Irán en su laberinto (5) Pulp Fiction en Teherán

El último artículo de Ramón Lobo nos trae las convulsiones orquestadas por las autoridades iraníes en las que ha sido atacada la embajada británica en Teherán ante las medidas de presión financiera implementadas por los países occidentales, para intentar forzar al régimen de Ahmadineyad a abandonar su programa nuclear con fines militares. Estas recuerdan aquel 4 de noviembre de 1979 cuando unos quinientos estudiantes iraníes asaltaron la embaja estadounidenses comenzando aquella célebre crisis de los rehenes.

Mientras, en segundo plano a este desafío Israel duda si atacar antes de que los iraníes consigan tener operativo su poder nuclear, momento cercano a juzgar de muchos analistas. Comienzan a soplar los vientos de una guerra regional de incierto resultado que puede traer resultados catatróficos para la zona.

Pulp Fiction en Teherán

Ramón Lobo – El País 30 de noviembre de 2011

Hay imágenes que son un deja vu: las del asalto de la embajada británica en Teherán -consentidas por la policía iraní- recuerdan a la toma de la legación de Estados Unidos en 1979. Esta vez no hubo captura masiva y exhibición de rehenes; aunque el gesto es similar, los tiempos y los motores son otros. Para The Wall Street Journal es la consecuencia de las luchas internas en el régimen.
Al grito de «muerte a Inglaterra», cientos de estudiantes apoyados por los basiyis, milicia paramilitarizada experta en represión de manifestaciones, tomaron durante horas las instalaciones, quemaron vehículos y banderas, saquearon oficinas. Pero no está todo perdido: en el asalto, los estudiantes exhibieron iconos del ‘Gran Satán‘ (es decir, de EEUU), como este fotograma de la película Pulp Fiction de Tarantino.
La prensa británica trata de restar transcendencia a lo ocurrido, incluso la sensacionalista. Solo el Mail on line habla de seis rehenes liberados después por la policía. El Telegraph sostiene que es un acto grave que hunde las relaciones entre los dos países. Massoumeh Torfeh escribe en The Guardian que la causa, la chispa, es el embargo bancario decretado por Londres.
Robert Fisk asegura en The Independent que las sanciones son la parte amable de las relaciones entre Irán y el Reino Unido. Jon Lee Anderson escribe en The New Yorker sobre los porqués del odio iraní a los británicos.

No fue un acto revolucionario ni espontáneo, sino uno concreto y programado de desafío, que sigue a un voto parlamentario, ante la presión internacional sobre el régimen de Irán y su programa nuclear. Son crecientes y visibles las amenazas y los movimientos de EEUU, Reino Unido e Israel que apuntan a que un ataque militar está sobre la mesa, que es una opción política. Le Monde titula con la amenaza de «graves consecuencias» lanzada desde Londres.

Haaretz publica hoy unas declaraciones de Meir Dagan, exjefe del Mossad, quien advierte: «Un ataque contra Irán provocará una guerra regional«.

Irán en su laberinto (4) "…Y cegará a nuestros enemigos"

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El pasado fin de semana el clérigo Mohamad Golpayegani, jefe de la oficina del líder supremo de la Revolución, el ayatolá Alí Jamenei, se refería, ya sin cortarse un pelo, a la planta atómica secreta cuya existencia, tras ser descubierta por los servicios secretos occidentales, el régimen no había tenido otro remedio que reconocer y lo hacía con ese lenguaje metafórico-belicista que tanto gusta en aquellas latitudes, «la nueva planta estará operativa en breve y cegará a nuestros enemigos». Un día después, la Guardia Revolucionaria iraní, la fuerza de élite y guardia de corps del régimen revolucionario islámico iraní, prueba con éxito su nuevo misil Shahab 3, cuyo largo alcance, hasta 2000 km, le permitiría alcanzar Israel, país al que Mahmud Ahmadineyad sigue jurando muerte y destrucción. Si queda alguna duda, adivinanza, amarillo y con ojiva balística…

Irán en su laberinto (3) Chávez a los postres

En Teherán, Hugo Chávez y Mahmud Ahmadineyad se saludan tras cerrar varios acuerdos económicos y una alianza estratégica entre las dos naciones y hablar, en feliz tête à tête, de sus cosas de déspotas iluminados. Así, mientras el iraní ultima su gobierno salido del fraude y la represión y purga su cuerpo diplomático de quien mostró cierto apoyo a las protestas estudiantiles al igual que la Universidad del profesorado de las dudosamente islámicas carreras de Humanidades, en el país del venezolano venezolano, su gobierno esbirro anuncia el cierre inminente de 29 emisoras de radio más, un mes después del cierre de otras 32 (más dos canales de televisión,) todas curiosamente opositoras en mayor o menor grado a los despóticos deseos de Chávez. Cosas divertidas que contar a los postres.

