El Crackómetro (34) Fin de un año inolvidable, ¿comienzo de otro?

Terminó el 2014 y se nos echa encima la complicada vuelta de enero del Real Madrid con el Valencia de nuestro proveedor y amigo Vicente esperando y afilando el colmillo pero no podíamos despedirlo sin dedicarle un Crackómetro a este año que se fue en el que el equipo de fútbol se ha proclamado Campeón de Copa, ha ganado la deseada Décima y tras el final de temporada 2013/14 se hizo con la Supercopa de Europa y finalizó el año ganando el Mundialito de clubes en Marruecos. Un año que ha confirmado el proyecto de Carlo Ancelotti, un entrenador que con su estilo ‘delbosquista’ ha hecho olvidar al dañino Jose Mourinho, consiguiendo conformar un estilo de juego total que sublima el fútbol de toque de alta escuela y el contraataque que configuró el técnico portugués. Eso sí, apoyado en una plantilla superlativa que ha permitido absorber la marcha de Xabi Alonso y Di María con la llegada de otros extraordinarios jugadores como James y el gran playmaker Kroos (el jugador que más necesitaba el equipo) y la definitiva consolidación de otros cracks como Benzema, Gareth Bale (aunque aún podría dar más al equipo si no jugara en su banda menos buena, la derecha), Modric, Isco o Varane (al que también nos gustaría ver más) y con Ronaldo, Ramos y Pepe haciendo los mejores momentos de sus carreras. Hasta Casillas parece recuperado de su horrible fin de temporada pasada y además qué bien me levanta este chico los trofeos… En este año se han batido toda clase de records de victorias y goles y se han vencido históricos demonios como el propio Barcelona y el Bayern de Munich, en el camino de la Décima. 

Porque no hay que olvidar que era hace poco más de tres años, en diciembre de 2011, que el cuasi-invencible Barça de Guardiola ganaba el Mundialito de clubes al Santos de Neymar. En estos tres años el Real Madrid ha hecho una decidida apuesta por futbolistas jóvenes y talentosos, desterrando esa costumbre de años de fichar jugadores de 27 o 28 años y ya consagrados en otros equipos a precios desorbitados pero ya con poco recorrido y entusiasmo. Ahora el dinero se invierte (y también en grandes cantidades..) pero se hace en jugadores que ya han mostrado su calidad pero con lo mejor de su carrera por delante. Ancelotti ha devuelto la calma y la sensatez al club y se han empezado a hacer bien cosas que hacía tiempo no se hacían. A ello hay que añadirse el indisimulado placer que al madridista le causa contemplar cómo su eterno rival culé, tras la marcha de su hacedor Pep Guardiola, ha ido perdiendo la eficacia de su juego, su encanto y su estilo cayendo en los mismos errores que antes cometían los madridistas, haciendo fichajes absurdos y cometiendo grandes torpezas institucionales. En fin, disfrutemos del gran momento del club y el equipo, esperando que este año se le parezca bastante. El renovado Valencia de Nuno y Lim (y Vicente) es el primer reto, muchos otros esperan. Y que viva el fútbol, copón. 

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El Crackómetro (33) Deutschland über alles

Terminó la Copa del Mundo de Brasil y la Alemania de Joachim Löw resultó justa campeona, no tanto por el partido de anoche en la que una rocosa pero poco inspirada Argentina se lo puso difícil, sino porque es indudablemente la selección que más y mejor fútbol ha desplegado, la que más poderío ha mostrado tanto en la fase de grupos como en la fase final del torneo. Ha sido la selección máxima goleadora y con menos goles encajados y sobre todo le dio un baño memorable al Brasil de Scolari, junto a España, los grandes derrotados de este Mundial. Ha sido liderada por grandes jugadores como Lahm, Neuer, Thomas Müller, Bastian Schweinsteiger y Toni Kroos, para el Juez Roy Bean (y el índice estadístico Castrol, con una media de 9,79 sobre 10) el mejor del torneo, quien la ha manejado con temple y sabiduría desde el centro del campo a pesar de su único fallo notable, la cesión hacia atrás en la final que afortunadamente -para el esperamos próximo jugador madridista- no supo aprovechar Higuaín. 

