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El planeta asiático
Estupor y Temblores (20) ‘Los rubíes de los jemeres rojos’, de Oliver Weber
Vocabulario Fundamental. Planeta Tierra (16) Paisajes transformados, planeta manufacturado
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Estupor y Temblores (18) La imagen perdida del genocidio camboyano
Rithy Panh
La ideología psicópata de los khemer rouge de Pol Pot y sus terribles efectos contra su propia población (también de etnia khemer, por lo que se trataría, técnicamente, de un auto-genocidio de clase), es retratada por el director camboyano recurriendo a muñequitos y escenarios tallados en barro con los que representa la demencia maoísta khmer y que causan tanto horror y compasión como si fueran personas de carne y hueso.
En esta coproducción francesa-camboyana del año 2013, Rithy Pan compone un emotivo y doliente relato en primera persona de su tenebrosa infancia durante aquellos años, mientras se aferraba a la vida en los campos de exterminio. Sus expresivos muñequitos de arcilla exorcizan los traumas y recuerdos de aquella época terrible, demostrando que el arte puede mirar a los ojos de la tragedia sin recurrir a imágenes truculentas y sensacionalismos para mostrar los más oscuros abismos de la naturaleza humana. Imprescindible.
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Los enigmas de China (7) Trabajar hasta morir en China
En la red social Sina Weibo, el Twitter chino, las quejas e historias acerca del estrés al que están sometidos diariamente en diferentes lugares de trabajo en China algunos de sus usuarios son constantes, informa Bloomberg, que cita las muertes de un empleado de 24 años de Ogilvy Public Relations Worldwide, la de un auditor de 25 años de PricewaterhouseCoopers o la de un diseñador de aviones de combate.
El Estado chino, sin embargo, considera a aquellos que trabajan hasta su último suspiro héroes, como lo fueron mártires comunistas en el pasado. Un ejemplo es Lei Feng, soldado del Ejército Popular de Liberación chino, que ha sido agasajado en diferentes campañas de propaganda desde 1960 por su dedicación desinteresada al partido. El caso que ha desatado esta nueva polémica ha sido la muerte del regulador bancario chino, Li Jianhua, que literalmente trabajó hasta morir. Tras 26 años de «poner siempre la causa del Partido (Comunista) y del pueblo» en primer lugar, el funcionario falleció a los 48 años de un ataque al corazón por tratar de terminar un informe antes de que saliera el sol.
Campanadas de la Historia (39) El hombre del tanque / 25 años de la matanza de Tian’anmen
The Tank Man
Tiananmen, la plaza que estremeció China
Antonio Broto (EFE) 03.06.2014
Entre abril y junio de 1989, millones de personas se movilizaron en China en un intento de que el país se uniera a la ola de apertura que vivía entonces Europa del Este, pero aquel movimiento, del que 25 años después aún se sabe poco, terminó en tragedia. Aquellos hechos, que fuera de China son un hito del siglo XX pero dentro son un tabú, hicieron temblar los cimientos del régimen, mostraron al mundo los excesos del comunismo chino y dieron al régimen un talante cerrado y paranoico aún vigente.
La prensa internacional recuerda cada 4 de junio la matanza que acabó con las protestas en Pekín, pero un cuarto de siglo después pocos se detienen a rememorar el origen de aquel descontento o a desmentir los tópicos. Y es que, por ejemplo, la mayoría de las muertes fueron lejos de Tiananmen. La mayor represión no la sufrieron los estudiantes, sino los obreros, pues no sólo hubo revueltas en Pekín, y el movimiento no acabó el 4 de junio, ya que continuó en otras urbes.
