Vocabulario Fundamental. Viajes y Migraciones (11) ‘Uma longa viagem’, de Lúcia Murat

‘Un largo viaje’ (Uma longa viagem, 2011) es un documental de la directora brasileña Lùcia Murat que trata de dos viajes. Uno, el que la propia directora Lùcia Murat y su hermano Heitor emprenden en su memoria tras la muerte de su hermano Miguel, volviendo a finales de los años sesenta y los setenta del siglo XX, para recordar su vida de aquellos años cuando los tres eran poco más que adolescentes idealistas y libertarios que querían cambiar su país y, de paso, el mundo. La propia directora militaba en los movimientos de resistencia a la dictadura militar brasileña (promovida por la C.I.A. y que rigió el país carioca desde 1964 a 1985), llegando a pasar algunos meses en prisión e incluso siendo torturada. 

El segundo es el viaje relatado, el que Heitor realizó durante años por varios países del mundo, viaje promovido por sus padres que lo querían alejar de la influencia de su combativa hermana y de la difícil situación en su país. En esa época Heitor (caracterizado en su juventud por el actor Caio Blat) vivió a salto de mata, haciendo pequeños trabajos o pasando pequeñas cantidades de distintas drogas entre los países por los que viajaba, sustancias con las que de paso iba experimentando sensaciones y distintas percepciones de sí mismo. El propio Heitor y Lùcia rememoran aquella época a través de cartas, filmaciones, fotografías y recuerdos que van articulando las conversaciones que mantienen sobre la política, la locura y el individualismo y sobre aquella época en la que los tres hermanos se querían y sostenían en la distancia, aquellos años de compromiso y rebeldía, de tiranía y libertad.

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Vocabulario Fundamental. Animales (40) Cuba, paraíso por casualidad

Ahora que Barack Obama (y Raúl Castro) han decidido comenzar una nueva etapa en su controvertida relación desde la revolución que expulsó al corrupto Batista, la frustrada invasión de Bahía de Cochinos y el establecimiento del embargo desde hace más de cincuenta años, nos hemos acordado de un estupendo documental que teníamos en nuestra base de datos y que muestra la espléndida diversidad vegetal y faunística de la isla caribeña, mantenida por una gestión adecuada y sensata (a pesar de los pocos recursos). Pero también por el propio hecho de que, al no poder los estadounidenses acceder masivamente desde Florida, se han podido evitar las consecuencias del turismo masivo, recurrente dilapilador de biodiversidad y recursos naturales. Desde este blog nos alegramos de este hecho, con mucho recorrido e incógnitas todavía, que puedan normalizarse las relaciones de ambas naciones y ello ayude a la progresiva llegada de la libertad a la sufrida nación cubana, pero esperamos que eso no suponga a medio plazo una invasión desbocada de turistas y empresas estadounidenses que desnaturalicen y trastoquen su ejemplar equilibrio con su medio natural. 

Los múltiples paisajes de esta pequeña isla, su localización en el corazón del Caribe y su larga permanencia en medio de la guerra fría se han combinado para preservar algunos de los más ricos e inusuales entornos naturales del todo el hemisferio. Desde hace décadas los paisajes naturales de Cuba permanecen inalterados, mientras que sus vecinos caribeños envenenan y pavimentan sus entornos salvajes. Ahora los incalculables tesoros de Cuba se enfrentan a una avalancha. El turismo está en aumento y los expertos predicen que aún puede llegar a doblarse cuando finalice el embargo comercial al que se ve sometida por los Estados Unidos. ¿Qué le ocurrirá a la espléndida biodiversidad de la isla? La biodiversidad de una isla repleta de anfibios, reptiles y la mayor abundancia de peces de agua dulce distintos de la región.

Estupor y Temblores (21) "México me dueles mucho, ¿qué cosechas sembrando cadáveres?"

Desde aquella funesta fecha del 26 de septiembre en la que en la ciudad mexicana de Iguala se cerraron las fauces del horror sobre decenas de estudiantes de magisterio de la Escuela Rural Normal de Ayotzinapa que allí se encontraban, hemos venido siguiendo con creciente desasosiego las noticias que desde el querido país azteca se han ido sucediendo. De las balaceras y las torturas de la primera noche a la desaparición de 43 de esos normalistas que fueron capturados por la policía municipal de Iguala y bajo órdenes de la siniestra pareja que gobernaba la ciudad, entregados a los sicarios del narco Guerreros Unidos que los desapareció. 

Desde entonces la indignación popular no ha hecho más que crecer, según se iban sucediendo los descubrimientos de fosas que no correspondían, las detenciones y confesiones de los sicarios y las terribles circunstancias y los posibles destinos de los estudiantes perdidos. Por todo el país se han realizados masivas manifestaciones clamando por el fracaso de los partidos tradicionales para atajar la corrupción, la violencia, la impunidad y la infiltración del narco y pidiendo la renuncia del Fiscal General de Guerrero y la del propio presidente del país, Peña Nieto.

No se dan por satisfechos con la versión oficial y a pesar de su grito «vivos se los llevaron, vivos los queremos» es esta la petición, mezcla de absurdo y esperanza, de un retorno en el que ya casi nadie confía pero que muestra en toda su crudeza el profundo malestar que embarga al país y que ha derivado en la mayor ola de protestas en años, culminada en la gran manifestación en el Zócalo de D.F. del pasado 20 de noviembre. 