En el otro lado de la final estaba la Argentina de Sabella, que sólo se había mostrado superioridad contra rivales menores, una superioridad basada en la contundencia de su zaga, el incansable bregar y la verticalidad de Di María, el liderazgo de Mascherano desde el mediocentro y los chispazos de genio de Messi en los primeros partidos, pero que ha mostrado sus costuras tras perder a Di María y diluirse Messi, una sombra de sí mismo. En la final los argentinos jugaron con coraje y determinación y aunque tuvieron algunas opciones claras de gol estas fueron marradas por Higuaín (otra vez fallando en los partidos decisivos), Palacio y sobre todo Messi, ganador de un Balón de Oro absurdo que nadie, ni él mismo, entendió, un premio político producto de una FIFA prepotente y corrupta a quien no le importa mostrar sus miserias.

Cuatro años después de Sudáfrica los alemanes actualizaron el modelo de toque de la España con verticalidad y potencia germana, Götze hizo de Iniesta con un gol de crack y se proclamaron vencedores de un torneo con muchos goles, muchas prórrogas y momentos inolvidables como el batacazo español, el 16º gol de Klose, la confirmación de James Rodríguez como crack mundial, el mordisco de Luis Suárez y sobre todo el 1-7 en la semifinal de Brasil contra Alemania.

La selección brasileña que se suponía iba a ser protagonista hasta el final comenzó a cantar el himno a capella y a llorar, pero con el paso de los partidos se fueron quedando sin voz y sin fútbol, pero no sin lágrimas, que volverían como un torrente tras el encuentro con los alemanes, una hecatombe que hizo tambalear el orgullo de la pentacampeona. Esta derrota rompió la tregua que implícitamente se había instalado en el país mientras durara el campeonato, devolviendo a millones de brasileños indignados a los muchos y grandes problemas que sufre el país, las manifestaciones y disturbios, la corrupción desmadrada, las deforestaciones masivas, las reclamaciones de numerosos pueblos indígenas, las penurias económicas y las sangrantes desigualdades. La dura y tozuda realidad que, después de la fiesta, siempre vuelve. 

In Memoriam, Alfredo Di Stéfano

Murió Alfredo Di Stéfano y el madridismo está de luto por ello. Se fue un genio del balompié, un futbolista decisivo para para comenzar la época más gloriosa del equipo blanco y para la conquista de las cinco primeras Copas de Europa del club. Nos dejó quien fuera un jugador excepcional, entrenador, presidente de Honor del club y para siempre una leyenda. Un tipo talentoso y competitivo a quien no le gustaba perder ni al parchís (y de eso tenemos fuentes íntimas que lo confirman), alguien que supo disfrutar de sus 88 años de vida y que hizo también disfrutar a muchas personas con lo que mejor sabía hacer, jugar al fútbol. Les dejamos con dos artículos, uno desde el madridismo, de Alfredo Relaño, y otro desde el sentimiento culé, de Juan Cruz, pero antes el emotivo video homenaje del club madridista al mayor de sus mitos. Descanse en paz Alfredo Di Stéfano. 



Nadie ha pesado tanto en la historia del fútbol como Di Stéfano

Alfredo Relaño 7 de julio de 2014

Se suele decir, con frecuencia y verdad, que Alfredo Di Stéfano fue determinante en la historia del fútbol español. Su fichaje, tantas veces mal contado desde Barcelona, dividió las aguas. Hasta que él llegó, el Madrid sólo había ganado dos Ligas, ambas antes de la guerra, y añadiré que durante la República. Desde que él llegó, ha ganado tantas como todos los demás juntos. ero su influencia no se limitó a eso. Di Stéfano fue el primer jugador que se movió por todo el campo. Hasta su aparición, los once jugadores se atenían a tareas específicas. Especialistas en una zona, en un estilo, en una actividad especializada. A Di Stéfano se le quedó pequeño aquello, decidió moverse por todo el campo. Defendió, armó, atacó y remató. Por eso fue que L’Equipe le llamó ‘L’Omnipresent’ (supongo que no hace falta traducción) cuando le dio el Balón de Oro en 1957. En el 58 le declararon fuera de concurso, tal era su superioridad. En 1959, viendo que era imposible seguirle manteniendo fuera, se lo volvieron a dar. Y ya mucho más adelante le repararon con un ‘Balón de Oro de los Balones de Oro’.


