Campanadas de la Historia (44) La odisea africana de Cuba


Nuestro amigo Ignacio López-Calvo nos ha recordado un muy interesante documental, ‘Cuba, una odisea africana’, que narra una  poco conocida historia sobre la Guerra Fría y el continente africano, o sobre la derrota de un ideal, el internacionalismo. En África, a principios de la década de 1960, se enfrentaron cuatro adversarios con intereses encontrados: los soviéticos y los estadounidenses que buscaban recursos naturales y extender su influencia también en África, los antiguos imperios que trataban de revivir su débil poderío colonial y las jóvenes naciones que defendían su recién ganada independencia y buscaban aliados que les ayudaran ideológica y militarmente. Y fue la Cuba de Fidel Castro, que buscaba relevancia internacional para su país y su causa, quien se ofreció para ello.


De esta forma miles de soldados cubanos, entrenados para la guerra de guerrillas, acudieron a la llamada de revolucionarios africanos como Patrice Lumumba, Amilcar Cabral y Agostinho Neto para que les ayudasen en su lucha contra los últimos reductos coloniales, sobre todo los portugueses, que defendían con decreciente fiereza sus posesiones africanas como Mozambique, Guinea Bissau y Angola. Los hombres de Fidel Castro desempeñaron un papel principal en el devenir histórico del continente negro, desde la tragicómica aventura del Che Guevara en el Congo hasta el triunfo de la batalla de Cuito Cuanavale en Angola. En este documental ‘Cuba, una odisea africana’, dirigido por la egipcia Jihan el Tahri en 2007 se relatan los acontecimientos, en gran parte desconocidos, que se desarrollaron entre 1961 y 1989, respaldados con información de archivo y entrevistas, relatando la historia de aquellos internacionalistas que ganaron las batallas pero acabaron perdiendo la guerra.

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Vocabulario Fundamental. Animales (37) ¡Vuela cóndor, vuela!


Nuestro amigo Ignacio López Calvo nos envió este emotivo video de la liberación de un ejemplar de cóndor encontrado herido, con un cuadro de deshidratación y bajo peso probablemente por el efecto de un veneno, por policías de la localidad argentina de Catamarca en 2012. Este magnífico animal que llamaron Sayani fue curado en el zoo de Buenos Aires y liberado otra vez en Catamarca para disfrute de numerosos vecinos que pudieron observarle surcar otra vez sus cielos tras un espectacular despliegue calentando su cuerpo al sol andino.
    

Poemas de un zombi, de Martín Camps

Hacía tiempo que no publicábamos nada de nuestro colaborador y amigo Ignacio López Calvo que imparte clases de Literatura hispanoamericana en la Universidad de Merced, allá en California, así que incorporamos a nuestra bitácora su reseña sobre el último libro del poeta mexicano Martín Camps que toma la figura mítica de los ‘no muertos’ para indagar en la zombificación de nuestras sociedades. «Ser o no ser zombi, ese es el dilema». Lean, lean.


Lectura de poesía zombi por un zombi: Poemas de un zombi / Zombi Poems (2012), de Martín Camps

Ignacio López Calvo 24 de agosto de 2012
University of California, Merced

Uno de los problemas de ser profesor de literatura, si se me permite sincerarme, es que para nuestra investigación, muchas veces nos toca leer demasiados textos de cuestionable calidad. Y en poesía, donde se publica tanto y con tan poca rigurosidad, lo insípido abunda quizás aún más. A veces, lo confieso, ya ni leo los poemarios que me regalan mis amigos por miedo a toparme con otro libro infumable. Pero hay días en que cae en nuestras manos un poemario que de veras nos divierte, nos emociona, nos provoca y finalmente nos hace pensar y cuestionarnos a nosotros mismos y a nuestra sociedad. Eso es justamente lo que me acaba de ocurrir con uno de edición bilingüe, Poemas de un zombi / Zombi Poems (2012), del poeta mexicano Martín Camps, que acaba de salir con la editorial Samsara.