Porque van a cumplirse dos meses y los familiares aún esperan los resultados de las pruebas de los forenses argentinos (que ya descartaron que los restos hallados en las primeras fosas comunes descubiertas sean de los normalistas), sobre los restos encontrados en bolsas en el río y que, según la versión oficial -y por ahora, más probable-, habrían sido arrojados por los sicarios tras asesinarlos y quemaron los cuerpos en una hoguera que oscureció la noche y el día en un barranco perdido de Iguala.



Un doliente artículo del escritor Jorge Volpi resume el sentir del pueblo mexicano y un documental nos lleva a sentir en nuestra piel esa maldición que es el levantón y que año tras año persigue a miles de mexicanos secuestrados -y a sus familias-, condenados a no estar no estar ni vivos ni muertos.


El desamparo de Ayotzinapa


La desaparición y asesinato de 43 estudiantes es la conclusión del desastre nacional generado por la guerra contra el narcotráfico en México. Nada es tan peligroso para un país como el descrédito de su clase política


Según la reconstrucción de los hechos realizada por la Procuraduría General de la República, el 26 de septiembre pasado María de los Ángeles Pineda, esposa del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, se disponía a presentar su informe de trabajo como presidenta de la vertiente local de la organización denominada Desarrollo Integral de la Familia (el área de Gobierno responsable de los programas sociales) en un mitin que previsiblemente sería aprovechado para acentuar las posibilidades de suceder a su marido en las elecciones de 2015 como candidata del Partido de la Revolución Democrática (PRD), del cual hacía unos meses se había convertido en consejera.

Ese mismo día, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa —una de las instituciones creadas por Lázaro Cárdenas en los años treinta para formar profesores rurales, caracterizadas desde entonces por su vena rebelde— había viajado hasta Iguala, la tercera ciudad más importante de Guerrero, a fin de cumplir con un ritual más o menos tolerado por las autoridades: el secuestro de taxis y autobuses para recorrer la zona en busca de “donativos”, acaso para financiar su viaje a la ciudad de México, donde —siniestra paradoja— habrían de sumarse al contingente que el 2 de octubre recordaría a los estudiantes asesinados por el Gobierno en 1968 en la plaza de las Tres Culturas.

La ley de la impenetrabilidad de la materia —la idea de que dos sólidos no pueden ocupar simultáneamente el mismo espacio— devino entonces en una de las mayores tragedias mexicanas de los últimos, de por sí trágicos, tiempos. Ofuscado porque la presencia de los jóvenes podría opacar la entronización de su esposa, el alcalde Abarca dio la instrucción a su jefe de seguridad pública de impedir a toda costa que se manifestaran en Iguala. El resultado: al cabo de un brutal enfrentamiento, tres normalistas fueron asesinados —a uno de ellos lo desollaron y a otro le arrancaron los ojos de las órbitas—, otros tres infortunados paseantes también murieron, entre ellos un futbolista del equipo de tercera división de Chilpancingo, y 43 jóvenes desaparecieron sin que hasta el momento se haya confirmado el hallazgo de sus cuerpos.

El acontecimiento resulta tan obsceno, tan gratuito, que a más de un mes de distancia aún suena irracional. Imposible. Siempre según la reconstrucción oficial de los hechos, la Policía Municipal de Iguala habría sido la responsable de esas primeras muertes, así como de detener a los otros 43 normalistas, a quienes habrían cargado en un camión de redilas y conducido hasta la vecina Cocula, a pocos kilómetros de distancia. Una vez en su poder, los policías de este municipio habrían acatado la orden de entregar a los muchachos a un grupo de narcotraficantes conocido como Guerreros Unidos, los cuales a su vez los habrían llevado por sinuosos senderos hasta lo alto de la sierra. Según el testimonio de tres de ellos, a continuación los jóvenes, hacinados y heridos, habrían sido quemados vivos en una pira que ardió a lo largo de 15 horas.

Tras permanecer escondidos durante semanas, Abarca y Pineda —escabrosa versión mexicana de Lady Macbeth— han sido capturados, lo mismo que Ángel Casarrubias, alias El Machomo, el líder de Guerreros Unidos. La pregunta, sin embargo, se mantiene en el aire como un ominoso resumen de la catástrofe que aqueja al país desde que, hace ocho años, el presidente Felipe Calderón declarase intempestivamente la llamada guerra contra el narco. ¿Por qué alguien querría asesinar a estos 43 jóvenes? Aunque las declaraciones de los tres sicarios detenidos apuntan a que fueron salvajemente ejecutados, sus padres insisten en que no se darán por vencidos hasta que se identifiquen los cuerpos con absoluta certeza. Más que eso: el lema “vivos se los llevaron, vivos los queremos” se ha convertido en el símbolo del movimiento nacional que reclama conocer la verdad y en el mantra que resume la impotencia y la rabia frente a miles de casos semejantes.¿Por qué alguien, incluso un narcotraficante o un político corrupto, querría asesinar así, sin el menor resabio de humanidad, a 43 estudiantes de Magisterio? Esta pregunta, tan ardua y dolorosa, mantiene a México en vilo desde hace semanas. Ahora sabemos que, además de un rico empresario en el negocio de joyas, el alcalde, José Luis Abarca, era un destacado miembro de Guerreros Unidos y tal vez su “jefe de plaza”. Que su mujer, María de los Ángeles Pineda, era la responsable económica del cártel. Que dos hermanos de ella, antiguos lugartenientes del cártel de los Beltrán Leyva, fueron asesinados por su jefe acusados de traición. Que, tras ser elegido candidato del PRD a la alcaldía —por intervención del exalcalde Lázaro Mazón y con la anuencia de todos los sectores de la izquierda mexicana—, Abarca asesinó a sangre fría a uno de sus enemigos políticos.