Sacchi me dijo un día de él que fue como el salto del cine mudo al sonoro. También que fue el primer jugador ‘de todo el campo, de todo el tiempo, de todos los campos’. Su llegada al Madrid y su explosión coincidieron con la puesta en marcha de la Copa de Europa, cuyas cinco primeras ediciones ganó. En todas y cada una de las finales marcó al menos un gol. Aquella fue quizá la gran aventura de su vida, pero no la única. Vivió unos inicios ilusionados en River, luego una huelga, la fuga al Millonarios, una primera retirada, el pleito entre el Barça y el Madrid, las glorias en este club, el durísimo episodio de su secuestro en Caracas y una marcha final al Espanyol, tras enfado con Santiago Bernabéu, dos caracteres de aúpa.

No llegó a jugar ni un minuto en un Mundial por una inoportuna lesión en 1962, pero fue el capitán de la Selección del Resto del Mundo que se enfrentó a Inglaterra en octubre de 1963, en celebración del Centenario de la creación del fútbol. Un honor inigualable. Fue un tipo mitad hosco, mitad entrañable. Incapaz de disimular. Vivió con plenitud. Mejoró al fútbol.

Estética del adversario

Juan Cruz 7 de julio de 2014 

Esta fotografía explica una historia. Fue cuando el Madrid enseñó a sufrir al Barça, que aspiraba a apearlo del cetro europeo; la Saeta Rubia explicó fútbol antes y después; lo hizo con pocas palabras, pero con hechos y con ironías, con una estética que lo convirtió en el mejor del mundo, sin otra discusión que la que excitan los ignorantes o los desmemoriados.

Su práctica dejó en el mundo una teoría del fútbol: éste sólo es interesante (para los jugadores, para el público) cuando a ti te divierte; y sólo es bueno si tú mismo lo haces bueno, con esfuerzo, con pasión, pero también burlándote de ti mismo. Burlándose de otros, Di Stéfano aterrizaba el balón donde merecía la pena: en el campito de su niñez. Agrandarse, dijo una vez para prevenirnos contra los fatuos, es de estúpidos; no marcas goles porque tengas más orgullo, sino por sabes meterlos. Y en esa fotografía en blanco y negro está corroborando esa alegría de jugar siempre para ser el que fue en las canchas de infantiles.

Así fue hasta el final, como en esa fotografía que rescata AS cuando lo despedimos. Cuando él avanzaba (alentado por Gento, por todo el equipo) el color blanco cegaba a los demás, a los que estaban en el campo, a los fotógrafos que lo seguían como si él fuera una exhalación implacable, y a los que estábamos en casa, a muchos kilómetros del estadio, abrazando desesperados la pasión azulgrana… Puskas, Gento…, y Di Stéfano. Don Alfredo era la palabra final, la finta decisiva; concentraba en su espíritu (y en su cuerpo) a futbolistas de muchas raigambres, y todos eran él: era portero, defensa, medio, y el delantero que aquí, en esta fotografía, se hace a sí mismo balón y entra en la portería, ante la desolación de su compañero, y adversario, Ramallets. Asisten, también, la desolación de Gracia y de Segarra, y seguramente el silencio o la ovación, según donde se jugara el partido.

Esta fotografía, que tiene un día concreto, un resultado concreto, una competición concreta (la Copa de Europa, que era en ese momento un especial patrimonio madridista) dice mucho más que mil palabras, porque muestra en un rasgo el entusiasmo del futbolista que gana pero también las razones de peso de su calidad: él ha marcado el gol, pero lo ha hecho después de un esfuerzo que se parecía al que Azorín usaba para explicar cómo debe escribirse: haciendo que lo difícil pareciera fácil. Y él, como Messi, como Pelé, como Maradona, como Cruyff, los que le siguen en el podium mundial del fútbol, mostraba su calidad sin efectos especiales: su estética era la del que domina las emociones y concentra toda su energía en la bota, en cómo ésta desplaza al balón hasta convertir ambos en aliados naturales.