El también autor de los poemarios ‘Desierto sol’ y ‘La invención del mundo’ nos sorprende con un lenguaje que se podría considerar heredero de Nicanor Parra (pero a lo mexicano). Con una sutileza impecable, el poeta aborda el tema zombi con definiciones desenfadadas de lo que son estos seres y con explicaciones de cómo se comportan, qué comen, cuáles son sus preocupaciones… para terminar connotando que de lo que se habla más bien es de la sociedad urbana moderna y quizás incluso de su Ciudad Juárez natal, que aparece explícitamente mencionada en uno de los poemas. (Se me pasó por la cabeza decir que quizás haya que haber nacido en Juárez para escribir algo así, pero ni en broma me atrevería a sugerir algo tan esencialista). Ese terreno híbrido y fronterizo (como Juárez) entre la vida y la muerte, entre lo serio y lo cómico, entre la alegría y el tedio («Es probable que el zombi nazca del aburrimiento intenso», sospecha uno de los versos) queda representado en la figura icónica del zombi. Del zombi de Hollywood y del zombi que todos llevamos dentro.

Se dice que la poesía es «palabra en el tiempo». Pues bien, puede que después de tanto tratar de definir la posmodernidad, la pos-posmodernidad y demás posts, al final estos poemas nacidos del «lado muerto del cerebro» nos revelen que nos hallamos realmente en plena Edad Zombi y nos acabamos de enterar. Quizá haya llegado la hora del «superhombre muerto», dueño y señor de una civilización zombi. «Ser o no ser zombi, ese es el dilema». Resulta que empecé leyendo el poemario desenfadadamente —como parece que los primeros poemas te lo recomiendan morbosamente—, entre risas por las ocurrencias ingeniosas que salpican algunos de los poemas (pero qué libro tan mexicano, cómo se ríe de la muerte, me dije ya por la mitad del libro) para acabar mirándome al espejo del gimnasio (donde estaba leyendo los poemas sentado en una bicicleta estática) y viéndome cada vez más cara de zombi. Mi consejo para todo lector que quiera descubrir al zombi que siempre ha llevado dentro es que lea este hallazgo de libro. Sin caer en el sermón moralizante ni pseudodidáctico, la voz poética va desgarrando como un zombi, mordisco a mordisco, a la sociedad urbana en que le ha tocado vivir. Desde el presente se pasa a veces al pasado de la conquista y a nuestro pasado antropofágico, donde se dice que algunos zombis (¿serán aquellos famosos caníbales caribeños?) gustaban más de la carne de los franceses porque los españoles eran demasiado correosos. De repente, salen también unos versos sacados de una canción de Peret, que quizás lleva décadas hablándonos de un vampiro amigo suyo y no habíamos caído: «No estaba muerto, andaba de parranda».

Otro consejo (aunque no se me haya pedido): si los primeros poemas chocan, sigan leyendo porque la calidad y la sutileza van a más a medida que avanza el poemario, quizás llegando a la cima con «Diez lecciones para esquivar zombis, escritas por un zombi», donde esos zombis que infestan las ciudades aparecen como seres que han «resistido el insulto de la muerte» y sobre todo con «Reflexiones para esperar el fin del mundo», lleno de versos casi quevedianos (léase, por ejemplo, «todos somos zombis porque somos seres para la muerte») que contextualizan el resto del libro bautizándolo con un marco histórico y sociopolítico específico. Allí aprenderá el lector que si los vivos odian a los zombis no es por otra cosa que «porque son libres, han perdido el miedo»; reconocerá que no hay cosa que el ser humano tema más que a los otros hombres; se dará cuenta de que la sociedad de consumo nos hace zombis y, sobre todo, de que «El infierno no son los otros, somos nosotros.» Ah, y para los amantes de Rulfo, nos advierte Camps que Comala es el primer pueblo zombi de la literatura mexicana. El poeta zombi nos recuerda también que llevamos todos dentro tanto células vivas como muertas… en fin, no quiero asustarles más. Si conseguí despertar su curiosidad, lean, queridos zombis, lean, queridos oficinistas.