Si el caso de los normalistas de Ayotzinapa ha despertado tanta indignación se debe a que, en medio del sinfín de muertes horrendas que hemos presenciado en estos años de pólvora, encarna la suma de todos nuestros temores. Mientras que dolorosamente los 72 migrantes hallados en Tamaulipas no dejaban de ser extranjeros o los narcotraficantes ejecutados en Tlatlaya no dejaban de ser narcos, aquí nos encontramos frente a 43 estudiantes. 43 jóvenes de familias sumidas en una pobreza ancestral. 43 jóvenes que, más allá de su ideología radical, representan a todos esos mexicanos que sólo aspiran a una vida mejor. Y porque Abarca y Pineda no eran simples políticos corrompidos por el narco, como los que abundan a lo largo y ancho del territorio nacional, sino narcotraficantes convertidos en políticos. Criminales ungidos y tolerados por el conjunto de nuestra clase política.

Así, mientras los políticos de las distintas fuerzas no han hecho otra cosa más que tratar de exculparse o de exhibir la complicidad con los delincuentes de sus rivales, el resto del país se halla sumido en el más acerbo desamparo. Dado que todos los partidos, desde Acción Nacional, que inició la guerra contra el narco, hasta Morena, que continúa solapando a Lázaro Mazón, el protector de Abarca, y desde el Gobierno del Partido Revolucionario Institucional, que tanto ha tardado en reaccionar para resolver el caso, hasta el PRD, que postuló al alcalde y al exgobernador Rubén Aguirre, tienen responsabilidad en lo ocurrido, los ciudadanos de pronto no tienen a quién recurrir, en quién confiar. La ineficiencia de nuestro sistema de justicia —donde el 90% de los delitos se mantienen impunes— hace que la llaga se revele supurante. Ayotzinapa es, por desgracia, la conclusión última del desastre nacional generado por la guerra contra el narco. Nadie duda que antes de 2007 había tráfico de drogas o rachas de inocultable violencia, pero la abrupta intervención estatal en un sistema caótico destruyó por completo los delicadísimos equilibrios que mantenían a México en paz. La fragmentación constante de los cárteles y su imbricación cada vez más profunda en distintos sectores de la población auspició el surgimiento de una sociedad criminal en la cual las autoridades y los criminales empezaron a no diferenciarse. La degradación social dio lugar a una ríspida degradación moral y la vida dejó de tener valor frente a la menor ganancia inmediata.

Si de por sí en lugares como México las autoridades resultan tan poco confiables, Ayotzinapa deja la sensación de que ninguna será ya capaz de protegernos. Nada resulta tan peligroso para un país como el descrédito absoluto de su clase política. Y más si ese país, con sus innegables avances en áreas específicas, continúa arrastrando enormes problemas de desigualdad o mantiene gravísimos déficits en su Estado de derecho. Ayotzinapa, y la tristeza, la vergüenza y la cólera que ha generado por doquier, es el angustioso llamado de auxilio de una población harta de convivir a diario con la corrupción y con la muerte. 


Documental ‘Ni Vivos Ni Muertos’

Dirección: Luis Ramírez Guzmán
Guión y Sonido: Federico Mastrogiovanni
Música: Stefano Bollani
Produce: Coconut Films
País de producción: México
Año: 2014
Duración: 120 min

Durante los últimos ocho años en México, se han registrado más de ventisiete mil desaparecidos. En muchos de los casos se testimonia la participación, por acción u omisión, por parte del Estado, lo que transforma una desaparición o un secuestro en una desaparición forzada. Alan Calderón, de 21 años de edad, desapareció en la ciudad de Cuernavaca en diciembre de 2011. A lso dos días logró llamar a sus padres desde un ministerio público de la ciudad de Chipalcingo, Guerrero. Desde entonces se volvieron a perder sus huellas para siempre. Su caso tiene las principales características de este creciente fenómeno: la aparente arbitrariedad, la participación de corporaciones del orden público, la imposibilidad de conocer su paradero. Siguiendo los pasos de la historia de Alan Cerón, los autores reconstruyeron el caso de Rosendo Padilla, desaparecido en Guerrero por el ejercito en 1974, simbolo de las desapariciones dorzadas en la época de la llamada «Guerra Sucia». Su caso es el único en el que el Estado mexicano ha sido condenado por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. A través de entrevistas con miembros de asociaciones de familiares de personas desparecidas, abogados, periodistas y analistas, el documental es un interesante recorrido al interior de este fenómeno que durante el sexenio pasado y en los primeros años del actual se ha vuelto una de las páginas más obscuras de la historia de México. En la desparición forzada nada es casual. Es un esquema racional y sistematico del horror.

