La música según Yann Tiersen (2) Infinity

Pocas veces ocurre que un artista cuelgue su última creación en Internet para que pueda disfrutarse íntegra y más cuando se trata de un artista del calibre de Yann Tiersen. En este continuum audiovisual podremos disfrutar de ‘Infinity’, su último disco, pinchado por el propio autor (aunque sea tan sólo estando ahí, tan inexpresivo como siempre). Sin llegar a ser lo mejor del genio bretón, ‘Infinity’ es un disco complejo y misterioso, intenso y pleno de emociones, que va gustando más según aumentan las escuchas. 

Tiersen sigue en este disco con esta etapa más experimental en la que se encuentra en la que combina algunas de sus instrumentaciones más clásicas con el post-rock, la electrónica y los sonidos más industriales, una etapa que comenzó en 2010 con la publicación de ‘Dust Lane’, seguiría con ‘Skyline’ y continúa ahora con ‘Infinity’.

Aunque muchos de sus seguidores seguimos añorando de alguna forma su etapa más clásica y obras maestras como ‘Les Retrouvailles’, ‘Le Phare’, ‘Tabarly’, o ‘L’absente’, también en esta nueva etapa, aún siendo más irregular, ha parido temas magníficos como ‘Amy’, ‘Fuck me’, ‘Monuments’, ‘I’m Gonna Live Anyhow’, ‘Monuments’ o ‘The trial’, entre otros. Bueno, de todo ello hablaremos en siguientes posts de esta serie sobre él y su música. 

Yann querido, tú sigue creando música según te pida el cuerpo y el alma, que el Juez Roy Bean ahí estará, semper fidelis, para disfrutarlo y agradecértelo. En fin, acá les dejamos con el simpar Yann Tiersen escuchando su última obra y además el tema Steinn, en directo. En octubre nos vemos, crack. 

Steiin (live in Highline Ballroom)

Ciclo de cine de animación (25) ‘Waking life’, de Richard Linklater

«Sanity is a madness put to good uses; waking life is a dream controlled.» 
«La cordura es una locura que se usa para bien; la vida despierta es un sueño controlado»
Jorge Santayana

En 2001 el director y guionista texano Richard Linklater dirigió un interesantísimo filme, mezcla de cine de animación con personajes reales, que obtuvo estupendas críticas y el premio a la mejor cinta de animación del Círculo de Críticos de New York de aquel año. Es una innovadora propuesta conceptual y artística filmada en video digital mediante la técnica de rotoscopia (como haría años después en ‘A scanner darkly’, que también intentaremos publicar en este ciclo) para luego ser editada por ordenador por diversos artistas, que dieron a cada escena su toque particular. 

En esta película la trama es lo de menos; un joven y anónimo (en los créditos finales sabremos quién es) protagonista se encuentra en un permanente estado de sueño lúcido y va manteniendo diversas e intelectualmente sugerentes conversaciones con distintas personas que parecen entrar y salir de su vida sin motivo alguno. Con ellos se sumerge en discusiones filosóficas en principio inconexas que entrelazan la realidad y la apariencia, el libre albedrío, el existencialismo, la política, nuestras relaciones con otros seres humanos y la teoría cinematográfica de André Bazin. Pero paulatinamente se atisba un propósito detrás de estas crípticas y profundas charlas. Una frase, «dream is destiny» (el sueño es el destino), expresa la idea básica de la película: atreverse a entrar en el incontrolable mundo de los sueños y permitirse disfrutar del instante eterno.

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Eterno Bob Dylan (1) Intro / ‘No Direction Home’, de Martin Scorsese

Apuntes sobre Bob Dylan


«Las canciones están ahí. Tienen una existencia propia, y lo único que esperan es a que alguien las escriba»

«Una canción es una experiencia: no hay necesidad de entender las palabras para entender la experiencia. Intentar entender el significado completo de las palabras puede destruir el sentimiento de la experiencia como un todo»

«Cuando yo muera, la gente va a interpretar todo de mis canciones. Van a interpretar hasta la última puñetera coma. Ellos no saben lo que significan las canciones. Mierda, ni yo mismo sé lo que significan»

«¿Que cómo son mis canciones? Pues mire, tengo canciones de cinco, de seis, de siete, de ocho, y aunque usted no se lo crea, hasta de diez minutos»

«Lo que más puedo esperar es cantar lo que pienso, y quizás evocar algo en los demás. No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo»

«¿Sabes? todas mis canciones podían estar mejor escritas. Esto es algo que me preocupaba antes, pero ya ha dejado de preocuparme. Nada es perfecto, y por eso no tengo por qué esperar que yo sea perfecto»

«Mis canciones solían tratar sobre lo que sentía y veía. Mis otras canciones, como mínimo, trataban sobre la nada. Las más recientes tratan sobre la misma nada, sólo que vista desde dentro de algo más grande, que quizás se llame ninguna parte»

«Las canciones son justamente pensamientos. Por un momento paran el tiempo. Escuchar una canción es escuchar algunos pensamientos»