Cuando el ciudadano Kane posó sus garras en Segovia

De nuestro blog amigo y colaborador Arévaco importamos su entrada Cuando el ciudadano Kane puso sus garras en Segovia, que nos narra la historia de un monasterio del siglo XII edificado en Segovia y expoliado por el magnate William Randloph Hearst Cuando el ciudadano Kane posó sus garras en Segovia
Al magnate del periodismo norteamericano William Randloph Hearst (1863-1951), cuya vida inspiró Citizen Kane, la obra maestra de Orson Welles, no se le tiene mucho cariño en España. Varios historiadores a ambos lados del Atlántico, entre ellos Upton Sinclair, lo acusan de haber inventado la prensa amarilla para provocar, ganándose el apoyo popular, la guerra de Cuba.

Hearst acabaría siendo conocido además por su impresionante colección de arte, de la que fue víctima también nuestra provincia. En concreto, se encaprichó, como es bien sabido, del claustro medieval, la sala capitular y el refectorio del Monasterio de Santa María la Real, que fue fundado en 1141 y luego adquirido (y rebautizado en nombre de San Bernardo de Clairvaux) por monjes cistercienses en un valle cerca de Sacramenia donde habían habitado San Juan de Pan y Agua y otros eremitas.

El edificio fue desmantelado cuidadosamente, numerando cada piedra y colocándolas en cajas de madera también numeradas y llenas de paja. Randolph lo compró en 1925 por 40.000 dólares pero, tras sufrir una grave crisis financiera durante la Gran Depresión, decidió no reconstruirlo. Además había surgido un problema: las cajas en que venían las piedras se pusieron en cuarentena debido a la fiebre aftosa que afectaba al ganado segoviano de la época. Más tarde, parte de la información del etiquetado se perdió porque, después de que quemar la paja de las cajas en prevención de posibles contagios, los encargados no se fijaron en los bien números y las colocaron como quisieron. El rancho californiano del multimillonario se quedó sin su claustro segoviano.

Durante casi tres décadas, las piedras del que ahora es uno de los edificios más antiguos del hemisferio occidental, quedaron olvidadas en un almacén de Brooklyn, Nueva York, adonde habían sido transportadas en carguero. Después de que finalmente otros dos magnates, Raymond Moss and William Edgemon, se acordaron de ellas y las compraron en 1952, fueron transportadas a North Miami Beach, al norte de Miami, donde las más de 35.000 piedras fueron reensambladas pieza por pieza. La broma les costó un millón y medio de dólares de la época y los más de veinte obreros, bajo la dirección de Allen Carswell, tardaron diecinueve meses, entre 1952 y 1953, en reconstruir el rompecabezas (si bien algunas de las piedras nunca se llegaron a usar). Años más tarde, volvió a pasar por varios dueños: el obispo Henry I. Louttit lo compró en 1964 para la Diócesis Episcopal del Sur de la Florida y luego se lo vendió al coronel Robert Pentland, Jr., quien acabaría regalándoselo a la parroquia episcopal de San Bernard de Clairvaux.

Además de servir oficialmente como templo episcopaliano, el “Antiguo monasterio español”, como se lo conoce ahora”, se ha convertido en atracción turística, que lógicamente es de especial interés para los segovianos (por si tienen interés, la dirección es 16711 West Dixie Highway, North Miami Beach, Florida 33160). Allí se celebran ahora misas y bodas. Afortunadamente, la abadía románica sigue siendo uno de los principales monumentos de Sacramenia.

Parte del desinterés que se demostró en la época por este edificio se debe a que después de siete siglos de uso religioso y como consecuencia de la desamortización de Mendizábal en 1835, que nacionalizó los bienes de los monasterios, el monasterio cisterciense pasó a manos de un terrateniente de la comarca que lo transformó en granero y establo. De la Iglesia de San Martín de Fuentidueña, cerca de Sacramenia, también se llevaron los norteamericanos un ábside, que ahora cumple las funciones de sala de conciertos en The Cloisters, parte de Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. En el mismo lugar se encuentran partes de otras iglesias españolas.

