Campanadas de la Historia (40) Gavrilo Princip y los 37 días que hicieron la Gran Guerra

«Algún día la gran guerra europea estallará por alguna maldita estupidez en los Balcanes» Otto Von Bismarck

El 28 de junio de 1914 el heredero del trono del Imperio Austro-húngaro, el archiduque Franz Ferdinand y su mujer la Duquesa Sofía visitaban Sarajevo en Bosnia, país que en esa época formaba parte de este decadente imperio centro-europeo. Este viaje había sido desaconsejado por razones de seguridad pero el archiduque se empeño obstinadamente en hacerlo. Una vez en la capital bosnia, la organización nacionalista serbia «Crna ruka» (La Mano Negra) decidió atentar contra él, por lo que un grupo de seis terroristas acechaba el itinerario y tuvo una primera oportunidad cuando consiguieron lanzar una bomba contra la comitiva pero la bomba chocó con uno de los coches de la comitiva y estalló en la calle, hiriendo a algunas personas del público pero dejando ilesos a los dos magnos austriacos. Sin embargo, contra todo sentido común y como si formase parte de las costumbres locales lanzar bombas contra el coche en el que viajaba el heredero de un imperio, el archiduque se empeñó en seguir realizando los actos previstos. Fue entonces cuando cuando uno de los seis terroristas, Gavrilo Princip, un joven y enclenque estudiante serbio de 19 años y hasta entonces oscuro miembro de la organización, que mascullaba el fracaso de su acción horas antes, salía de la tienda de comestibles Moritz Schiller (hoy un pequeño museo) encontrándose con la aparición del coche oficial maniobrando apenas a unos metros de donde estaba, pues el conductor había equivocado la trayectoria prevista. Princip se acercó al coche portando una pistola y disparó dos veces con afortunada puntería contra el archiduque y su esposa, acabando con sus vidas. 

Tras el azaroso atentado, Princip huyó del lugar del incidente entremezclándose con los transeúntes. Luego trató de suicidarse con cianuro pero falló en su intento. Fue atrapado poco después (momento que refleja la foto de la izquierda) gracias a pruebas recogidas por la policía que evitó su linchamiento por la multitud. 

Aunque al principio este magnicidio no tuvo mucha repercusión en las grandes capitales europeas por considerarlo remoto e irrelevante, en las siguientes semanas desató una crisis diplomática en cadena entre Serbia, aliada de Rusia y el Imperio Austro-Hungaro, aliado de la belicosa Alemania del Kaiser Wilhem II y su general Von Moltke, que iría a mas cuando se invocaron las distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de las décadas anteriores. 37 días después las grandes potencias europeas estaban en guerra cumpliendo la profecía de Von Bismarck y el conflicto se extendería por gran parte del mundo, acabando con cuatro imperios y cambiando para siempre el devenir del siglo XX.  

En cuanto a Princip, fue juzgado por las autoridades austrohúngaras en Viena y declarado culpable tras el juicio. Como no tenía aún 20 años de edad en el momento del crimen se salvó de la pena de muerte y fue condenado a 20 años de prisión, quedando recluido en la fortaleza de Terezin, actual República Checa, donde moriría de tuberculosis el 28 de abril de 1918. Princip dijo al director de la prisión cuando se le estaba trasladando: «No es necesario que me lleven a otra prisión. Mi vida ya se acaba. Sugiero que me claven en una cruz y me quemen vivo. Mi cuerpo en llamas será una antorcha que guíe a mi pueblo por el camino de la libertad». Sus delirios egomaníacos no inspiraron la libertad de su pueblo pero sí desataron la mayor matanza que el mundo había conocido hasta entonces, la guerra que, se decía, iba a acabar con todas las guerras. Aunque según los historiadores, probablemente la I Guerra Mundial hubiera estallado igualmente sin el atentado de Saravejo, pues las tensiones políticas entre las potencias, el juego de alianzas y el militarismo existentes conducían casi inexorablemente a la catástrofe.


En otros posts iremos publicando documentales que nos contarán cómo se fue desarrollando aquel conflicto, hoy traemos a nuestra web la estupenda serie de la BBC ’37 días’, que recrea los acontecimientos que se fueron sucediendo en el poco más de un mes que se sucedieron desde el atentado hasta la invasión alemana de la neutral Bélgica previo paso a atacar Francia. Pura, terrible y vibrante Historia. 


37 days Capítulo 1

http://vk.com/video_ext.php?oid=197564815&id=168354142&hash=880f6bc426e51db7&hd=1
37 days Capítulo 2

http://vk.com/video_ext.php?oid=197564815&id=168412773&hash=5677160972c7fe4b&hd=1


37 days Capítulo 3

http://vk.com/video_ext.php?oid=197373459&id=168139533&hash=181033e15ae08fc3&hd=1

James Gandolfini: Tributo a un amigo

HBO rinde homenaje a James Gandolfini con un emocionante documental en el que más de una veintena de compañeros de trabajo (sobre todo de Los Soprano, definitivamente la obra de su vida), amigos y otras personas que lo conocieron abordan su faceta humana, más allá de su trabajo como actor. Really touching. Gran Gandolfini, se te recuerda.