Proyección internacional
Cerrojazo del régimen
En la tarde del 3 de junio, la televisión china ordenaba a los pequineses que no salieran de sus casas, mientras tanques y vehículos acorazados avanzaban hacia el centro de Pekín. Fue en ese avance donde se produjeron muchas de las muertes en aquella fatídica noche, cuando muchos pequineses intentaron impedir el paso de los tanques, lo que produjo grandes matanzas en el oeste de la ciudad. El número de fallecidos en esos enfrentamientos sigue siendo un misterio, y oscila, según diferentes fuentes, entre los 300 y los 2.600, de los que apenas una decena son soldados.
En Tiananmen, donde se encontraba entre otros el escritor que 20 años después recibiría el Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, el desalojo fue menos sangriento, aunque nadie sabe a ciencia cierta lo ocurrido en una noche de caos y ausencia de prensa internacional. Con una notable excepción, ya que el único medio que pudo grabar esa noche imágenes de la plaza fue Televisión Española.
Represión y muerte
Hace 25 años el ejército chino aplastó las protestas de estudiantes en la plaza de Tiananmen, en Pekín. Hace 25 años, un reportero de TVE, José Luis Márquez, fue el único que logró grabar la represión de las protestas dentro de la plaza. El reportero recuerda también que “la masacre como masacre no fue en la plaza de Tiananmen”.
Vocabulario Fundamental. Fraude (14) Cultura de falsificaciones
Estupor y Temblores (16) ‘The act of killing’, autorretrato indonesio del horror
Más de cuatro décadas después, aquellos asesinos de masas agrupados en la autodenominada «Juventud Pancasila», viven en la más absoluta impunidad y continúan intimidando y extorsionando a aquellos que sobrevivieron a las masacres y sus descendientes, sin sentir el más mínimo remordimiento por los crímenes, violaciones o torturas que cometieron. Es por ello que cuando el director norteamericano Joshua Oppenheimer con el alemán Werner Herzog como productor, pensaron hacer un documental sobre aquellos desconocidos y terribles hechos, decidieron que fuera la propia mirada de los asesinos la que contara lo que ocurrió, ofreciéndoles una cámara frente a la que recrean aquellos días de locura homicida. Y lo hacen a conciencia, mostrando toda su estúpida maldad, su mal gusto, su ignorancia, su cruel y patética humanidad, de las que conviene alejarse de vez en cuando, dejándonos llevar por una risa nerviosa que nos distancie de lo que estamos viendo. En fin, les dejamos con esta inquietante obra maestra del género documental, un surrealista y espeluznante autorretrato del mal que ha roto en Indonesia un largo silencio en torno a uno de los más oscuros capítulos de su historia.
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Con un estilo visual que podríamos considerar loquísima mezcla entre Quentin Tarantino, Pedro Almodóvar y Apichatpong Weerasethakul, y heredero de Werner Herzog -que produce la cinta-, Oppenheimer ha creado una magnífica obra documental que ha cosechado desde dicho estreno numerosos premios, incluyendo el Primer Premio y el Premio del Público de Documenta Madrid, y que aspira a ser el Searching for Sugar Man de esta temporada.
La premisa de la película es jugosa. En 1965, el gobierno indonesio del dictador Suharto llevó a cabo una persecución contra el comunismo que dejó un millón de muertos en el país asiático. Esas matanzas fueron perpetradas por mercenarios, por bandas de gánsteres sin inclinaciones ideológicas. En The Act of Killing, Oppenheimer pide a algunos de ellos, héroes en sus entornos cotidianos, que recreen escenas de esas ejecuciones para una película y graba el proceso de producción, a modo de making of.
Oppenheimer vivió en el país asiático y descubrió con sorpresa que uno de sus vecinos había llevado a cabo cientos de ejecuciones. Quería hacer un documental sobre el tema, pero se dio cuenta de que si quería hacerlo de una forma segura tendría que enfocarlo desde la mirada de los asesinos, sin contar con grupos de derechos humanos o supervivientes. Lo que de entrada suena brutal, macabro y salvaje deriva en un acercamiento al misterio del mal que en ocasiones parece un mockumentary por la extravagante ingenuidad de sus protagonistas y el juego entre realidad y ficción con el que se despliega la historia.