Él sentía gratitud por esa alianza entre el balón y la bota, como explicaba Alfredo Relaño en un libro memorable sobre el astro, y la llevaba a las últimas consecuencias, para desesperación de sus adversarios, en primer lugar de sus adversarios barcelonistas. Y eso es lo que dice esta foto: el genio mayor del fútbol, vestido del blanco inmaculado que le llegó al alma y que es parte indisoluble de su definición como futbolista, celebra un gol, uno más, pero lo celebra como si hubiera sido el primer gol de su vida. Él juntó el fútbol, su fútbol, al entusiasmo de jugar; nunca dejó de celebrar el fútbol, y aquí está, celebrando una jugada; gana, siempre ganó Di Stéfano, hasta este último suspiro, cuando deja la vida y entra triunfante en la portería de la gloria.

El Crackómetro (32) Al fin llegó La Décima

Tuvo que ser en el minuto 93, después de un partido agónico y cardiopático, cuando llegó el gol de Ramos y mientras millones de españoles se desgañitaban en un alarido primigenio de alegría desatada otros tantos millones, atléticos, culés y demás antimadridistas, lamentaban amargamente el tanto que empataba la final y la encaminaba una prórroga a la que, se veía, el Madrid llegaba más entero física y moralmente, lo que supondría a la postre el claro triunfo de los blancos en los treinta minutos adicionales y la consecución de la gran deseada, la Décima Copa de Europa. 

Fue un partido en el que creemos ganó el que más creyó en la victoria pues el Atlético, a pesar de su admirable trayectoria tanto en la Liga (justísimo vencedor) como en la Liga de Campeones, y a pesar de mostrarse tan granítico y solidario como todo el año, apenas creó ocasiones de gol en todo el partido en la meta de Casillas, pues ni siquiera el gol de Godín hubiera sido tal de no ser por la cantada fatals del portero madridista. Hasta el gol de Ramos, Casillas y los casillistas penaban, penábamos, en silencio ese fallo garrafal que hubiera supuesto un cruel golpe del destino para el genial meta madridista, que comenzó su leyenda en la consecución de la Novena en Glasgow en 2002.

Este triunfo supone la culminación de la gran Champions League que ha hecho el conjunto madridista, donde ha ido dejando en el camino a los campeones de tres de las más potentes ligas europeas como han sido la Juventus, el Bayern de Munich y el propio Atlético de Madrid, que junto al triunfo en Copa ante el Barça, han supuesto el enterramiento de algunos espectros atávicos que atormentaban al madridismo. La demostración de superioridad en la final de Copa y el exorcismo del ogro germánico han sido los más gozosos, más teniendo en cuenta que el repaso más claro haya sido al amanerado Bayern de Guardiola, cinco años después de aquel 2-6 en el Bernabéu, aquella noche de la infamia, auténtico trafalgar del madridismo que sólo un lustro después ha podido vengarse. El que el triunfo en la Champions ha evitado que el Atlético del enorme Simeone se godzillizara en el alma madridista y volteara para mucho tiempo las relaciones de poder en los dos grandes clubes madrileños.


Sin embargo no conviene olvidar que el Madrid ha estado a dos minutos de haberse quedado, el año en el que había conseguido reunir la mejor plantilla de su historia, con el único triunfo en Copa ante un Barça decadente, mal diseñado y moralmente hundido. Porque Ancelotti volvió a regalar los sesenta minutos en los que el falaz Khedira correteó por el campo, hasta que entraron Isco y Marcelo para arreglar el fiasco que se nos venía encima. Pero el fútbol es un deporte de instantes, de errores y aciertos que convergen espacial y temporalmente para cambiarlo todo. Así pues disfrutemos los madridistas de este momento gozoso y preparémonos para el reto del año que viene, con el Barça reinventado por Luis Enrique, otro barrabás del madridismo, que ya se está reforzando con algunos cracks en ciernes como Rafinha y Deulofeu (y los que lleguen), con otro Bayern en el que Guardiola haya aprendido de sus propios errores y junte más grandes jugadores en su lujosa plantilla, como Lewandoski. E intentemos olvidar algunas escenas (la exhibición de Ronaldo sobró totalmente) lamentables como la composición del palco de la noche de ayer o el abrazo de Florentino a Aznar, un auténtico aarg que chirrió la alegría desatada de los asistentes al partido en ese templo del anarcomadridismo ilustrado que es el juzgado del Juez Roy Bean.

