista clásica del mundo entiende el planeta como una serie de economías de frontera, que asumen los recursos como ilimitados. Pues no es así. Seguimos creciendo explotando territorios y recursos remotos, pero para Barnosky y su equipo de investigadores es como si le hubiésemos dado la vuelta al planeta: back where we started. Cada vez queda menos. O nada. Dice el GEO-5: “si la humanidad no cambia de inmediato sus hábitos, se puede llegar a sobrepasar umbrales críticos, a partir de lo cual las funciones vitales del planeta pueden sufrir cambios bruscos e irreversibles“. Hay que cambiar, y cambiaremos: por las buenas, o por las malas.

No hay mañana (There’s no tomorrow)

«No hay mañana» (There’s No Tomorrow) es un documental animado que en sus breves 35 minutos completa un muy buen diagnóstico sobre las contundentes y casi irresolubles dilemas del momento histórico que vivimos. El declive y agotamiento de los principales recursos energéticos que impulsan la economía mundial, con el pico del petróleo en primer plano, la imposibilidad de seguir sosteniendo un crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos y basado en un sistema financiero cada vez más cercano al colapso, el crecimiento exponencial de la población, con cada vez más crecientes demandas insatisfechas y malestar social en todos los rincones de un nuestro mundo.

Este trabajo llevó casi 7 años de desarrollo con algunas interrupciones. Fue dirigido por el animador profesional irlandés Dermot O’Connor, contando con el asesoramiento técnico de Richard Heinberg, Tod Brilliant, Albert Bartlett, David Pimentel, Jan Lundberg y Ran Prieur, entre otros.