«Si yo hubiera sido un fan de Dylan Thomas me habría llamado Bob Thomas y cantaría sus poemas»

«Yo no tengo esperanzas de futuro y solo espero tener suficientes botas para cambiarme»

«Las canciones me llegan cuanto mas aislado estoy en el espacio y en el tiempo»

«Todavía no he escrito nada que me haga dejar de escribir. No he llegado al lugar al que llegó Rimbaud cuando decidió dejar de escribir y se fue a vender armas a África»

«Siempre he pensado que Dylan era un farsante. Desde luego no es un muchachito que canta canciones líricas. Es un oportunista que quiere hacer carrera y sabe muy bien donde va. Además, es un hipócrita. Nunca he comprendido porqué le gusta a la gente, no sabe cantar»
(Truman Capote)

«Dylan ha escrito canciones que tocan lugares de la mente a los que nadie antes había llegado»
(Jerry Garcia)

«Es un pozo sin fondo. Aun tiene mucho que decir»
(Lou Reed)

«Bob Dylan es como Einstein. Como un disparo divino»
(Kris Kristofferson)

«Hay un hueco generacional, porque los chavales de veinte años no tienen Bobdylanes de veinte años»
(Joaquín Sabina)

«Si Elvis liberó mi cuerpo, Dylan liberó mi mente»
(Bruce Springsteen)

Intro 

Inaguramos esta nueva serie de posts sobre uno de los genios absolutos con los que el Juez Roy Bean ha tenido el honor de compartir muchos años de tiempo de vida, un artista fundamental en la historia de la música, un genio en constante reinvención con toda su inteligencia y conciencia puestas en su música y su carisma, su insolencia y su talento. Robert Allen Zimmermann, Bob Dylan. Un ser humano lleno de complejidad y talento, un individuo con inteligencia, sensibilidad y determinación que siempre ha hecho lo que su alma le ha pedido que hiciera, un músico que ha hecho siempre la música que ha querido en el momento en que quería hacerla. 
Aquí en Redacción de Vida y Tiempos del Juez Roy Bean probablemente no hemos escuchado toda su extensísima producción músical, ni nos gustan todas de sus centenares de canciones y versiones de sus propios temas que ha ido grabando a lo largo de más de cinco décadas dedicado a la música, incluso nos deja perplejo algún hecho de su vida como su abrupto acceso de fiebre cristiana en su vida que le duró unos años y un par de discos, ni siquiera entendemos todo en sus muchas veces crípticas letras (recomendamos vivamente la web GodDylan.com, donde pueden encontrarse las letras de sus canciones, también traducidas) aunque con los años y las escuchas hemos ido entendiendo su música mucho mejor, figurando muchas de sus canciones entre lo más selecto de la música que escuchamos en Vida y Tiempos. 

Si al ya algo talludito Juez Roy Bean le dieran a elegir vivir cinco años de la vida de alguien probablemente elegiría los años de Dylan desde su llegada a New York hasta el final de la gira europea de 1966 cuando tuvo un accidente de moto (!) cuyas circunstancias y consecuencias no fueron nunca del todo aclaradas, pero que cambiaría el rumbo de su carrera y su vida. En esos años publicó siete albumes y salvo el primero (que nos parece de tanteo), el resto fueron grandes éxitos le encumbraron como nuevo enfant terrible de la música americanaY como instante supremo escogería el célebre momento del concierto en el «Free Trade Hall» en Manchester, cuando acabada la mitad folk del mismo, Dylan se dispone a interpretar con su banda la parte eléctrica del concierto y el estirado público inglés le muestra, como anteriores ocasiones, su hostilidad hacia esa vertiente de Dylan que no aceptaban, llamándole Judas y tal. Tras contestar llamando mentiroso a quien le había insultado, Dylan se dirige a su banda, y tras mascullar «Play it fucking loud!» se lanza a interpretar con rabia esa obra cumbre de la música de todos los tiempos que es ‘Like a rolling stone’, gritando al mundo que la era de la electricidad había llegado a su música para quedarse y aportar a su arte musical complejidad y rabia.

En el magnífico documental en dos partes que seguidamente les ofrecemos, ‘No direction home’, de Martin Scorsese (otro genio contemporáneo) Dylan en persona va desgranando sus recuerdos de adolescencia en su ciudad natal de Duluth, Minnessota y la falta de expectativas de todo tipo que allí se daban. Habla sobre sus influencias musicales que beben del viejo country de los cincuenta pero también del folk, del blues, el gospel y el rock’n’roll. El documental, estrenado en 2006, se centra precisamente en ese periodo efervescente, entre su benéfica llegada al Greenwich Village neoyorquino (meca cultural de la época de todo artista que tuviera algo que aportar) a principios de 1961 y sus difíciles comienzos tocando en los bares, hasta su accidente de moto e incluye también entrevistas con su ex-novia Suze Rotolo, Liam Clancy, Joan Baez (también pareja artística y sentimental suya durante un breve tiempo), el ya difunto Allen Ginsberg y otras figuras cercanas a Dylan en aquella época seminal. 