«Esperaba asesinos y me encontré gente ordinaria a la que puedes querer y por la que te puedes preocupar», explicaba Oppenheimer. Ordinarios como Anwar Kongo, el principal protagonista y motor de la historia. Se nos presenta al inicio del filme como un tipo dicharachero y normal, que cuenta lo que hizo sin convertirlo en una hazaña, pero con la candidez de quien siente que hacía lo que tenía que hacer.
Esa candidez que es crudeza a la hora de confesar la mecánica para asesinar -the act of killing-, la galería de personajes que acompaña al protagonista y que en ocasiones roza lo freak, y algunos toques de surrealismo en la puesta en escena de la historia que se rueda dentro de la historia, difuminan los contornos de la realidad y permiten que el espectador pueda distanciarse hasta la risa. Y, sin embargo, tras esa rara embriaguez el balance emocional es estupor y turbación.
El crimen lo define el vencedor
A medida que avanza está «especie de anticatársis» para Kongo vamos penetrando en ese misterio, el de «esa completa fantasía de un mundo dividido en malos y buenos, la moral «Star Wars», como etiqueta el cineasta tejano. «La verdad, lo que lamento… Nunca pensé que iba a parecer tan horrible», dice Kongo casi al final de la película, cuando Joshua le muestra el montaje de la recreación de la masacre en un pueblo indonesio que fue borrado del mapa. No era consciente del destino de ese viaje que comenzó tan ufano.
Uno de sus compadres en el crimen, casado y con dos hijas, al que convoca para grabar algunas escenas, es más consciente de lo que aquello puede suponer y se muestra remiso a rodar, critica que lo hagan, confiesa que no le da vueltas al tema y que eso le ha permitido dormir con la conciencia tranquila. «Lo que se considera crimen de guerra está definido por los vencedores», replica cuando la cámara le pregunta si no es consciente de que aquello que considera era un deber puede llevarle a La Haya. «Que me lleven», desafía.
Exterminar «de una manera más humana»
«Esto no es lo característico de la Pancasila Youth [juventud paramilitar al servicio del Estado], como si nos gustase beber sangre», justifica en el set de rodaje de la citada masacre el ministro de Juventud y Deporte, que ha acudido a apoyar el rodaje pero que parece también darse cuenta al verse desde fuera lo que están haciendo. «Debemos exterminar a los comunistas, pero debemos aniquilarlos de una manera más humana», dice con toda llaneza.
Gracias a The Act of Killing se habla por primera vez abiertamente en Indonesia de este crimen masivo, gracias a proyecciones clandestinas o reducidas, ya que la censura no permitiría la proyección de un documental cuyo rodaje fue convirtiéndose en algo cada vez más peligroso y en cuyos créditos hay varias decenas de miembros del equipo técnico que están acreditados como «anónimos». «Si queremos prevenir con seriedad que nos matemos unos a otros, tenemos que mirar a los motivos de la violencia frente a frente», defiende Oppenheimer. «¿He pecado… y todo esto vuelve ahora a mí? Espero que no», dice Kongo, cuyo personaje hubiera sido de imaginar por un guionista. «Sé que estaba equivocado, pero tenía que hacerlo».
No es este un acto de denuncia al uso (pero lo es, por muchas carcajadas que el espectáculo provoque, y prueba de ello es que los supervivientes de la matanza son los primeros que quieren distribuir la película en Indonesia). Es, sobre todo, «cómo un régimen de terror se imagina a sí mismo», en palabras del propio director.