Vocabulario Fundamental. Asesinato (12) Ellacuría, crimen sin castigo

Este 16 de noviembre se han cumplido 25 años del asesinato de Ignacio Ellacuría y otros cinco jesuitas por el ejército salvadoreño en la Universidad Centroamericana de El Salvador. Ellacuría, partidario y altavoz del diálogo con la guerrillla y la Teología de la Liberación y dado su prestigio intelectual y su valiente denuncia de la situación del país se había granjeado la enemistad de algunos sectores financieros y militares que le habían amenazado con insistencia para acallar su voz. El 16 de noviembre de 1989 sería asesinado por un pelotón del batallón Atlácatl de las Fuerzas Armadas de El Salvador, bajo las órdenes del entonces coronel René Emilio Ponce, en la residencia de la Universidad. Hace cinco años, nuestro programa periodístico de referencia En Portada trataba en un reportaje de responder algunas preguntas que entonces y ahora permanecen abiertas sobre este crimen que conmocionó a la iglesia y la sociedad salvadoreñas. En él, el periodista Evaristo Canete compartía la experiencia que vivió en 1989 y entrevistaba al general Ponce, presunto responsable de la matanza. 



Ellacuría, crimen sin castigo



La guerra civil en El Salvador fue un conflicto largo y sangriento, por el que pasaron muchos de los mejores reporteros de guerra del momento y que se convirtió en parte de su memoria sentimental y profesional. Pero hoy El Salvador apenas ocupa espacio en los telediarios o en los periódicos. Cosas de la geoestrategia mundial, que ha trasladado el foco de los medios a países como Iraq o Afganistán y ha convertido a Centroamérica en una región medio olvidada informativamente hablando. Así que cuando el equipo de En Portada llegó a San Salvador tuve una curiosa sensación de salto en el tiempo. Además, íbamos a hurgar en el recuerdo de un episodio también casi olvidado, la matanza de los jesuitas en la Universidad Centroamericana, que ha vuelto a tener cierta actualidad al ser uno de los casos que investiga la Audiencia Nacional en virtud del cada vez más polémico principio de justicia universal.

El caso Ellacuría, eso fue evidente desde el primer momento, es un caso molesto, que se enmarca de lleno en el debate sobre la llamada memoria histórica, muy actual en España. Además, nosotros llegamos a hacer preguntas incómodas en un periodo sensible, durante la campaña electoral de las presidenciales. Fue muy significativo el silencio de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica y, sobre todo, de algunos políticos. Y fue curioso comprobar cómo el discurso de los que prefieren que no se sepa la verdad es siempre el mismo: No hay que reabrir heridas, hay que mirar hacia delante, es mejor no remover el pasado.

En una pequeña localidad al norte del país, llamada Ignacio Ellacuría en honor al sacerdote jesuita, dos humildes campesinas nos contaron cómo, al final de la guerra, sus hijos pequeños fueron masacrados en un bombardeo del Ejército. No está claro si fue deliberado o un error, pero casi 20 años después, ellas se mostraban dolidas sobre todo porque nunca nadie les ha pedido ni siquiera perdón. Esas madres, como muchos otros salvadoreños, no olvidan. Con su testimonio, que nos emocionó en muchos momentos, cobra su sentido la necesidad de mantener lo que llaman «memoria histórica». Sus heridas sólo se cerrarán cuando se conozca toda la verdad de lo que ocurrió en aquellos años.

Estupor y Temblores (19) Alma, hija de la violencia

Un estremecedor documental de Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère y dirigido por Ruben Korenfeld, de producción francesa y año 2012, nos permite conocer la historia de Alma, una joven guatemalteca que vivió cinco años con la mara 18, uno de las más violentas del país centroamericano, en el que más 20.000 jóvenes del país participaban de esta violencia organizada. En esos años de ‘clica’ y ‘homies’ fue cómplice de numerosos crímenes, un periodo de su vida que frente a la cámara denuncia y muestra la aflicción, la culpa y las heridas que aún sigue arrastrando. Para profundizar más en este documental RTVE ha creado un web doc que está también muy bien.
Documentos TV. «Alma, hija de la violencia»

Alma formó parte de una de las maras más violentas de Guatemala
En el documental Alma cuenta los crímenes que cometió y el precio de su salida

Alma es una joven de 26 años que se integró en una de las maras más violentas de Guatemala durante cinco años. Documentos TV estrena el galardonado documental en el que Alma cuenta su experiencia a cara descubierta; un infierno en primera persona: “Yo sabía desde el principio que las reglas eran matar, robar y extorsionar”, confiesa con una entereza escalofriante.

Pobreza, violencia y sentimiento de pertenencia a un grupo

Como ella, miles de chavales de la calle procedentes de familias desestructuradas y abandonados por todo lo que arrastra la pobreza, entran a formar parte de estas pandillas violentas. Se calcula que en Guatemala, más de 20.000 jóvenes participan en ellas. “En la calle buscaba amor, comprensión, alguien que me diera afecto», afirma Alma mientras llora amargamente. 

En Alma, hija de la violencia, la protagonista relata experiencias espeluznantes, como la paliza que le dieron sus compañeros para entrar en la pandilla y su primer encargo: matar a una chica. Extorsionó, robó, participó en varios asesinatos y fue utilizada de gancho para atrapar a las mujeres que después violaban sus compañeros. Todo, a cambio de valoración y de un sentimiento de pertenencia a un grupo. “En mi clica, encontré la familia que yo tanto buscaba”, dice Alma.

