Fantasmas
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El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.
Patricia Esteban Erles¿Qué es un fantasma?
– Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá. Algo muerto que parece por momentos vivo aún, un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo.
Vocabulario Fundamental. Fantasmas (5) Temporada de fantasmas
No vienen a buscar pareja, ni para desovar. No necesitan reproducirse. Tampoco es posible cazarlos. No tienen entidad suficiente para caer en las redes de la lógica, los atraviesan las balas de la razón. Breves, esenciales, despojados de su carne, vienen aquí a mostrarse, vienen para agitar ante los observadores sus húmedos sudarios. Y sin embargo, no se exhiben ante los ojos de cualquiera. El experto observador de fantasmas sabe que debe optar por una mirada indiferencte, nunca directa, aceptar esa precepción imprecisa, de costado, sin tratar de apropiarse de un significado evanescente que se deshace entre los dedos: textos translúcidos, medusas del sentido. Se abre la Temporada de Fantasmas.
Su viuda y su voz
De las cañerías provenía un ruido fuerte y triste al que ella suponía la voz de su marido muerto. Todas las cañerías hacen ruído, argumentaban sus amigos. En todas las cañerías se manifiesta su espíritu, decía ella. Todas las cañerías hacían ruído cuando él estaba entre nosotros, argumentaban sus amigos. Pero solamente ahora me hablan de amor, decía ella.
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«Aprendemos con los grandes espíritus» Survival
Nosotros los yanomami aprendemos con los grandes espíritus, los xapiripë. Aprendemos a conocer a los xapiripë, a verlos y escucharlos. Sólo los chamanes, aquellos que conocen a los xapiripë, los pueden ver, porque parecen humanos pero son tan pequeños como una mota de polvo, y brillantes como la luz. Sus canciones son poderosas, y su pensamiento es muy claro.
Hay muchos, muchos xapiripë, no sólo unos pocos, sino miles, tantos como estrellas. Algunos viven en el cielo, otros bajo tierra y otros en las altas montañas cubiertas de selva y flores. Llamamos a estos lugares sagrados “hutu pata”. Cuando el sol está en lo alto, los xapiripë duermen.
Comienzan a aparecer al anochecer.
Cuando nosotros dormimos, ellos bailan.
Davi vio a los xapiripë por primera vez cuando era niño, y continuó viéndolos en sueños mientras crecía. Pero no fue hasta que se hizo adulto que pidió iniciarse como chamán.
Cuando inhalas por primera vez el polvo fabricado con el árbol de yakoana, los espiritus xapiripë comienzan a agruparse a tu alrededor. Primero, oyes a lo lejos sus cantos de felicidad, ligeros como el zumbido de los mosquitos. Entonces empiezas a ver chispas de luz temblorosas que se elevan, y que provienen de todas las direcciones del cielo.
Gradualmente los espíritus se van desvelando, avanzando y retirándose en una lenta procesión.
Los xapiripë descienden hacia nosotros con hilos tan finos como los de una telaraña. Son hermosos, pintados con colores brillantes y con urucum (annatto). Sus brazaletes están decorados con plumas de guacamayo y loro. Bailan maravillosamente y cantan de manera distinta. Existen melodías diferentes: el canto del guacamayo, el del loro, el del tapir, el de la tortuga y el del águila.
Los xapiripë han bailado para los chamanes desde el principio de los tiempos, y continúan haciéndolo hoy en día. Sus cabezas están cubiertas con plumones de halcón y llevan cintas negras hechas con rabos de mono y plumas de cotinga color turquesa en sus orejas.
Bailan en círculo, sin prisa.
Para los yanomami, cada persona tiene una “imagen-esencia”, un doble llamado utupë, con la que está unida hasta la muerte. Un utupë puede presentarse a sí mismo en forma de diferentes criaturas vivas, como un pájaro, un mamífero o un insecto. También existen espíritus de árboles, de cascadas y de la miel salvaje.
Uno por uno los espíritus llegaron. Los espíritus tucanes llegaron con sus enormes palos en las orejas y sus taparrabos rojos y brillantes, explica Davi. Las gentes colibríes llegaron y volaron a mi alrededor. Los espíritus de las ranas moka estaban allí y llevaban a sus espaldas aljabas cargadas de flechas. Y luego llegaron los espíritus del pecarí, las gentes de los murciélagos y los espíritus de las cascadas.
Mi alma empezó a brillar. Todos vinieron y colgaron sus hamacas en mi pecho.
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