Vocabulario Fundamental. Animales (11) ‘The Cove’, el horror tras la sonrisa del delfín
Fruto de sus investigaciones llegó a conocer lo que acontecía cada año en una cala oculta al público en Taiji. Afortunadamente la controversia y el shock que supuso en la sociedad japonesa (muchos cines fueron amenazados y hubo manifestaciones a favor y en contra) la difusión de este documental -en el que además se denuncian los altos niveles de plomo en la carne de estos mamíferos y los turbios manejos japoneses en la Comisión Ballenera Internacional- provocó que, como cuenta Ric O’Barry en el artículo de El Mundo que adjuntamos a continuación, haya bajado el consumo de carne de delfín y otros cetáceos (Japón gusta también de masacrar marsopas y otras ballenas) en el país nipón. Pero eso no significa que no se sigan produciendo cada año las masacres de cetáceos pues 23.000 delfines y marsopas son cazadas cada año en el país nipón. El pasado 1 de septiembre comenzó la temporada de caza, que durará hasta abril. Con todo ello les dejamos.
Firmar en contra de la matanza de delfines de Japón
‘La matanza de delfines en Japón se ha reducido desde el estreno de ‘The Cove’
Teresa Guerrero – El Mundo 26/02/2012
O’Barry, con una bandeja de carne de delfín en un supermercado japonés. | ‘S.J.D’Ric O’Barry (Florida, 1941) lleva más de cuarenta años luchando por acabar con la industria que él mismo contribuyó a crear. En los años 60 se hizo famoso en todo el mundo al convertirse en el entrenador de la famosa serie de televisión ‘Flipper’, un personaje interpretado por varios delfines. Uno de los animales murió en sus brazos al dejar voluntariamente de respirar. A partir de ese momento, O’ Barry decidió dedicar su vida a protegerlos.Hace tres años volvió a hacerse famoso al denunciar la matanza indiscriminada de delfines en un pueblo costero de Japón. El documental ‘The Cove’ (La cueva) mostró al mundo la investigación llevada a cabo en Taiji por un equipo de su organización conservacionista, ‘Save Japan Dolphins’. Hoy se cumplen dos años desde que el film ganó el Oscar al mejor documental, un premio que, como señala O´Barry en una entrevista con Elmundo.es, ha contribuido enormemente a los avances de su organización.
Equipados con cámaras ocultas, los activistas consiguieron grabar la caza de delfines y documentar el lucrativo negocio que representa el tráfico de estos pequeños cetáceos. Los mejores ejemplares son vendidos por unos 115.000 euros a los acuarios y zoológicos de todo el mundo, donde son explotados. Los demás son aniquilados brutalmente y su carne, rica en mercurio y otros elementos tóxicos, es comercializada en los supermercados del país.
Pregunta.-Usted fundó el proyecto ‘Save Japan Dolphins’ en 1970, aunque éste no se hizo mundialmente conocido hasta el estreno del documental ‘The Cove’. ¿Cómo ha ayudado la película a los objetivos de su organización.
‘The Cove’ ha supuesto una gran diferencia. Los medios de comunicación japoneses estuvieron evitando este tema durante años. Antes de su estreno, los periodistas de los principales periódicos y televisiones de Tokio que visitábamos junto a conservacionistas japoneses nos decían que la matanza de delfines era una gran historia, pero que sus directores no les permitirían publicarla. La película cambió esto por completo. Algunos medios siguen mostrándose hostiles, pero muchos simpatizan con nuestra causa. En Japón se ha producido un enorme descenso en el consumo de carne procedente de delfín y ballena, dejando a los cazadores con menos mercado para vender sus delfines. Y lo atribuimos a nuestra campaña y al documental. Sobre todo, porque informó de que esta carne está contaminada por mercurio en la carne de delfín y ballena. Es importante recordar que [el descenso] no ha sido sólo por la película. Por sí sola no habría podido producir ningún cambio. La clave del éxito ha sido nuestra campaña permanente para llevar la verdad al público, tanto en Japón como en el resto del mundo.
P.-La matanza de delfines, sin embargo, continúa en Taiji. ¿Se ha reducido el número de animales capturados?