Sin embargo, y a pesar de la veneración que pronto se le dispensaría, Dylan no quiso ser portavoz ni conciencia de su generación, un profeta o un referente político o social; Scorsese aporta las declaraciones de muchos de los que fueron amigos y compañeros de Bob Dylan, como Joan Baez, que deja claro lo difícil que era convivir con él, dado sus altibajos de euforia-depresión. Muchos, ella también, le reprocharon en aquel momento que después de escribir tantas canciones protesta durante los años de Martín Luther King y la defensa de los derechos civiles, etc, luego no quisiera comprometerse en las manifestaciones en contra de la Guerra del Vietnam ni encuadrarse políticamente en la llamada «izquierda» de su país. 

Porque Dylan sólo se volcó con fanatismo en su música, rechazando las etiquetas y los compromisos convencionales de la militancia política de los que le preguntaban por qué ya no tocaba canciones protesta, ignorando que, como él decía, todas sus canciones eran canciones protestaSe mantuvo como un hombre de pensamiento libre, celoso de su vida privada y su independencia existencial y artística, atreviéndose a evolucionar su música pese al inicial desconcierto y descontento del público, defraudando a propósito a muchos de sus adoradores. Todo esto lo recoge muy bien Scorsese, la desilusión que causó Dylan en los estadounidenses que le veneraban por sus canciones folk e imagen adolescente pero como expresa muy bien el cantante, ni podía ni quería volver a ser aquel chico de 18 años.

Hoy, con 73 años y tras más de medio siglo deleitándonos con su arte musical, Dylan sigue siendo un fulano hipercreativo de mirada torva y astuta, sigue saliendo de gira y sacando discos magníficos cada pocos años, lo que nos reconforta y nos indica que aún nos queda Bob para rato. No obstante, los dylanitas a veces no podemos evitar pensar que también a él le tiene que llegar su hora algún día y que ese momento puede no estar lejos (It’s not dark yet, but it’s getting there…), así que antes de que eso ocurra en este blog queremos homenajear a este artista excepcional con esta serie de entradas sobre sus tiempos, sus obras y sus influencias sobre multitud de artistas de todo tipo, desde músicos a escritores y cineastas, agradeciendo el inmenso goce que su legado musical y emocional ha proporcionado desde hace mucho tiempo al Juez Roy Bean. 


‘No direction home [Bob Dylan]’ Martin Scorsese, 2005

Miradas.net No direction home de Martin Scorsese : Aquel muchacho de Hibbing.

En los minutos iniciales de No Direction Home, un Bob Dylan que en apenas cinco años ha pasado del anonimato de una pequeña localidad minera en Minnesota al estatus de ídolo juvenil de toda una generación, interpreta su éxito Like a Rolling Stone en un multitudinario concierto. Es uno de los momentos cumbre del rock, filmado por alguien que se desliza por el escenario como un miembro más de la banda, mientras improvisa las posiciones que le permitirán garantizar la posteridad del evento. Falso comienzo, sin embargo, puesto que en realidad estas imágenes pertenecen al último tramo de la cronología que abarcan los 207 minutos de la película de Scorsese: en su gira de 1966 por Europa, Bob Dylan se enfrenta a los efectos de una fama fuera de toda expectativa. Es aclamado como nunca por el público, pero también es acusado de traidor por aquellos que consideran contaminantes los sonidos eléctricos que ha ido incorporando al repertorio folk con el que se había hecho célebre. 

De regreso a Estados Unidos, Dylan sufrirá un accidente de moto que le mantiene alejado de los escenarios durante ocho años, dedicados a la composición y a la familia (o al menos así lo cuenta la leyenda). En un momento dado de esta actuación —sin conceder siquiera el remate de la frase musical que en ese momento ejecuta enérgicamente el grupo—, un corte seco de imagen y de sonido nos transporta al silencio de un paisaje nevado. Un bosque helado que, en su abstracción, parece dibujado a mano, y que podría asociarse, sin dificultad, a aquel que en el interior de una bola de vidrio evocaba la infancia perdida de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). La voz magnética de Bob Dylan comienza entonces a desgranar unas palabras: «El tiempo… Puedes hacer muchas cosas para que parezca que el tiempo se ha detenido, pero, por supuesto, nadie puede detenerlo». El cantautor no ignora que, con el cine, el tiempo ya ha dejado de ser lo que era; que el cine es lo más parecido a un dispositivo de la inmortalidad, capaz de revivir el momento pasado aunque sea de un modo ilusorio, pues lo único que recupera de él es un tenue reflejo sin consecuencias; la impronta precaria de uno de los lados de esa realidad, uno de los muchos posibles. 

El reto de No Direction Home es, precisamente, instalarse en esa dimensión evocadora del cine y de la palabra, confiar en su poder para reconstruir una época —los años de 1941 a 1966 de la vida de Robert Zimmerman— desde la que los pasos recorridos esclarezcan el presente del mito.