Aunque algunas agencias internacionales acusan a España de estar a la cola de Europa en el cuidado del patrimonio artístico, afortunadamente pruebas del desprecio por las joyas artísticas nacionales como éstas son ya cosa del pasado. No obstante, siguen abandonados los valiosos restos de otros monasterios que cayeron también a raíz de la desamortización de Mendizábal, como el de las Hoces del Duratón y muchos otros que se hallan cerca de la capital, que desde luego podrían haberse cuidado mejor.

Guerrilla Gardeners, una nueva guerrilla urbana

Traemos otra de las estupendas entradas de uno de nuestros jugadores franquicia, Ignacio López Calvo, sobre el movimiento Guerrilla Gardening guerrilla, palabra inequívocamente española-, que ya opera en muchas ciudades del mundo, un movimiento espontáneo de gente que, con nocturnidad y alevosía, crean maceteros en neumáticos usados, transforman desolados rincones urbanos en jardincillos de flores y pequeños arbustos o embellecen farolas con coloridas macetas, dan a la ciudad un necesario toque de color y belleza.

El autor, al final de su entrada suspira por la creación de alguno de estos grupos en su ciudad natal, mi ciudad natal, Segovia. A ver si es verdad.

Y tirando del hilo descubrimos que esta gente -y otros como Luzinterruptus– ya opera por ejemplo en Oviedo o en la que es mi ciudad de adopción, Madrid donde lo hacen desde septiembre de 2008. Y en el blog Guerrilla Gardening Madrid nos muestran sus acciones de ecología urbanita furtiva. Suerte chavales, la vais a necesitar en esta ciudad con funcionarios y políticos tan obtusos como para que en una de sus entradas se lamenten de esta forma



Tan sólo dos/tres días después de la acción en el Jardín Concejal Muñoz Revenga el círculo de plantas que pusimos había desaparecido… Tras hablar con uno de los jardineros nos enteramos que el inspector del ayuntamiento había hecho que lo quitaran, dijo que teníamos que pedir permiso. El inspector desconoce que por ley está permitido plantar en los lugares públicos fuera de uso /abandonados. Por otro lado, no es nada malo, era algo hecho para el disfrute de todos y de lo que no íbamos a sacar ningún provecho individual.



En fin, esto es España. Les dejamos con Ignacio López Calvo y los Guerilla Gardeners.


Una nueva guerrilla urbana avanza entre las sombras pero, a pesar de su denominación, este reciente fenómeno internacional tiene más bien poco que ver con guerrillas separatistas o violentas. En realidad, se trata de “comandos verdes” que salen en cuadrillas por la noche, armados de palas, tiestos, y tierra para plantas, y decididos a convertir en pequeños parques y jardines los muchos espacios semiabandonados que existen en las ciudades y sus alrededores, incluyendo solares olvidados, terrenos baldíos, cunetas de carreteras y vías de ferrocarril, el entorno descuidado de los árboles e incluso los estacionamientos públicos.

En 2005, explica Heather Millar, un colectivo de artistas de San Francisco llamado Rebar convirtió, sin pedirle permiso a nadie, todo un estacionamiento público en un jardín. Dos años más tarde, doscientos grupos en más de cincuenta ciudades de todo el mundo ya habían emulado la hazaña en el dominado “Global Park(ing) Day” (que es obviamente un juego de palabras con las voces parking y park, parque en inglés).

El problema que les surge a las autoridades locales es que no es tan fácil condenar o multar a alguien por embellecer desagradables rincones urbanos con rosas, jazmines y tulipanes o por convertir terrenos abandonados o vertederos en pequeños huertos de tomates y lechugas. Está claro que lo que estos quijotes ecologistas están tratando de hacer es llamar la atención o protestar a su manera contra el progresivo afeamiento y deshumanización del entorno ambiental en que ha decidido vivir el ser humano del siglo XXI.