Su vida cambió radicalmente cuando se quedó embarazada y, a causa de una paliza que le propinó su pareja y compañero de mara, perdió a su hijo. Reflexionó sobre todo el dolor que había causado y quiso de alguna manera redimir su culpa, poniéndose delante de una cámara con el objetivo de persuadir a los más jóvenes de lo que las maras esconden y, en especial, de lo difícil que es salir de ellas indemne. Cuando Alma decidió cambiar de vida, sus compañeros la dejaron parapléjica.

Alma, el webdoc, también en RTVE.es

Alma, hija de la violencia se estrenó en Documentos TV el lunes 29 de septiembre a las 00:00 h. en La 2 de TVE. Y, por primera vez en la historia del programa, su emisión en televisión se simultaneó con el estreno del webdoc del mismo título; un documental interactivo que ha recibido los principales premios del mundo documental digital, entre ellos, el World Press Photo al mejor documental interactivo y los premios a la innovación de los festivales de Sheffield y Amsterdam.

La versión webdoc de Alma permite al usuario elegir entre la historia de la protagonista limpia de información o, por el contrario, sumergirse en su impactante relato, contextualizando cada uno de los datos que ella aporta.

Alma es una joven de 26 años que se integró en una de las maras más violentas de Guatemala durante cinco años. En el documental que estrena Documentos TV, Alma cuenta a cara descubierta los crímenes que cometió y cómo abandonar la mara casi le cuesta la vida. Por primera vez en la historia del programa, junto al reportaje para televisión se estrenará en RTVE.es un documental interactivo, que permite al usuario navegar por el relato de la protagonista.

‘Raposa Serra do Sol, la lucha decisiva’, de Cipó Company

Premio al mejor documental en el Festival de Cine Solidario de Granada / Premio al mejor mediometraje en la III Mostra Amazónica de Cine Etnográfico Realizado por CIPO Company, y con el apoyo de la ONG Pueblos Hermanos, cuenta la lucha de los indígenas de Raposa Serra do Sol frente a los latifundistas arroceros que invadieron sus tierras. Los pueblos indígenas de Amazonia luchan por defender su territorio y su forma de vida, ante la presión del agronegocio.

Raposa Serra do Sol: la lucha decisiva de los pueblos indígenas de Brasil

En Brasil, dos modelos de desarrollo luchan por ganar una crucial batalla: el de los pueblos indígenas y el de las corporaciones del agronegocio. Raposa Serra do Sol se ha convertido en el emblema de esta lucha para los pueblos indígenas del país.

Diagonal Movimientos – Marta Caravantes Redondo / Madrid 02/10/08 


Raposa Serra do Sol –situada en la Amazonia brasileña al nordeste del Estado de Roraima– es una tierra de agua y abundancia, demarcada y homologada por el Gobierno de Lula en 2005. Allí viven más de 19.000 indígenas de los pueblos macuxi, wapixana, taurepang, patamona e ingarikó. A pesar de la prohibición de entrar en tierra indígena, en 1992 se detectaron por primera vez las invasiones de los latifundistas arroceros. En sólo 13 años las plantaciones crecieron siete veces hasta alcanzar las 14.000 hectáreas.

Violencia y miedo


El pasado mes de abril, el presidente Lula envió a la Policía Federal a expulsar a los arroceros. Los latifundistas respondieron con violencia. Diez indígenas fueron heridos. “Comenzaron a dispararnos, tiraron bombas y empezamos a retroceder. Fui herido en la pierna, en la espalda y también en la cabeza”, nos comenta un joven macuxi. Santinha da Silva estaba también con sus tres hijos el día de la agresión. “No voy a decir que no tengo miedo”, afirma, “pero voy a enfrentarlos. Si ellos quieren matarme, que me quiten la vida, pero dejando la tierra para mis hijos”. 

Días después de las agresiones, una decisión de la justicia brasileña provocó el estupor en las organizaciones indígenas. El Tribunal Superior Federal no sólo decidió cancelar la operación policial del presidente Lula para expulsar a los latifundistas, sino que admitió un recurso que, de prosperar, permitirá a los arroceros continuar en tierra indígena, creando un peligroso precedente. Ningún arrocero ha pagado las multas por deterioro ambiental y tampoco hay nadie en prisión por las agresiones a los indígenas. “Ya fueron presas algunas de esas personas, pero por períodos muy cortos, ya que disponen de recursos y mucha influencia política que consigue convertir los procesos en disputas jurídicas interminables”, afirma Paulo Santille, coordinador de Identificación y Delimitación de las Tierras Indígenas de la FundaciónNacional del Indio (FUNAI). Se puede hablar de “una guerra declarada contra los pueblos indígenas por parte de los sectores que tienen intereses económicos en sus tierras”, asegura Rosane Lacerda, profesora de derecho de la Universidad de Brasilia.

Marcados como el ganado

Durante cinco siglos los pueblos indígenas de Raposa Serra do Sol han sufrido reiteradas invasiones en sus tierras: conquistadores portugueses, ganaderos, garimpeiros (buscadores de oro) y latifundistas. Todos utilizaron a los indios como peones e, incluso, los ganaderos llegaron a marcar a los indios igual que a las reses. Orlando Pérez da Silva, tuxaua (jefe indígena) de la aldea de Uiramutá, confirma con su relato de vida la trágica historia. “Llegaron los no indios e invadieron nuestras tierras. Empezaron a contratarnos en sus fazendas. Cuando un indio reclamaba su salario, le dabanuna paliza y le echaban”. Orlando vivió seis años como esclavo. “Vivíamos totalmente esclavizados. Para comprar una hamaca teníamos que trabajar un mes entero”.