El film de Martin Scorsese es una coproducción del canal de televisión público estadounidense PBS, la BBC británica y la NHK japonesa para la serie American Masters. La película se estrenó en septiembre en el Festival de Cine de Toronto, y para su emisión televisiva y su comercialización en DVD ese mismo mes se ha dividido en dos partes. El grueso del metraje está constituido por material de archivo de Dylan y su época —parte de él inédito como filmaciones que Pennebaker realizó en su gira europea de 1966— y por entrevistas a Bob Dylan y a personas cercanas a él en sus primeros años de carrera, realizadas con motivo de esta producción (1). Todos los testimonios fueron filmados en ausencia de Scorsese antes incluso de saberse quién iba a dirigir la película —alguno de ellos alejado en el tiempo, como la del poeta beat Allen Ginsberg, que intervino antes de su fallecimiento en 1997—. La entrevista a Dylan, poco aficionado a hablar ante las cámaras, fue realizada por su agente Jeff Rossen, que durante cuatro días de grabación conversó con él hasta acumular más de diez horas de confesiones.


Scorsese no es un advenedizo en el terreno de las películas sobre música popular. Durante sus primeros años en el cine, se dedicó al montaje de filmaciones de conciertos, como en Woodstock (1970) o Elvis On Tour (1972). Años más tarde, dirigió El último vals (The Last Waltz, 1978), film que recoge el concierto despedida de The Band (la agrupación de Bob Dylan) en San Francisco. Más recientemente, él ha sido el encargado de producir una serie sobre el blues en la que participaron además, como realizadores de sus diferentes episodios, Clint Eastwood, Wim Wenders o Charles Burnett. Parece ser que fue el propio Dylan quien, al ver la contribución de Scorsese a esta serie, sugirió su nombre como la persona idónea para acometer una película sobre él. Ambos artistas se admiran mutuamente desde hace años y el vínculo cinematográfico entre ellos se remonta más allá de la colaboración en El último vals, ya que fue Jonathan Taplin, antiguo manager de Dylan, el productor de la película que consolidaría profesionalmente al cineasta neoyorquino: Malas calles (Mean Streets, 1973). Asimismo, en los filmes en que no aborda directamente la temática musical, Scorsese siempre se ha mostrado partidario de apoyar buena parte del protagonismo dramático de sus historias en las canciones (es bien conocida su costumbre de acompañar con éxitos de la música popular el desarrollo de sus películas). De Eric Clapton y Rolling Stones en Malas calles a R.E.M. y 10.000 Maniacs en Al límite (Bringing Out the Dead, 1999), pasando por los vocalistas melódicos de los sesenta y setenta en Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990) y Casino (1995), la canción es menos la ilustración incidental de una acción que el anclaje sentimental de una época.


Emparentado necesariamente con el ilustre precedente de Don’t Look Back (1967), de D.A. Pennebaker, título clave del cine directo estadounidense que sigue los pasos de Dylan durante los mismos años que la de Scorsese, No Direction Home comprende un lapso mayor de tiempo en la carrera de Dylan y es resultado de una realización bien diferente. Conviene insistir —por tratarse de una circunstancia muy poco habitual para un director— en el hecho de que la intervención de Scorsese, en este caso, se limitó a la selección y a la organización del material filmado, siendo lo normal, como se sabe, que la capacidad de decisión del cineasta abarque tanto la puesta en escena de una filmación como la puesta en serie de lo filmado (algo más lo primero que lo segundo, desde luego, en el modo de producción generalizado en Estados Unidos). El ceñirse el trabajo del director al proceso de montaje, sin embargo, no ha parecido suponer una merma en su facultad para apropiarse de las imágenes e integrarlas en el flujo narrativo que acabe por darles cohesión.

Scorsese alterna con destreza los momentos de distensión —como esas tomas del grupo en el coche después de una noche de concierto, o la escena en que, delante de una tienda en Londres, Dylan comienza a recitar combinaciones posibles con las palabras escritas en la fachada— con las etapas de inflexión histórica en su carrera. En ambos casos, sin recurrir a una expresión demasiado enfática para describir el hecho —es modélico, por ejemplo, el modo en que se cita el asesinato de Kennedy en Dallas, obviando la famosa filmación de Abraham Zapruder en la que Oliver Stone fundamentó la construcción de su JFK: caso abierto (JFK, 1991), y dramatizándolo visualmente a partir de las reacciones de los testigos instantes después de los disparos, mientras escuchamos los acordes de A Hard Rain’s a-Gonna Fall.


Scorsese busca siempre el modo más franco de contar lo que quiere. Cuando se trata de dar voz a los entrevistados, el realizador no invisibiliza los cortes en la toma con fundidos encadenados o con planos recurso para que parezca que su testimonio se ha desarrollado en continuidad, por lo que se percibe el salto en la persona que habla. Refiriéndose al modo de trabajar en sus documentales Italianamerican (1974) y American Boy: A Profile of Steven Prince (1978), Scorsese manifestaba una vez que el aprendizaje en estos trabajos le permitió conocer mejor la técnica para ir al grano de lo que quería contar y abordar con mayor sensación de libertad las incursiones en la ficción de, por ejemplo, Toro salvaje (Raging Bull, 1980): «Lo que me gustaba hacer en las partes de los documentales en los que hay gente hablando, más que fundir unas imágenes con otras para suavizar los cortes, era pegar saltos hasta liberarme de la forma»(2). 