Sí, durante los últimos cinco años ha habido un descenso continuado en el número de delfines asesinados en Taiji. Se rumorea que la temporada de caza de este año acabará varias semanas antes de lo habitual (normalmente la época de caza durante hasta finales de marzo, y a veces hasta abril) porque el mercado en el que los cazadores venden su carne se ha reducido.
P.-Por lo que respecta al Gobierno japonés, ¿ha percibido un cambio en su posición? ¿Se han tomado medidas para frenar la matanza de delfines?No. El Gobierno, o mejor, debería decir la Agencia Pesquera de Japón es adicta a la matanza de delfines y ballenas. Harán cualquier cosa para promover estas matanzas, utilizando incluso fondos destinados a paliar los efectos del terremoto y del tsunami [del 11 de marzo de 2011] para dar subsidios y proteger la caza. Ellos son los verdaderos villanos en este caso. A los burócratas de la Agencia Pesquera de Japón no les preocupa en absoluto la salud y el bienestar de la población. Es una situación muy trágica. Podríamos incluso llegar a una situación en la que los pescadores de Taiji se niegan a cazar delfines pero aún recibirían permisos del Gobierno.
P.-¿Cómo ha reaccionado la sociedad japonesa?
Creo que el mensaje del documental sobre las sangrientas matanzas, que habían sido ocultadas a la sociedad japonesa, y sobre la contaminación por mercurio de la carne de delfín se ha extendido de manera significativa desde que ‘The Cove’ se estrenó en Japón. Todavía nos queda mucho por hacer, pero estamos progresando de manera impresionante para que se reduzca su caza. Un periodista japonés, amigo mío, nos dijo que el año pasado, el alcalde de Taiji se quejó por la gran cantidad de historias publicadas sobre el mercurio, pues estaban perjudicando las ventas de carne de delfín.
P.-¿En cuántos cines japoneses se estrenó ‘The Cove’?
Si la memoria no me falla, se ha proyectado en unos 26 o 28 cines. En algunos estuvo en cartelera durante más de dos meses. Ahora esta disponible en DVD en las tiendas, y nuestros amigos de la ‘Oceanic Preservation Society’ (OPS), que hicieron la película, y yo estamos distribuyendo copias gratuitas. Cualquiera puede ir a la página web de OPS y descargarse una copia en japonés gratis. Pero todavía hay muchos japoneses que no han visto ‘The Cove’, aunque se han publicado muchas noticias en los medios nipones sobre el documental y las matanzas. Sería fantástico que se emitiera en la televisión de Japón, aunque dudo de que ningún canal se arriesgue a la cólera que desataría en el Gobierno japonés.
P.-¿Tienen cifras sobre el descenso del consumo de carne de cetáceo?No disponemos de mucha información sobre la venta de carne de delfín pero sí sabemos que en 2010 había 5.000 toneladas de carne de ballena congelada. En 2011, aumentó a 5.400 toneladas. Fue un año en que el número de ballenas capturadas en Japón fue muy bajo. En otras palabras, no pueden vender la carne de ballena en el mercado y tienen que almacenarla.
P.-En el documental denunciaban que, en ocasiones, la carne de delfín se vende en los supermercados japoneses como si fuera de ballena. ¿Continúa este fraude?
No lo sabemos con seguridad pero asumimos que sí. La carne de delfín sigue siendo etiquetada como si fuera de ballena. De modo que el declive en el consumo de ballena nos da una idea sobre el descenso en las ventas de delfín también.
P.-En el blog que mantiene en su página web afirma que en 2011 han logrado grandes progresos en las Islas Solomon y en Indonesia. ¿Cuáles son sus principales objetivos en 2012?