En las últimas décadas la mayor parte de la población mundial ha pasado a vivir en ciudades y vamos a tener que idear la manera de hacer que estos espacios sean más habitables, agradables y humanos. Ante la flagrante apatía por el deterioro ambiental tanto por parte de las instituciones como de los gobiernos, los ciudadanos han decidido actuar por su cuenta y riesgo.

Todo comenzó una noche de 2004 cuando el joven publicitario Richard Reynolds, que tiene ahora 31 años, echaba de menos el ambiente rural de Devon en que había crecido y, para curar su nostalgia, decoró con plantitas y flores los alrededores del feo edificio de apartamentos londinense en que vivía entonces. Al notar que surgían cada vez más discípulos y seguidores, el cultivador ilegal en lucha contra la negligencia oficial hacia los espacios públicos creó la página web http://www.guerrillagardening.org en octubre de 2004. Allí se incluyen sugerencias de cómo empezar un grupo guerrillero de jardineros ilegales o cómo unirse a alguno ya existente. Hoy en día ya hay nada menos que 4.000 “guerrilleros jardineros” de todas las edades (abuelitas rebeldes incluidas, y si no, vean las fotos en la página web) repartidos por todo el mundo que se dedican a estas acciones subversivas a golpe de pétalo desde Carmel Valley (California) hasta Milán, pasando por Mumbai y la localidad ugandesa de Kagoma.

Ante el creciente interés por su filosofía, Reynolds publicó el año pasado un manual para “guerrilleros verdes” titulado On Guerrilla Gardening: a Handbook for Gardening without Boundaries (algo así como “Sobre la jardinería guerrillera: un manual para sembrar jardines sin fronteras”; 2008). Siguiendo su ejemplo, están apareciendo otras bitácoras afiliadas, como http://www.heavypetal.ca, en Vancouver, aunque ésta se ha ido comercializando bastante. Hablando de Canadá, desde hace un tiempo Toronto amanece algunas mañanas con nuevos mini-jardines, resultado de las discretas “operaciones” nocturnas de nuevos “comandos” (para usar el mismo vocabulario de los guerrilleros). Como apunta Heather Millar, unas veces compran ellos mismos las plantas y otras, piden donaciones o sacan esquejes de sus jardines.

Pasando ahora al plano local, las Navidades pasadas encontré Segovia mejor cuidada y más bonita que nunca. Mi más sincera felicitación a los responsables de tanta mejora en cuestión de jardines, museos, estacionamientos subterráneos y zonas peatonales, quienesquiera que sean. Ya hace tiempo, alguien decidió convertir el descampado de detrás del cuartel de la Guardia Civil que la gente llamaba Las Eras o La Dehesa, y que era abonado de vez en cuando por cagadas de oveja que pisábamos para ir a clase, en un hermoso parque que alegra la vista y la vida de los segovianos. Lo mismo pasó con el valle del Clamores (famoso por sus olores, decíamos cuando yo era pequeño) y con La Alameda, que en mi infancia daban auténtico asco y ahora se han convertido en una arcadia para el paseo de enamorados, las carreras de deportistas y el nado de los patos. No obstante, todavía queda mucho por hacer.

Con este artículo, yo no estoy diciendo que haya que seguir el ejemplo de los “jardineros guerrilleros” y convertir feos estacionamientos y terrenos baldíos en hermosos jardincitos… o a lo mejor sí lo estoy diciendo; lo dejo a discreción del paciente lector (si es que ha conseguido llegar hasta este párrafo final). Yo me lavo las manos si, de repente, el estacionamiento para autobuses que han puesto al lado del Pinarillo queda convertido en uno de estos jardines espontáneos o en un anfiteatro popular; si los terrenos adyacentes a la estación de RENFE aparecen un día inundados de flores de todos los colores; si las amplias pero frías calles de la Nueva Segovia se llenan de la noche a la mañana de arbolitos y arbustos; si el horroroso parquecito de baldosas de la plaza de Muerte y Vida decide por su cuenta un día inclinarse más hacia la vida que hacia a la muerte; y si un sucedáneo de Che Guevara verde y segoviano de pura cepa decide contaminar de petunias y de lirios algún polígono industrial por ahí y poco a poco consigue duplicar el número de parques y de árboles de nuestra ciudad… o influir a los políticos de turno para que lideren estas acciones ellos mismos.