Durante el metraje de la película, Scorsese vuelve una y otra vez sobre los conciertos en Inglaterra —y las reacciones a ellos— que la abren y cierran, por tratarse de un episodio dramático para la carrera de Dylan; la escisión entre la vocación íntima del folk y los sonidos del rock que ya había provocado los abucheos de sus seguidores en el Festival de Música folk de Newport, con amenazas de cortar los cables de las guitarras eléctricas incluidas. Es también un modo de volver sobre una preocupación temática que recorre gran parte de la filmografía de Scorsese: el conflicto entre el respeto a los códigos establecidos y la llegada de los nuevos tiempos. Y cómo el individuo supera ese enfrentamiento y termina abriéndose paso en la adversidad de una sociedad hostil. La actitud evasiva del cantautor de Minnesota con los medios de comunicación, en las ruedas de prensa, y su resistencia a politizar su voz en la antesala del 1968, responden a una extraña rebeldía de aquel que trata de salvaguardar la esencia de su trabajo como el más preciado tesoro. Dice Dylan: «Un artista deber tener cuidado de no llegar a ningún sitio donde piense que ya ha llegado… es preciso estar siempre en un estado de tránsito». Porque esa es también la historia que se cuenta en No Direction Home: la del imposible retorno a casa.

No direction home 1 


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Ciclo de cine de animación (24) ‘Is the man who is tall happy?’, de Michel Gondry

Is the Man Who Is Tall Happy?: An Animated Conversation with Noam Chomsky’ es un documental de animación del año 2013 del talentoso realizador francés Michel Gondry que recoge varias entrevistas con el lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky pero sustituye las imágenes de las mismas, el uno ante el otro sentados en dos sillas, con una animación muy original, naïf y de tintes psicodélicos que, añadiendo una capa extra al material rodado, permite ilustrar elocuentemente los complejos conceptos -como la gramática generativa o la continuidad psíquica- que Chomsky va desgranando. Las imágenes creadas por Gondry se convierten en el tercer protagonista del diálogo entre dos mentes lúcidas e inquietas, aunque por supuesto es el pensamiento de Chomski quien lleva la voz cantante.
  

Chomski y Gondry hacen de la charla intelectual un ejercicio gozoso, diletante y autorreflexivo en el que intercambiar ficheritos mentales abarcan la filosofía, la biología, la infancia, las religiones, los recuerdos, el funcionamiento de la mente humana, la estructura y las redes del lenguaje etc En fin, un documental de gran interés social y antropológico, a la vez denso y ligero, una estupenda forma de aproximarse al conspicuo pensamiento de una de las más grandes personalidades intelectuales de nuestro tiempo a través de la excéntrica mirada de Gondry. Como éste dice, antes de que Chomsky muera…

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Ciclo de cine clásico USA (9-10-11) Trilogía de ‘El Padrino’, de F.F. Coppola

Hoy es uno de esos días de los que te dices qué sueño cumplido es tener un blog, un espacio cibernético en el que poder reunir obras artísticas del calibre de la Trilogía de El Padrino. Para el Juez Roy Bean sus tres capítulos, también la por algunos denostada tercera parte, forman parte del corpus nuclear de su cinefilia. Con esta trilogía Coppola inventó una nueva mirada para el cine, ampliando los horizontes de una industria que pedía a gritos savia nueva. Por supuesto los tres filmes de ‘El Padrino’ fueron una influencia seminal a la hora de crear los nuevos Corleone del siglo XXI que son The Sopranos, la monumental obra de David Chase; el formato de serie televisiva permitía pasar de las 9 horas del clan de Don Vito a las 72 de los chicos malos de New Jersey, lo que dio la posibilidad de desarrollar las personalidades, las relaciones personales, los traumas íntimos, los problemas cotidianos y las fechorías de una familia mafiosa italoamericana, delatando asimismo la fascinación social por lo que ya se ha convertido en un icono de la cultura estadounidense.

Una trilogía sostenida por el genio de su director, unos guiones soberbios escritos por Mario Puzo (y Coppola) y unos repartos actorales magníficos entre los que destacan tres actores superlativos como son Marlon Brando, Robert de Niro y Al Pacino, todo ello para retratar la historia del clan Corleone desde sus origenes sicilianos, la llegada de un joven Vito Corleone a la isla de Ellis y la forja de su carrera mafiosa, desde la creación del clan en Estados Unidos a la muerte de Vito y su sustitución por su hijo Michael, del fraticidio que lo consolida como cabeza de la famiglia a su decadencia, acosado por la culpa y la búsqueda de la redención. Estas obras ya son Patrimonio de la Humanidad y como tal aquí las publicamos (gentileza del estupendo blog Cineteca Universal), por si las quieren volver a disfrutar, en calidad dvd y versión original subtitulada. La Trilogía de ‘The Godfather’, nada menos. 