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El Crackómetro (31) Campeones de Copa 2014

Aún con la dulce resaca del partido de anoche en la boca tecleamos estas palabras para conmemorar lo que, aparte de la victoria madridista, fue un gran partido de fútbol con toda la emoción de la competencia pura. Un partido disputadísmo del que salió justo vencedor el equipo blanco que habría podido sentenciar en varias ocasiones antes del portentoso tanto de Bale, un gol que pasará a la historia junto a otros como la cola de vaca de Romario a Alkorta más aún porque son goles definitorios del momento deportivo y emocional de ambos clubes, goles en los que un crack ejecuta magistralmente una de las suertes del fútbol, desnudando al rival, mostrando a todo el mundo quien tiene la excelencia deportiva y la fortuna de su lado. Por cierto en ambos barçicidios Di María estuvo presente, decisivamente. Grande el Fideo. 

Porque este Barça que ahora está en caída libre, hace tres años, antes del partido de Copa, era el cuasi-invencible Barça de Guardiola que parecía iba a durar mil años, pero aquel enorme cabezazo de Cristiano -también en Mestalla- cambió la historia, devolvió el primer golpe al mentón del campeón blaugrana y inició su lento pero inexorable declive. Hoy se bate en retirada en todos los frentes, carente de autocrítica, mal planificado, cuestionado deportiva, legal e institucionalmente y ello acrecienta el ánimo madridista, que deviene euforia a la espera de la Champions. Pero no nos engañemos, el Bayern -la otra bestia negra madridista- no es este Barça y la Liga está muy complicada, así que disfrutemos este momento porque puede ser el único. El Barça volverá como siempre vuelve, porque sigue teniendo una plantilla formidable a la que le hacen falta algunos obvios e importantes retoques. Y volverá porque así debe ser, porque ambos clubes son yin y yang, se necesitan y retroalimentan, obligándose a ser mejores el uno al otro, creando con su mítica rivalidad un gran espectáculo que enaltece este deporte. 

El Crackómetro (30) Bienvenido Gareth Bale

Llegó Gareth Bale y una conmoción sacudió el madridismo, aunque la certeza de su fichaje parecía firme desde hacía tiempo. Eso sí, se ha hecho por muchísimo dinero. Sin embargo el coste real de su fichaje lo irá dando su rendimiento a lo largo de los próximos seis años. Es evidente que los 94 millones de Ronaldo han resultado baratos, su fichaje tan beneficioso para él como para el club. El reverso tenebroso del fichaje de Cristiano Ronaldo es el desperdicio de tiempo, categoría y dinero que han supuesto los años de Kaká en el equipo, un fiasco absoluto y una carga para el club que tendría que haber acabado antes. 

Y en la cara B de la incorporación de Gareth Bale, la venta al Arsenal de Mesut Özil por casi 50 millones, en la que parece que han intervenido varios factores. Entre la ambición paterna que ya había pedido la renovación con un sueldo de 7 millones -de 5 que cobraba- a la que el club se negó, el desplazamiento a la derecha (apartándole de su posición ideal como playmaker) obligado por la eclosión de Isco y la feroz competencia que preveía incluso para esa posición por la llegada de Bale y la permanencia de Di María (cuya combatividad ha convencido a Ancelotti), además del deseo del club de ingresar una talegada para compensar el gran desembolso hecho por el galés, parece que el genio turco-alemán decidió (y el club aceptó) aceptar las presiones paternas y fichar por el Arsenal, un club en el que difícilmente podrá optar a los títulos que sí prometía el Madrid, aunque vaya a ganar 3 millones más. Otra cosa es si realmente el Manchester United hizo una oferta de ¡¡40 millones!! por el infame Sami Khedira y que el club no la aceptara. Eso sí clamaría al cielo. En fin, de cualquier forma te echaremos de menos (espero que no mucho), gran Mesut. 