… y para muestra, un botón. Observad el vídeo:

Watch guerilla gardeners transform Elephant & Castle, London

Puede llamarme Barack vs. Los Bonemen

De la bitácora amiga http://ignaciolopezcalvo.blogspot.com traemos la entrada «Puede llamarme Barack vs. Los Bonemen», sobre la diferencia de trato con la gente, de actitud vital, entre el candidato electo Barack Obama y anteriores presidentes o candidatos con inquietantes conexiones con grupos un tanto oscuros. Muy interesante. Así, su autor nos cuenta:

Ya se sabe que de los políticos uno no puede fiarse nunca; la mitad de las cosas que hacen responden a su necesidad de ganarse puntitos con los grupos de presión o diversos grupos sociales.

Bueno, pueden llamarme iluso, pero con Obama tengo una sensación diferente. Quizá sea por todosesos años en los que, en vez de forrarse de dinero con su flamante título de Harvard, se dedicó a ayudar a los jóvenes necesitados en los barrios de Chicago (por esto, según Michelle, se enamoró de él).
En estas fotos, tomadas en la víspera del Día de Acción de Gracias, vemos cómo los Obama decidieron llevar a sus hijas a repartir pollos entre los pobres a pesar de las gélidas temperaturas de Chicago. Querían que las niñas aprendieran el significado de la festividad y que se dieran cuenta de lo privilegiadas que son en contraste con el sufrimiento de la gente.

No olvidemos que tanto W como John Kerry fueron miembros de la poderosa sociedad secreta de la Universidad de Yale The Skull and the Bones en la que sólo se acepta a quince miembros al año Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que se cuece en La Tumba (como llaman al edificio en que se reúnen), pero a sus extrañas ceremonias y reliquias, se une el hecho de que, al parecer, prometen ayudarse mutuamente a entrar en posiciones de poder una vez que hayan salido de la universidad.

Las Sirenas Del Castigo


Unos poemas de Ignacio López Calvo, algunos sacados de su gran libro de poemas Ataraxia, que antes de que pregunten está descatalogado. Así que lean, que están muy bien.
ATARAXIA

Hierve el mundo allí fuera,
se cuecen los suicidios,
y yo, cansado de ponerle tantas velas a nadie,
y de rezarles a las moscas,
me vuelvo hacia el centro de mi alma,
y siento una tortura placentera
que viene a recordarme
que no me quedan uñas ni nada que morderme

ARTE POÉTICA

Me enfrento al papel con cobardía,
con cara de poeta enamorado o de suicida
me lamento y lo lleno de mentiras;
lo arrojo sin piedad a la basura.

EL MUÑÓN

Yo padezco la ira de un castrado
porque empuño la espada al rojo vivo,
la esgrimo, intento herir y nunca acierto.

Yo deploro mis alas de gallina
postradas a la gracia del albatros.
Yo pretendo la vista del poeta;
luego, apunto, disparo
y la saeta yerra su destino.

He heredado la mano del escriba

En una alberca, ansioso
busco el ala del ángel …y la encuentro
Doy gracias, y después termina el gozo
pues llora ante el muñón que la acompaña

CARTA ABIERTA A CHARLES BAUDELAIRE 

Estimado maestro: como a hermano mayor quiero comunicarle mi oculto deseo: blasfemar con usted. Como imaginará a mi pobre nariz no llegan los perfumes de exóticos cabellos; quisiera pues, Albatros, confesarle mi culpa: cada vez que me elevo por sus versos amargos, duele más la caída a mis limitaciones. Présteme entonces, francés sus alas de arcángel tan sólo por un día.
Para leer más poemas, Las Sirenas Del Castigo