El Padrino I (1972)



Años 40. Don Vito Corleone es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: una chica, Connie, y tres varones: el impulsivo Sonny, el pusilánime Freddie, y Michael, que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, siempre aconsejado por su consejero Tom Hagen, se niega a intervenir en el negocio de las drogas, el jefe de otra banda ordena su asesinato. Empieza entonces una violenta y cruenta guerra entre las familias mafiosas.


El Padrino II (1974)
Continuación de la saga de los Corleone con dos historias paralelas: Una, la elección, tras la muerte de Don Vito Corleone, de su hijo Michael comol cabeza de familia. Al tener que negociar con la mafia judía, pierde el apoyo de uno de sus hombres, Frankie Pentageli. Tras escapar por los pelos de un atentado, Michael trata de encontrar al culpable, siendo su mayor sospechoso Hyman Roth, el jefe de la mafia judía. En la segunda, se retratan los orígenes del patriarca, el ya fallecido Don Vito, primero en Sicilia y luego en Estados Unidos, cuando llega a New York a principios de siglo, donde rápidamente, se convirtió en uno de los cabecillas del barrio usando la violencia como medio para solucionar cualquier asunto. Solo al principio, logra levantar un verdadero imperio, origen de la fortuna de la familia Corleone.

El Padrino III (1990)


Estamos en 1979, y Michael Corleone ya es un hombre maduro, de cerca de 60 años, y enfermo. Ha vendido sus casinos y se ha convertido en una persona respetable, digna incluso de ser condecorada por la Iglesia a causa de sus obras filantrópicas – con las que trata de hacerse perdonar sus muchos pecados -. Sus hijos ya son mayores, y no le hacen demasiado caso (sobre todo el chico, que se empeña en ser cantante de ópera en lugar del abogado de la familia). Pero a Michael su pasado mafioso se niega a abandonarle definitivamente, y vuelve de nuevo punzante y doloroso, para recordarle que un Don no se retira hasta que elige a su sucesor. Y ya hay uno de su misma sangre que apunta maneras: Vincent, el hijo bastardo de su hermano Santino, dispuesto a todo por agradar a su medio tío. Mientras, en el Vaticano, la ambición comienza a mover la silla de San Pedro, y Michael volverá a colocarse, o mejor, a ser colocado, una vez más, en el ojo del huracán…

La guerra de Vietnam según Coppola: ‘Hearts of darkness’, creando Apocalypse Now

«Mi película no es una película sobre la guerra de Vietnam, es Vietnam. Es tal y como fue, una locura. La película refleja la actitud de los norteamericanos en Vietnam. Estábamos en la jungla, éramos demasiados, teníamos acceso a demasiado dinero, a demasiado equipo y poco a poco fuimos perdiendo el juicio.»


Con estas palabras de Francis Ford Coppola presentando su film ‘Apocalypse Now’ en el festival de Cannes de 1979 comienza ‘Hearts of Darkness: A Filmmaker Apocalypse’, un documental que relata la epopeya que supuso el largo y problemático rodaje de la obra maestra de Francis Ford Coppola sobre la guerra de Vietnam, probablemente la mejor película bélica de la Historia. El título alude a la novela de Conrad «Hearts of Darkness» (El corazón de las tinieblas), en la que se inspira la película y está basado en las grabaciones con una cámara de 16mm. que su mujer, Eleanor Coppola, realizó durante los largos meses de un rodaje que se planificó para 16 semanas y terminó llegando a los dos años. 

Este metraje adicional recoge los enormes problemas de producción que tuvo la película desde el principio (febrero de 1976, con la derrota y el horror desatados en Vietnam aún recientes en la psique de la sociedad estadounidense), la sustitución de Harvey Keitel por Michael Sheen con el rodaje ya empezado, los helicópteros alquilados a la fuerza aérea filipina que eran requeridos en medio del rodaje para combatir a los guerrilleros comunistas, un guión previo de John Milius que Coppola se vio obligado a reescribir sobre la marcha, las severas condiciones climatológicas en la selva filipina (tifón incluido), los serios problemas físicos de varios de los actores, como el ataque al corazón de Charlie Sheen, la obesidad desbocada de Marlon o el alcohol y las drogas (que eran consumidas a discreción por buena parte del elenco actoral), a lo que se fueron añadiendo rituales de sacrificio de las tribus locales (que Coppola incorporó sabiamente en su película), los caprichos de Brando y demás contingencias que convirtieron la filmación en una locura.

Según la producción iba alargándose y los contratiempos sucediéndose, los gastos y las tensiones se dispararon y un Coppola al borde de la desesperación, la locura y la bancarrota se vio obligado a poner varios millones de su propio bolsillo para poder terminarla. Pero afortunadamente y gracias sobre todo a su talento y determinación para gestionarlo todo la película pudo presentarse en Cannes 1979, asombrando al mundo del cine. Pero no sería hasta 1990 cuando dos jóvenes realizadores como George Hickenlooper y Fax Bahr contactaron con Eleanor Coppola para solicitar todo ese impagable footage grabado y junto a entrevistas adicionales a quienes participaron y un año de edición presentaron en Cannes 1991 este documental, otra vez con la aclamación de público y crítica. Un film magnífico que muestra claramente los complejos mecanismos de la creación de la ficción y que resume cómo a veces sólo un coraje, una inteligencia y una obsesión superlativos pueden llevar a cabo algunos grandes proyectos artísticos. Con ustedes, ‘Hearts of Darkness: A Filmmaker Apocalypse’. 