Pero volviendo a Bale, el que este futbolista portentoso, que podría haber jugado en el equipo que hubiera querido pero que hace tiempo decidió que algún día se pondría en el cuerpo y la mente la legendaria camiseta blanca («hubiera jugado por un centavo») dice mucho de la enorme capacidad de seducción de un club imperfecto pero aún mítico en la mente de millones de niños en todo el mundo. Llega al Madrid un tipo sano, sensato, impecable, un jugador total y lo hace en el mejor momento de sus capacidades y habilidades físicas y futbolísticas, en el sitio que siempre había querido, listo para dar el salto cualitativo que su tremenda proyección demandaba, para otorgar auténtica relevancia y títulos a su carrera. Un jugador fichado a tiempo, un jugador que la plantilla de este año quizás no demandaba, pero era un fichaje estratégico que había que hacer. Bale, al igual que ocurrió con Cristiano, tendrá que convivir con los números de su traspaso hasta que demuestre que merecía cada euro gastado en él pero en este blog estamos seguros que eso ocurrirá pronto, que enseguida calará en la afición blanca, es un jugador superior, de los que marcan la diferencia, de los que ganan finales y denominan eras.

Gareth Bale, el galés devastador

Marcos López 02.09.2013

Por donde pasa deja huella. No es un cualquiera, su valor ya lo indica, y es uno de esos pocos que puede ganar partidos por su calidad diferencial. Firme, directo, sublime en la aceleración y potente para acabar las jugadas. Es un «running back», un corredor que corta la defensa sin remisión siempre que vaya lanzado.

La banda del ’11’

Empezó de lateral izquierdo, ahí asombró al mundo con manera de tumbar al reverenciado Maicon en el cuerpo a cuerpo. Pasó a jugar en banda como extremo tanto a pierna buena como cambiada y terminó jugando en la punta del ataque dejándose caer a la posición del ’10’ con libertad de movimientos. Polivalencia absoluta pero una posición y un dorsal, el ’11’, coincidentes en su aventura blanca.

Un banquillo a lo grande

No entran todos en el once. Partidos habrá para todos pero entre las cuatro posiciones de arriba, hay dos, Cristiano y Bale, que lo deberían jugar todo. A esto hay que sumar un ‘9’ y un ’10’. En los partidos grandes, aquellos donde los buenos no aceptan el banquillo, será el momento donde Di María, y quizás Özil, tengan que buscarse las habichuelas para encontrar un hueco entre los elegidos. 

Un chico bien

Educado, correcto y ganador. Un futbolista que siempre ha sido mejor que sus compañeros de equipo. La dependencia se reflejaba en una estadística de victorias – derrotas que dejaba bien a las claras que en el último lustro el juego del Tottenham no era lo mismo en los días que Bale tenía que ver los toros desde la barrera. Su última temporada, 31 goles y 17 asistencias en su bagaje, quedó marcada por su lesión a finales de marzo. Ahí, en su periodo de baja, los Spurs tuvieron el bajón que les alejó de los grandes objetivos.

Algo más que cien días

Sus últimos días, por aquello de que Levy le prometió salir si no había clasificación para la Champions, fueron rebeldes, más bien tozudos porque Bale siempre se mantuvo en su sitio. Llega con tres jornadas jugadas y sin pretemporada realizada. Un equipo por conocer y un verano difícil. En el Madrid será uno más, no jugarán para él como en los Spurs. Necesitará de un tiempo suplementario para quitarse la presión, olvidar la carga de su traspaso faraónico y ponerse a jugar como si el único objetivo fuese salir y divertirse.

Las cabalgadas de Gareth

Rápido, potente e imparable con espacio. Bale es un jugador que saca su mejor versión en velocidad. Desde parado, por aquello de su físico descomunal, tiene mayor dificultad para ganar el primer metro. Una condición, para beneficiar su juego, es dársela siempre por delante para el que primer contacto del galés sirva para ganar el espacio y superar al defensor con la facilidad que le genera su zancada.

Sobrevivir a la falta de espacio

El Madrid de Ancelotti, con gusto por el toque y el juego en espacio reducido, vive en campo contrario. Busca el juego entre líneas y la tendencia es más de pase corto que de juego en largo. La fórmula Mourinho, esperar y salir a la contra, le venía como anillo al dedo al fútbol de Bale pero con la idea de Ancelotti, el galés necesitará tiempo para encajar su calidad diferencial en un espacio reducido y con pocas opciones para acelerar. 