El único país con nombre de árbol extinguido

Beto Ricardo, coordinador del Instituto Socioambiental de Brasil (ISA), considera al Gobierno de Lula como un “Gobierno desarrollista” inmerso en un clima de “cierta euforia económica”. “La presión sobre losindígenas es múltiple –sostiene– no sólo por parte del agronegocio, sino también por obras públicas como carreteras, hidroeléctricas, diques…”. Para el coordinador del ISA, “las tierras indígenas no sobrevivirán si no hay un reordenamiento ecológico y económico del país y de la Amazonia”. Como metáfora de lo que sucede, comenta que “Brasil es el únicopaís con nombre de un árbol extinguido”. Beto Ricardo se refiere al pau Brasil, de cuya madera se extraía una tinta roja muy apreciada por la aristocracia europea.


Problema del mundo entero

La presión sobre las tierras indígenas del agronegocio se ha intensificado a partir de la producción de los agrocombustibles y de la necesidad de producir piensos para alimentar la cabaña ganadera mundial. Una de las organizaciones que se dedica a coordinar la lucha indígena es la Comisión de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña, presidida por el indio sateré-maué, Gecinaldo Barbosa, para quien “la ministra de Medio Ambiente [Marina Silva, que dimitió el pasado mes de mayo] fue sacrificada por el agronegocio. Ese poder está ganando fuerzas y cercando al presidente Lula”. Para Barbosa, el problema trasciende las fronteras de Brasil: “Amazonia es de Brasil, pero el problema es del mundo entero; el problema es de quien defiende la vida”.

La propuesta indígena

En Brasil hay 604 tierras indígenas, habitadas por 215 pueblos distintos que hablan 180 idiomas e innumerables dialectos. En ellas viven 600.000indígenas. En su cosmogonía no existen las fronteras, ni la burocracia, ni la pertenencia de la tierra a ninguna persona. Ahora luchan por adaptarse a la nueva realidad para poder defender su tierra y su modelo de desarrollo, pero sin perder su identidad. Piensan que tienen mucho que aportar en un momento que la naturaleza se “está rebelandocontra el mundo”. Gecinaldo Barbosa asegura: “vamos a resistir hasta el final de nuestras vidas. Como pueblos indígenas vamos a defender la naturaleza porque tenemos esa concepción de la vida, esa cosmogonía del mundo para el futuro de la humanidad”. La ONG Pueblos Hermanos (www.puebloshermanos. org.es) y la empresa audiovisual CIPÓ(www.cipocompany.com) han lanzado una campaña de concienciación.

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Vocabulario Fundamental. Drogas (19) Narco-cultura en México

Narco Cultura

Nacionalidad: USA / Director: Shaul Schwarz / Año: 2013

Sinopsis: Para los mexicanos y latinos de América no hay música más popular actualmente que los ‘narcocorridos’. Estas sanguinarias y explícitas odas a las hazañas de narcotraficantes y señores de la droga de México glorifican abiertamente la violencia, las drogas y el dinero. Al igual que el ‘gangsta rap’ en la década de 1990, el movimiento ‘narco’ amenaza ya con entrar a formar parte de la cultura dominante.

El fotoperiodista israelí Shaul Schwarz realiza un impactante retrato de la violencia del narcotráfico en México, que además de acabar con miles de vidas cada año en Ciudad Juárez y en otras ciudades del país, es protagonista de la música de los narcocorridos y de la cultura de la frontera a ambos lados del Río Grande. Con las actuaciones de algunos de los artistas más populares del ‘narcocorrido’, como El Komander y Buknas de Culiacán, el filme transporta a los espectadores al escenario de la subcultura de la música más explosivo y violento de América. Una cultura que ensalza las ¿hazañas? de los narcotraficantes, y en la que los señores de la droga son admirados como héroes del pueblo.


El documental, que estuvo nominado al premios al mejor documental en el festival de Sundance, se centra en las figuras de Emilio Soto, un forense de la policía de Ciudad Juárez , que convive a diario con la violencia e investiga los asesinatos cometidos por los traficantes, jugándose la vida (varios de sus compañeros son asesinados cada año); y Edgar Quintero, un cantante de narcocorridos que vive tranquilamente en El Paso y que simboliza cómo, para un número cada vez mayor de mexicanos y latinos de EEUU y el resto de Hispanoamérica, los narcos se han convertido en figuras icónicas, en modelos de fama y éxito, representando la única manera de salir del gueto..

Vocabulario Fundamental. Escritor (15) Roberto Bolaño, el último maldito

Roberto Bolaño: el último maldito

Imprescindibles / RTVE.ES 13.06.2014 

La obra de Roberto Bolaño se considera una de las más influyentes de la literatura hispanoamericana de los últimos tiempos, pero su vida y realidad no fueron precisamente las de un escritor de éxito.

Escritor de culto


Imprescindibles descifra las claves para conocer a este escritor de culto, a través de entrevistas con las gentes más cercanas a su entorno. El documental Roberto Bolaño: el último maldito se centra sobre todo en los últimos años que el autor chileno pasó en España, donde llevó una vida de austeridad cercana a la pobreza.