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Vocabulario Fundamental. Inteligencia (9) Jesús Mosterín, la inteligencia compasiva

«Que nuestra curiosidad y nuestra simpatía se extiendan por doquier. No reprimamos nuestro afecto por las criaturas. No pongamos límites a nuestra ansia de conocer, ni diques a nuestra ansia de amar. No convirtamos en un infierno la vida de los animales bajo nuestra custodia. No masacremos a los animales salvajes. Fomentemos el conocimiento, la sensibilidad y la compasión. Compadezcámonos de todos los que sufren, sin prejuicios, grupismos ni fronteras. Trabajemos por el triunfo de la compasión.” 
Jesús Mosterín
Recuperamos otro de los capítulos del estupendo programa (ya extinto) de La2 ‘Pienso, luego existo’ sobre algunos de los grandes filósofos, divulgadores científicos y pensadores de nuestro país, y esta vez es Jesús Mosterín, un filósofo de alma inmensa y diletante, quien nos acompaña. Una persona con auténtica ansia por el conocimiento, un intelectual en el mejor y más amplio sentido, un tipo de mente inquieta y multifunción que navega entre disciplinas, neurociencias, metafísica, cosmología, biología, cuya conspicua racionalidad complementa una honestidad brutal que le ha llevado a interesarse especialmente por nuestra relación con los desvalidos de los desvalidos, los animales, los seres más vulnerables a la crueldad humana, seres emocionales, sintientes y sufrientes que nos acompañan, nos aman, nos alimentan y forman parte vital de la biosfera que sustenta la vida -también la nuestra- en el planeta Tierra.

Mosterín propugna la consideración moral de los animales de forma equilibrada y compleja, pues aunque se opone frontalmente a la crueldad con los animales, adopta una postura realista y multidimensional en las controversias sobre el uso de animales en campos como la investigación o la alimentación. Piensa que la tarea moral urgente consiste en acabar con las formas más atroces de esclavismo (como circos, plazas de toros o acuarios) y maltrato, incluyendo la ganadería intensiva que impide una vida conforme a las pautas de conducta naturales de los animales involucrados, así como con las artes más crueles y destructivas de la pesca. Muy recomendable su libro ‘El triunfo de la compasión’. En fin, un gran tipo de los que da gusto compartir pasaporte. 

Jesús Mosterín: La enorme pasión por saber

RTVE.ES 09.12.2011

“La filosofía es una dimensión humana. En la medida en que los seres humanos seamos curiosos y reflexivos y críticos, pues en alguna medida todos somos filósofos”. Quien así habla es el Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, Jesús Mosterín (Bilbao, 1941), próximo protagonista de “Pienso, Luego Existo”, el programa de La 2 que retrata a los principales pensadores de nuestro país. 


Mosterín, uno de los máximos representantes españoles de la lógica formal y de la filosofía analística, explica durante el programa por qué aunque la gran filosofía tiene que ver con las grandes cuestiones que importan a todos, si uno pretende “hacer gran filosofía” necesita tener el rigor intelectual que pretende tener la ciencia y, por tanto, “uno necesita ser también un científico”. Precisamente, el papel de las ciencias en la comprensión del mundo, la biología y la cultura humana, y, sobre todo, de la relación con los animales y del valor esencial que para él tiene el concepto de libertad serán algunos de los temas que se abordarán durante el programa del próximo domingo.

Enorme pasión por saber

Es definido por sus amigos como un gran intelectual. De hecho, el también filósofo Javier Sádaba, con quien ha compartido viajes y conversaciones, le define en este episodio como “una persona con una gran cabeza, que le interesa todo y aprende rápido de todo”. “Es un hombre con una enorme pasión por saber, enorme. Y sabe de todo. Creo que tiene una cultura filosófica en el sentido amplio de filosofía tremenda. Sin haber perdido nunca, obviamente, es especialista, contacto con la ciencia”, recalca. 

Para el sociólogo Salvador Giner, es “uno de los filósofos de la ciencia españoles más interesantes”. “Tiene una capacidad expositiva extraordinaria, de sencillez envidiable ante problemas complejos. Y tiene una visión del avance de la ciencia, del avance del conocimiento objetivo, que debe de fomentarse”, añade. También Pilar Rahola tiene palabras para Mosterín muy definitorias: “es un bicho rato, es un tipo complicado, difícil, peculiar, de una inteligencia vivaz, muy rápida, de una capacidad de profundizar y reflexionar de muchos niveles, con una cultura amplísima, heterodoxo, un animal salvaje, que no está en ninguna jaula conocida, que no está en ningún territorio definible, que no es políticamente correcto”. Lo resume con un: “es un gran intelectual”.