Un látigo por zurda

Bale es tiro desde la frontal. Pegada e intimidación. Cuando está a treinta metros de tu portería es obligado salirle. A esto hay que sumar a un Cristiano Ronaldo que obliga a lo mismo en el otro lado. Uno más otro obligarán a las defensas a salir y los espacios para el último pase aparecerán casi por arte de magia. Ahí, con Bale y Cristiano como francotiradores, los más listos de la clase pueden ser los que sepan correr a buscar la espalda de la defensa tirando desmarques cortos que dejen a la defensa rival sin respuesta. Benzema, siempre óptimo moviéndose sin balón, tendrá la oportunidad de firmar sus mejores números sólo con interpretar los miedos del adversario.

El Crackómetro (29) Siempre Raúl

Anoche Raúl, el eterno Raúl, volvió a sobrecoger al madridismo en una despedida soñada que clamaba por su ausencia. Un Santiago Bernabéu a reventar aclamó por última vez a su ídolo y lo hizo durante todo el partido alcanzando el éxtasis con su último gol con la camiseta blanca, un gol de crack para un jugador que sin tener probablemente las condiciones atléticas o técnicas de otros ha conseguido con su determinación, su inteligencia y el sabio desarrollo de sus condiciones futbolísticas convertirse en uno de los más grandes delanteros de la historia del Real Madrid y la selección española. Gran capitán madridista, semper fidelis Raúl González Blanco. 

El Crackómetro (28) Ya está aquí Isco

Se presentó Isco en el Bernabéu y el aficionado madridista, amohinado («añusgado» se diría en segoviano) tras ver a Neymar en el Mundial, suspiró esperanzado viendo lo bien que le queda la camiseta blanca al genio malacitano y previendo muchas tardes de gloria del que, por ahora, es nuestro gran fichaje estratégico. Un jugón español fichado a tiempo. Con Carvajal, Morata, Jesé e Isco y esperando al deseado mediocentro y quien sabe si al portento Gareth Bale el aficionado blanco puede soñar con juntar a la mejor plantilla de la historia del club, para disputar face to face con el Barça de Messi y Neymar y el Bayern de Guardiola las grandes competiciones nacionales y europeas a mayor gloria del fútbol. Y si a alguien, pongamos el Tottenham, le da por aceptar a Kaká y Khedira en el pago por Bale, el sueño se convertiría en lúbrico delirio. 

El Crackómetro (26) Selección Sub-21, el futuro es suyo, el futuro es nuestro


La selección española Sub-21 confirmó su favoritismo en la final del Europeo jugada en Israel ganando 4-2 a la Italia de Verratti en una nueva demostración de la superioridad que ha venido mostrando en todo el campeonato, dando la impresión de que si hubiera necesitado más goles no hubiera tenido problema en conseguirlos. Un grupo de chavales estupendos que se han comportado como compañeros y amigos y que perfectamente dirigidos por Julen Lopetegui, han demostrado que la Fórmula Roja se sigue reproduciendo en las categorías inferiores, que otra generación más perpetúa el modelo, que el relevo de jugadores de la absoluta se irá produciendo de forma natural para mayor gloria de nuestro fútbol. 

Jugadores como Thiago, Illaramendi, Iñigo Martínez, Tello, Rodrigo, Javi Martínez, Carvajal De Gea, Bartra, Morata e Isco son cracks en ciernes a consolidarse en los próximos años con los mejores, demostrando una vez más su calidad al máximo nivel. Para el madridismo anhelante ha sido especialmente esperanzador ver el rendimiento de un jugador como Álvaro Moratamáximo goleador del campeonato, a quien esperamos ver el próximo año con la camiseta del primer equipo del Real Madrid. Desde luego lleva tiempo mereciéndolo. Un madridismo que espera que en los próximos días se confirme el fichaje por el equipo blanco del mejor jugador del torneo, Francisco Alarcón «Isco», un jugador superlativo al que esta competición se le ha quedado pequeña, que aún con lo demostrado hasta ahora en el Málaga y el combinado nacional tiene grandes perspectivas de seguir creciendo en un equipo grande y que nos recuerda poderosamente al genial Andrés Iniesta. El Madrid podría así compensar uno de los errores históricos que lo persiguen como fue no haber captado al madridista que un día fue el extremeño, así que esperamos que a nadie en el club blanco dude a la hora de realizar un fichaje estratégico que se puede convertir en uno de los mejores jugadores españoles de la década. La Sub-21, Morata, Carvajal e Isco, europeos talentosos y de los nuestros, marca España de la buena.