Continuaremos teniendo voluntarios en la cueva de Taiji durante la temporada de caza para comprobar los progresos y para seguir mostrando al mundo lo que allí ocurre. Volví a visitar Taiji en enero y, por primera vez, emitimos un vídeo grabado allí vía iPad. Fue un gran éxito. Seguimos haciendo análisis a muestras de carne para buscar mercurio y midiendo los índices de radiactividad tras el accidente de Fukushima. Intentamos llevar nuestro mensaje al mayor número posible de japoneses distribuyendo copias gratuitas del documental, con ayuda de nuestros amigos de la ‘Oceanic Preservation Society’. Me estoy reuniendo con gente influyente en Tokio y organizando ruedas de prensa de forma periódica. Este verano, queremos ayudar a las empresas de avistamiento de delfines, que están proliferando en Japón. También estamos dando más dinero a las Islas Salomón para compensar sus esfuerzos (a cambio de que dejen de matar a alrededor de 2.000 delfines cada año). Estamos intentando mejorar nuestra cooperación con el Gobierno de Indonesia y continuaremos luchando para evitar que se construyan nuevos delfinarios por todo el mundo. ¡Espero que podamos cerrar varios de ellos este año!.
P.-¿Las Islas Salomón exportaban delfines a Japón?
No, por lo que sabemos. Todos los delfines asesinados se usaban para consumo propio, y los dientes se utilizaban como dinero. Hemos logrado acabar con esto cooperando con los habitantes de los pueblos. Aún hay varias compañías que cazan delfines para venderlos a acuarios. En diciembre, por ejemplo, enviaron 25 ejemplares a China. Esperamos acabar con estas ventas este año. Por lo que sabemos, ningún delfín ha sido exportado a Japón. Taiji satisface las necesidades de Japón.
P.-¿Cuántas veces fue arrestado el año pasado?
Me han detenido varias veces en el pasado pero nunca me han condenado por violar ninguna ley. Hace tiempo que no me arrestan aunque no lo voy a evitar si puede resultar útil para nuestros objetivos. En Japón, por ejemplo, ser arrestado sería inútil pues tendría problemas cada vez que regresara al país. Todos tenemos mucho cuidado para no violar las leyes japonesas y cooperamos con la policía.
P.-¿Ha habido avances positivos en la Comisión Ballenera Internacional?
El fotograma muestra el agua teñida de rojo por la sangre de delfín. | ‘Save Japan Dolphins’.
El único avance positivo ha sido que ‘Earth Island’ y otras muchas ONG han conseguido detener un plan conjunto de EEUU y Japón para que se legalizara la caza de ballenas por parte de Japón pese a la moratoria vigente desde 1986-1987. La Administración Obama realmente ha dado una imagen patética en esa lucha. Pero estoy contento de poder decir que la UE, Australia y muchos países de Sudamérica defienden a las ballenas.
P.-En el pasado ha recibido amenazas por su campaña. ¿Sigue amenazado?
En Taiji, la presencia policial creció enormemente. Aunque su principal objetivo es proteger a los cazadores de delfines, en realidad nos protegen a nosotros también. Así, que de alguna forma, el tema de la seguridad ha mejorado. Aún tengo que tener cuidado en Japón porque algunos grupos nacionalistas radicales se han involucrado en este tema. En realidad, me gusta Japón. Los japoneses involucrados en la matanza de delfines y ballenas son una minoría.
P.-Asegura usted en su blog que la matanza y la explotación de delfines acabará, aunque llevará tiempo. Teniendo en cuenta los esfuerzos de los gobiernos y la situación actual, ¿cuándo cree que lo lograrán?
Es difícil saberlo. Creo que en Taiji cada vez es más difícil hacer dinero con los delfines. Aún es muy rentable cazar animales para que vivan en cautividad así que no podemos saber si será pronto. En otros pueblos costeros de Japón todavía se matan muchos ejemplares cada año, aunque la caza ha sido temporalmente interrumpida debido al tsunami. Pero en Taiji creo que sólo harán falta unos pocos años para que los cazadores tengan que dejarlo.
P.-¿Ha mejorado en estos dos últimos años la situación de los delfines en cautividad en España?