Vivir con los ojos abiertos

Él no hace más que recalcar que “la vida es muy breve”, y que, precisamente por eso, “una de las cosas más importantes a las que podemos aspirar en esta breve vida es a vivir con los ojos abiertos”, en sintonía con el universo y esa sintonía toma, en gran parte, la forma del “conocimiento”. Su defensa de los animales es uno de los motivos por los que es ampliamente conocido: “los seres vivos son milagros, sin cosas rarísimas, son excepciones totales”. Durante el programa, desarrolla ampliamente ese concepto y esa defensa. Subraya, además, que la aventura intelectual más apasionante de los últimos años ha sido el desciframiento de los genomas y sostiene, durante el programa, que hasta este momento “el cerebro es el sistema del universo que peor entendemos”. Se muestra de acuerdo con Hume en que las dos emociones morales fundamentales son, por un lado, el amor a uno mismo, es decir, el egoísmo, y por otro lado, la compasión”; sostiene que todo el pensamiento filosófico y científico moderno ha consistido en una huida del antropocentrismo y resalta que el valor político fundamental es el valor de la libertad. “El progreso político que tengamos en un futuro próximo se medirá por la capacidad que tengamos de que las cotas de libertad vayan aumentando”, añade. 

Mosterín confiesa en el programa, finalmente, que no tiene mucho interés en que le recuerden, pero que si lo hacen le gustaría que le recordaran como “alguien que trató de vivir bien y de no hacer sufrir a los demás; y que trató de no engañarse a sí mismo ni de engañar a los demás”.

Vocabulario Fundamental. Humor (13) Joaquín Reyes en El Intermedio

Cuando Joaquín Reyes se incorporó en medio de la temporada presente de El Intermedio parecía que estaba metido un poco con calzador, no acababa de encontrar su tiempo y lugar dentro de la gran plantilla del programa, pero en cuanto le dejaron un pequeño espacio de breves minutos para hacer imitaciones de celebrities (como hacía en sus anteriores programas como La Hora Chanante y Muchachada Nui), volvió a encontrar su elemento. Y así, haciendo lo mismo de siempre, vale, mancheguizando a todos con su cinismo y genialidad (aunque con un tono más político) se ha hecho un hueco con Wyoming y sus chicos para nuestro solaz y disfrute. Y aquí se lo recopilamos. Que pasen un buen rato. 


Cristóbal Montoro 06.05.14



Hermann Terstch (Vidente) 14.05.14



Francisco Marhuenda 04.04.14



Francisco Marhuenda 2 08.04.14



Esperanza Aguirre 22.04.14




Hermann Tertsch



Ana Pastor 16.05.2014



Juanjo López, asesor de Cañete 21.05.14



Miguel Arias Cañete 23.05.14



Rubalcaba 28.05.14



Pablo Iglesias 30.05.14



Felipe VI 03.06.14



Mariló Montero 06.06.14



Carlos Cuesta 17.06.14




Esperanza Aguirre Gil Vader



Iñaki Urdangarin 19.06.14

Reina Letizia

Gran Wyoming

Ciclo de cine clásico USA (7) ‘Pulp Fiction’, de Quentin Tarantino

Hace veinte años Quentin Tarantino daba la campanada ganando el premio la Palma de Oro en el Festival de Cannes sorprendiendo a público y crítica con una película extraordinaria, que se convertiría en una de las más influyentes de los años noventa. Si ya en 1992 con su ópera prima ‘Reservoir dogs’ (que también publicaremos en nuestro blog en este ciclo de cine norteamericano) había mostrado su enorme talento, ‘Pulp Fiction’ lo consagró definitivamente como un cineasta joven, provocador y llamado a renovar el cine norteamericano de aquella década.

Tarantino supo exprimir su peculiar universo cultural, sus experiencias y su enorme talento para los monólogos y diálogos desopilantes en un conspicuo y sólido guión que sería magníficamente interpretado coralmente por unos actores en estado de gracia. Tanto narrativamente, mostrando una nueva forma de contar como a la hora de aglutinar referencias, dotarlas de su personal visión y mostrarlas de un modo fascinante y muy divertido. 

Aunque mucho de ‘Pulp Fiction’ se apuntaba ya en ‘Reservoir Dogs’, aquí Tarantino prescinde de la atmósfera claustrofóbica de aquellos perros acorralados para presentarnos varias historias cruzadas y fragmentadas de perdedores que quieren dejar de serlo, de gángsters cutres, gatillo fácil y sentencias bíblicas, de bailes zumbones, de droga a tuttiplen e inyecciones de adrenalina que resucitan muertos, de moscas que caen en redes, de azares perversos y un Señor Lobo que resuelve problemas, todo hiladas con unos speeches y diálogos míticos y mil veces imitados que hacen avanzar la historia a un ritmo trepidante. En fin, que podríamos seguir analizándola pero lo mejor que se puede hacer es disfrutarla, veinte años después y tan fresca y frenética como entonces. Tarantino y Pulp Fiction, en HD y versión original subtitulada, como debe ser. Puro disfrute. 

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