Irán en su laberinto (2) Muerte en Teherán

El líder supremo de Irán Alí Jamenei toma partido definitivamente al ratificar la victoria de Ahmanideyah en los comicios de la semana pasada, los periodistas extranjeros son expulsados del país, las manifestaciones prohibidas o reprimidas por la fuerza por la policía y las milicias pro-gubernamentales basij, que toman las calles imponiendo su matonismo.

Internet está siendo bloqueada para dificultar la comunicación y coordinación de manifestantes, muchos líderes opositores han sido detenidos, la censura se impone en los medios oficiales que niegan al exterior del país la convulsa realidad de sus calles. El régimen conservador iraní mostrando sus colmillos y su ferocidad.

Y sin embargo, contra todo pronóstico, la ola de indignación y protestas continua en Irán. Y en una calle de Teherán un padre le suplica inútilmente a su hija «Neda aguanta, Neda quédate, no tengas miedo, quédate, quédate…» tras ser ésta alcanzada en el corazón por un francotirador basij.

Iran en su laberinto (1) Fraude y rebelión

Los sucesos que están ocurriendo estos días en Irán tras las últimas elecciones presidenciales sobre las que cada vez planea más la sombra del fraude, están poniendo al régimen de los ayatolás en unos aprietos que parece que nadie, ni siquiera ellos, preveía.

Estos acontecimientos que sacuden el país persa parecen esconder no sólo el rechazo al resultado electoral sino también el hartazgo de amplios sectores de la población con el gobierno ultraconservador de
Mahmud Ahmadineyad. De esta forma se han sucedido masivas manifestaciones de protesta que protestan por la confirmación del carácter tiránico e inmovilista del régimen que los gobierna desde hace treinta años y claman por la repetición de los comicios y por la caída del gobierno.

Los manifestantes y opositores tratan de organizarse tras la figura del líder opositor Mir Husein Musaví, que ya pidió al Consejo de Guardianes de la Revolución (otros cachondos mentales, como el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei) que revisara los resultados electorales, los anulara y convocara nuevas elecciones, obviendo el hecho de que tanto este órgano como el ayatollah Jamenei ya dieron su apoyo a Ahmadineyad. En las calles los manifestantes se sinceran ante los informadores extranjeros confesándoles «la gente está dejando de soportar las cosas intolerables y está demostrando al régimen que no puede hacer todo lo que quiere».

Mientras, el gobierno prohíbe las manifestaciones de la oposición y amenaza con disolverlas por la fuerza, bloquea las comunicaciones con el exterior y la coordinación de los opositores interfiriendo Internet y los móviles, obstaculiza la labor de los periodistas extranjeros -o intenta directamente expulsarlos del país- y lanza a sus milicianos, los basij (como aquellas SA dependientes del partido nazi que sembraron el terror en la Alemania de los primeros años 30 del pasado siglo) contra los manifestantes, intentando intimidarlos y disolverlos con porras y pistolas, con el resultado de varios manifestantes muertos por disparos. El viejo e inmovilista Irán lucha contra el Irán joven y abierto a nuevas ideas que clama por reformas dentro del régimen que les permitan sentirse otra vez parte del mundo del siglo XXI. No sólo son dos las Españas.

Estos próximos días se prevén apasionantes y veremos si los centenares de miles de opositores insisten en sus reclamaciones y consiguen la repetición de las elecciones o el inmenso poder del régimen acaba por minar y vencer poco a poco las protestas de los manifestantes.

En la redacción de Vida y Tiempos… nos gustaría que esto no fuera así y que Irán pudiera optar por una apertura que ventilara los oscuros pasajes de un régimen teocrático y falsamente democrático (el cierre de medios de comunicación progresistas y el veto o detención de candidatos que no son afines al régimen, por poner un par de ejemplos, son moneda corriente en la política interna del país iraní) aunque tenemos nuestras serias dudas, a pesar de las presiones del ex-presidente Jatami.Tampoco se muestra muy esperanzado el catedrático de Relaciones Internacionales Felipe Sahagun, que en el artículo Irán, tras el pucherazo, publicado en El Mundo nos presenta su visión sobre este mayúsculo asunto de la actualidad internacional, que mantiene los ojos del mundo fijos en lo que ocurre en el milenario estado persa, país de importancia capital dentro del frágil equilibrio de fuerzas de esa crucial región del mundo que es Oriente Medio.