Escritor maldito

El documental Roberto Bolaño: el último maldito se centra sobre todo en los últimos años que el autor chileno pasó en España, donde llevó una vida de austeridad cercana a la pobreza. Y es que, a diferencia de los escritores del «boom» literario de la novela sudamericana de los años 60 y 70, que se convirtieron en estrellas mediáticas, la vida de Bolaño se acerca más a la de los grandes escritores malditos que a la que se pueda asociar a un escritor de culto y reconocido. Imprescindibles retrata las obsesiones de Bolaño y su increíble capacidad de adaptación a entornos complicados. Bolaño como literato, pero también como personaje extraño que va creando su propia leyenda. Lo que hay de cierto y de mentira en su propia autobiografía.


“Me cago en el Mundial”

“Me cago en el Mundial”


Los brasileños veneran el fútbol, pero están enfadados por la celebración del Mundial más caro de la historia, mientras que las necesidades más básicas de los ciudadanos no están cubiertas. 
«Si el Estado hubiese escuchado las reivindicaciones de la gente todo sería distinto», dicen algunos manifestantes que protestan por las exigencias de la FIFA

Dibujo pintado por Paulo Into y que representa la pobreza de Brasil.

Lamia Oualalou (MEDIAPART) 24/05/2014

“Traidor del siglo”. La leyenda, escrita bajo la foto de Pelé, está omnipresente en las manifestaciones. A tres semanas del inicio del Mundial de fútbol, esa imagen dice mucho del sentimiento de muchos brasileños ante un acontecimiento deportivo que estaba llamado a ser “la Copa de las Copas”. Pelé es el “rey del fútbol”, el ídolo indiscutible de varias generaciones de aficionados, pero en la calle no perdonan que se haya puesto del lado de los poderosos, de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) y de sus patrocinadores.

Los brasileños veneran el balón, lo que no quita para que muestren su enfado por el que será el Mundial más caro de la historia, mientras que sus necesidades más básicas no están cubiertas. Desde hace un año, el lema “Nao vai ter copa” –la Copa no se va a celebrar–, es el mantra que más se repite, aunque todo el mundo sepa que los 32 equipos [entre ellos España] jugarán en Brasil del 12 de junio al 13 de julio.

El joven estudiante Adriano Barbosa eleva el tono de voz para hacerse oír, a pesar del tronar de tambores durante una manifestación reciente celebrada en Río: “Soy aficionado al fútbol, como la mayoría de brasileños, y soñaba con el Mundial, pero si el Estado hubiese escuchado primero las reivindicaciones de la gente, todo sería distinto. Para asistir a esta manifestación del pasado 15 de mayo, bautizada en todo Brasil como “Día internacional de la lucha contra la Copa”, se ha hecho una camiseta que dice: “Me cago en la Copa”.

“Somos muchos los que pensamos así y si los demás no han venido a manifestarse es porque tienen miedo a la represión”, insiste, señalando a la fila de agentes de policías, listos para actuar. De hecho, menos de 10.000 personas se movilizaron en Brasil ese día. Los que sí acudieron, pretendían dejarse ver y dejarse escuchar. Para lograr sus objetivos, echaron mano de las redes sociales y contaron con la prensa internacional, mucho más pendiente de lo que sucede que los medios locales.

El símbolo de Batman

La estrella fue, una vez más, Batman. Portaba una máscara integral que apenas dejaba ver sus ojos, un pantalón ajustado, una capa negra ondeando al viento. La primera vez que Eron Morais de Melo, un joven de 32 años, se puso el famoso disfraz fue el 20 de junio de 2013, “el día en que más de un millón de personas se manifestaron en Río”, subraya. Entonces, el alcalde Eduardo Paes iba vestido de Joker, como encarnación del crimen y de la mentira. “Para combatir a Joker, hacía falta Batman y Río de Janeiro se parece mucho a la ciudad de Gotham, por la violencia y la corrupción”, precisa Eron Morais de Melo.

De día es fabricante de prótesis dentales, pero en cada manifestación se enfunda en el traje y sube a un tren camino de Marechal Hermes, el barrio de clase media-baja donde vive –el Batman carioca no tienebatmóvil–. En cada ocasión, llega impasible y enarbola una pancarta en la que reclama escuelas y hospitales “nivel de exigencia FIFA”, en alusión a las condiciones requeridas por la institución.

Dichas exigencias, cada vez mayores –en términos de seguridad, de acceso al estadio, de pantallas o de instalaciones sanitarias– no siempre explican el coste del Mundial. Además de los sobrecostes, los retrasos en la construcción y la eventual corrupción, hay que decir que la FIFA solicitaba ocho estadios. El Gobierno, finalmente, prometió 12. De paso por Río de Janeiro, Stéphane Monclaire, especialista en Brasil y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona, de París, precisa: “Prometer 12 estadios permite satisfacer el clientelismo de los políticos locales; un estadio también es una moneda política de cambio. Gracias a ello, en su momento, Lula logró recabar apoyos”.

Solo el Pacto Federal brasileño puede explicar porqué, por ejemplo, las autoridades han decidido arrasar el viejo estadio de Manaus, en el centro de la Amazonia, para construir uno nuevo (757 millones de reales, 250 millones de euros) en una ciudad que no cuenta con ningún equipo en Primera División, mientras que el 90% de la población no tiene acceso a sistemas adecuados de alcantarillado y saneamiento.

Gasto triplicado

Los estadios, presentados por el presidente Lula a la Fifa en 2006, tenían que costar 2.800 millones de reales (unos 910 millones de euros). En euros de la época, equivalía a un poco más de 1.000 millones. Desde entonces, la moneda se ha devaluado (a día de hoy 1 real se cambia a 0,33 euros), lo que puede dar la sensación, traducido en euros, de que el importe es inferior, pero en reales, el montante es mucho mayor. En enero de 2010, el Tribunal brasileño de Cuentas hacía una estimación de 5.660 millones de reales. La factura ascenderá finalmente a 8.050 millones (2.700 millones de euros), casi el triple de lo previsto.Este importe supone un tercio del presupuesto de las ayudas sociales del programa Bolsa Familia, que atiende a 14.000 hogares y que ha sido copiado en todo el mundo por su eficacia.

Y no solo se han construido estadios. Las infraestructuras ya han costado 14.700 millones de reales (casi 5.000 millones de euros). Y según el sindicato de arquitectos e ingenieros, a penas el 45% de las obras que debían entregarse, entre movilidad urbana, aeropuertos y telecomunicaciones, estarán en los plazos previstos. Estos trabajos no solo están directamente vinculados con la Copa, y algunos eran necesarios, especialmente la remodelación de los aeropuertos, al borde de la saturación. Sin embargo, las autoridades han repetido el término “Copa” como si se tratase de una letanía. A la hora de hacer balances, es lógico que ahí se encuentre el Mundial. Además, hay que añadir los gastos de promoción turística, casi 600 millones de reales, la seguridad, 1.900 millones, y los equipamientos temporales impuestos por la FIFA, como los detectores de metales. Y como no había dinero contante y sonante, ha sido necesario pedir prestado…

Amantes del fútbol

No es la primera vez que las autoridades brasileñas gastan en exceso, haciendo elecciones más que discutibles. La presa y la fábrica hidroeléctrica de Belo Monte, en el Para, en el corazón de la Amazonia, tenía que costar inicialmente 16.000 millones de reales y responder una quinta parte de las nuevas necesidades energéticas del país. Lejos de estar acabada, el proyecto supera ya los 30.000 millones (¡casi 10.000 millones de euros) y el impacto que ha tenido sobre el medio ambiente y las tribus indias es colosal. El asunto apenas ha desatado la polémica entre un puñado de especialistas y defensores de los derechos del hombre, pero ha pasado desapercibido por la mayoría de la población. No ha ocurrido lo mismo con la Copa.

Los brasileños aman el fútbol, lo adoran, son mucho más sensibles a los preparativos de la Copa. Aquí no se oye gritar, como en Francia, “Allez les Bleus”. En los estadios, los niños, desde los tres años, gritan “Brasil”. El equipo de Brasil es un poderoso vector de cohesión social, reactiva el sentimiento nacional, para lo bueno y para lo malo. La dictadura jugó muy bien esta baza.

“Por supuesto que las sumas gastadas para la Copa del Mundo no son enormes si se las compara con otros presupuestos, pero es el momento de preguntarse cuáles son los verdaderos valores de nuestro país”, apunta Paulo Into, un artista conocido por sus graffitis en las calles de Sao Paulo. El 10 de mayo pasado, el hombre pintó sobre las paredes de una escuela del barrio de Pompeia a un niño llorando, desesperado al ver que en lugar de comida, en su plato, había un balón de fútbol. Aunque subraya que no ataca al Gobierno de Dilma Rousseff que, como el de Lula, “ha hecho mucho más por los pobres que los precedentes”, Paulo Ito critica “esta clase política que nos avergüenza y sus prioridades”. Desde entonces, la foto del fresco ha dado la vuelta al mundo, convirtiéndose en el símbolo de los excluidos del Mundial.

“El enfado de los brasileños es aún mayor por cuanto los grandes medios de comunicación, mayoritariamente vinculados con la oposición, han encontrado en el sobrecoste de la Copa un filón en la víspera de las elecciones”, explica Stéphane Monclaire. La presidencia –a cuya reelección Dilma Roussef vuelve a optar por segunda vez–, pero también están en juego los puestos de los gobernadores, diputados federales y de Estado y una parte de los senadores en las elecciones del mes de octubre. Hace 20 años que la elección presidencial y el Mundial coinciden. Incluso si la derrota o la victoria de la selección nunca ha garantizado la victoria política, la división política entre izquierda y derecha aparece radical en el panorama futbolístico. En el estado de Sao Paulo, donde la oposición es mayoritaria, está bien visto decir que se está contra la Seleçao, el mítico equipo nacional brasileño.

Traducción: Mariola Moreno

En Portada – A propósito de la copa de las copas

Évole y Pepe Mujica, un presidente diferente

Jordi Évole sigue engrandeciendo su figura como periodista y esta vez lo hace viajando a Uruguay para conocer más a su presidente José Mujica, un presidente inopinado en el mezquino mundo de la política contemporánea, un político consciente de sus limitaciones, exótico por autocrítico, sensato y coherente, un hombre libre que vive como piensa, un ser humano lúcido, sabio, conmovedor. Alguien que es feliz en su casa de siempre, con su pareja y sus animales, que, como dice Évole «tras 15 años sufriendo torturas en prisión, de lo que más se queja es de que lo dejaran siete años sin leer.” Con ellos dos (y con la música de Yann Tiersen acompañando el reportaje) les dejamos.