Felipe Sahagun. Irán, tras el pucherazo
Lunes, 15 de junio de 2009.- La reelección del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, atufa a pucherazo y Occidente no puede mirar hacia otra parte, pero debe tener claro que cualquier condena o crítica del dirigente iraní y del proceso electoral recién concluido se interpretará dentro de Irán como una nueva agresión imperialista y, en vez de acelerar, frenará los cambios deseados.
Es más que improbable que, con una participación del 85%, Ahmadineyad haya obtenido casi un 63% después de cinco años de desgaste, promesas incumplidas y provocaciones gratuitas de todos sus adversarios internos y externos.
Las dos únicas ocasiones en que se han producido resultados comparables –las primeras elecciones de Rafsanyani y de Jatamí- han sido por la movilización del voto urbano, joven y femenino, masivamente a favor del cambio.
Aunque Mir-Husein Musavi es hijo de la revolución y dirigió los gobiernos responsables de la mayor parte de las ejecuciones a las órdenes de Jomeini, en estas elecciones representaba ese cambio y había aglutinado a su alrededor a los principales partidarios de las reformas y de una relación menos agresiva con Occidente.
No es creíble que, habiendo sido Musavi el artífice de la gran movilización, Ahmadineyad, que ganó por los pelos la primera vez, sin contar siquiera con el apoyo firme de los principales líderes religiosos, haya sido el gran beneficiado por la nueva marea verde, comparable sólo a la de la revolución, hace 30 años.
Habiendo dado ya por buenos los resultados, es difícil que el Consejo de los Guardianes, el Ministerio del Interior y los tribunales de justicia declaren nulas, como pidió el domingo Musavi, las elecciones y reconozcan su victoria o convoquen nuevos comicios. El conflicto se tendrá que resolver, por lo tanto, en la calle y en los pasillos oscuros del poder, que en el Irán de 2009 está más diluido y repartido de lo que muchos observadores creen. El Ejecutivo ya no es la marioneta inerme de hace veinte años, pero Ahmadineyad se aprovecha, sobre todo, de la división en la cúpula clerical y militar para seguir desafiando y provocando a propios y a extraños.
Desde el sábado el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani, valedor de Musavi, se encuentra en la ciudad santa de Qom buscando el apoyo, entre bambalinas, de los clérigos que controlan el Consejo de los Guardianes. Todo se mueve en el secreto, hasta el punto de que no sabemos si Jamenei ha estado detrás del pucherazo o ha sido el primer sorprendido por los resultados.
Las manifestaciones a favor de cada candidato, los enfrentamientos de seguidores de Musavi con la policía antidisturbios, las detenciones de dirigentes de la oposición, los ataques verbales del presidente contra los medios informativos extranjeros y los cortes de comunicaciones por Internet y por los móviles por el Gobierno para entorpecer la coordinación de la respuesta a su más que probable pucherazo seguirán durante días y semanas, pero –con el Ejército, la Guardia Revolucionaria y los clérigos, fuertemente divididos- es muy difícil que se repita en Irán una revolución verde, naranja o de terciopelo como las que hemos presenciado en otros países.
Detrás de Musavi están muchos clérigos, militares, empresarios e intelectuales que quieren dejar atrás la militarización de la política, el arma principal de la vieja guardia desde la revolución para mantener sus privilegios, y que ven en Ahmadineyad y sus lugartenientes un camino que sólo conduce a un régimen militar muy parecido al de Egipto. Todo menos eso es lo que ha defendido Musavi en la última campaña.
Las potencias occidentales no pueden dar por bueno lo sucedido, pero tampoco pueden dar un puñetazo en la mesa y romper las negociaciones con Teherán, pues con ello harían un gran favor a la vieja guardia empeñada en seguir como hasta ahora. Obama está haciendo lo correcto. Es el primer presidente estadounidense que se refiere a Irán por su nombre, República Islámica de Irán, y que está dispuesto a negociar con Teherán sin condiciones.
Si Ahmadineyad no escucha la voz de la calle en su propio país y la de los Gobiernos y medios de comunicación extranjeros e insiste, como ha hecho hasta ahora, en tratar a Obama como a Bush II, nuclearizar su país y seguir apoyando a los grupos más radicales de Oriente Medio, Washington y sus aliados europeos tendrán mucha más fuerza para imponer sanciones draconianas. El cambio de régimen por la fuerza y la injerencia en los asuntos internos iraníes deben descartarse por completo. Con un Irak ya hemos tenido bastante.
Los Gobiernos y periodistas occidentales haríamos bien en olvidar los binomios reformistas-conservadores u occidentales-antioccidentales con los que simplificamos y distorsionamos constantemente la realidad iraní.
Por su experiencia histórica, por la propaganda de los últimos 30 años y por los cambios radicales ocurridos desde la muerte de Jomeini en Oriente Medio, la inmensa mayoría de los iraníes comparte el sentimiento de cerco y ve en el Israel nuclearizado, con misiles apuntando a Irán, su principal amenaza. Si a ello añadimos los efectos contradictorios en Irán de las intervenciones occidentales en Afganistán e Irak y la paranoia alimentada cada día por una propaganda nauseabunda, tenemos el cóctel perfecto para años de negociación y de conflicto. Esperar otra cosa es ignorar la realidad.