In Memoriam, James Gandolfini

«Estamos todos perplejos y sentimos una gran tristeza por la perdida de alguien que es parte de nuestra familia. Era un hombre especial, con un gran talento, pero lo más importante es que era una persona generosa y cariñosa con cualquiera, trataba a todo el mundo con el mismo respecto. Llegó al corazón de muchos con su humor, su calidez y su humildad. Nuestros corazones y oraciones están con su mujer y sus hijos en este momento de dolor». Comunicado de HBO
Algunos días tarde de su muerte nos unimos a Días de Cine en su homenaje al gran James Gandolfini, que entre otros papeles mayormente como secundario de lujo, caracterizó inolvidablemente a Tony Soprano en la serie de HBO Los Sopranos, unas de las mejores series televisivas y patrimonio nacional norteamericano,  que el Juez Roy Bean ya ha visto en tres ocasiones, disfrutando cada una como la primera. Hemos leído muchos artículos dedicados a su trabajo, su vida y su muerte pero de todos nos quedamos con el título de uno de ellos «Tony Soprano se va con los patos» en referencia a los palmípedos que vivían en la piscina del brutal jefe mafioso de New Jersey y cuya partida le provoca un ataque de ansiedad que desencadena la serie de David Chase. Nuestro recuerdo al hombre y al actor, a su talento y su fisicidad apabullante, a su bonhomía y los 51 años que ha vivido en la Tierra, no muchos pero parece que sí intensos. Afortunadamente su obra magna la podremos seguir disfrutando siempre en nuestro dvd. Hasta siempre James Gandolfini, hasta siempre Tony Soprano. 

http://www.rtve.es/swf/4.2.6/RTVEPlayerVideo.swf

Vocabulario Fundamental. Asesinato (8) ‘Paradise Lost’ y los crímenes de West Memphis


Aún algo conmocionados por el efecto de las siete horas de la hipnótica trilogía de HBO Paradise Lost que hemos visionado, buscamos información actualizada del caso de los «West Memphis Three», los tres adolescentes estadounidenses que fueron acusados, juzgados y condenados por la tortura y asesinato de tres niños de ocho años el 5 de mayo de 1993 en un deprimido barrio de casas-trailer de West Menphis, Arkansas. El terrible estado en el que se encontró los cadáveres de los niños, que parecía indicar algún tipo de ritual satánico, conmocionó a la sociedad estadounidense que pedía encontrar a los culpables y hacer justicia con ellos. Tres adolescentes de la misma ciudad, Damien Echols, Jessie Misskelley y Jason Baldwin fueron enjuiciados, encontrados culpables y sentenciados a cadena perpetua y, en el caso de Echols, a la pena de muerte. 

El juicio de estos chicos atrajo la atención de la prensa nacional y de los documentalistas Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, quienes con al apoyo del canal de cable HBO, decidieron hacer un documental sobre este caso. Un trabajo que lentamente les permitió darse cuenta de las inconsistencias en el juicio y las dudas sobre la culpabilidad de los jóvenes. Su imponente trabajo documentalista retrata algunos de los prejuicios, miedos, odios, ignorancias, instintos primarios desatados y otras miserias de la sociedad y el sistema judicial norteamericanos, pero también muestra algunas de sus luces, la solidaridad, la ayuda entre extraños que se unen para luchar por una causa común y justa e incluso la reconciliación entre enemigos jurados. Vivan la experiencia Paradise Lost, una prueba más de que la realidad siempre acaba superando a la ficción. 


‘Paradise Lost’, un documental que escribe y reescribe el sistema judicial

Juan Sardá – El Cultural.es 22/03/2012


Hay historias que no sólo merecen ser contadas, también contienen muchas de las claves y los misterios del mundo en el que vivimos. Son historias personales y al mismo tiempo universales, como si contuvieran en su interior la capacidad para iluminar una parte del alma humana y parte de la penumbra de lo contemporáneo. Esa es parte de la grandeza de la trilogía Paradise Lost, una serie de tres documentales dirigidos por Joe Berlinger y Bruce Sinosky y producidos por HBO en 1996, 2000 y el año pasado que siguen el asombroso caso de tres adolescentes, Damian Echols, Jesse Misskelly y Jason Baldwin condenados sin pruebas a principios de los 90 por el brutal asesinato de tres niños de ocho años en un bosque de Arkansas. 


(…) Paradise Lost es un puñetazo de realidad y un retrato de Estados Unidos asombroso. Estamos acostumbrados a ver películas americanas constantemente, algunas muy buenas, pero el cine de ese país tiene como característica fundamental embellecer la realidad. Veamos, por ejemplo, una película como Aflicción, de Paul Schrader, que retrata un ambiente parecido, deprimido, religioso, rural, y es al mismo tiempo una maravillosa película, pero no muestra algo que sí aparece en todo su tenebroso esplendor en Paradise Lost: lo feos, horteras, ignorantes y vulgares que son muchos americanos. 

No recuerdo una sola película americana reciente, ni siquiera Winter’s Bone, que se acerca estéticamente al realismo muy sucio y sin adornos de estos documentales, que ofrezca un retrato tan brutal y esclarecedor sobre ese otro Estados Unidos no formado por minorías peligrosas y potencialmente glamourosas como las gangs de las grandes ciudades sino por blancos de bajísimo nivel, esa «white trash» de la que hablaba Eminem en sus primeras canciones, grandes masas de clase baja americanas que no conocen otra cultura que la propia y que se hacen más pintorescas en el «cinturón de la Biblia», donde la religión es omnipresente y la existencia de un Dios furioso y vengativo se da por descontada. Así, West Memphis, un suburbio empobrecido al que pertenecen tanto las víctimas como los supuestos asesinos, muchos de ellos viviendo en caravanas, surge como icono de la parte oscura de América con enorme fuerza. Asombra la cantidad de personajes sin dientes, obesos, deformes y tarados que circulan por la película. 

La policía busca venganza 

El asesinato de los tres niños nos permite ver una escala de emociones humanas perfectamente reconocibles con un suceso de este estilo: el pánico, la indignación, la manipulación amarillista, el alarmismo ignorante, el deseo de venganza y etc. En este contexto de histeria, la policía siente la obligación imperiosa de encontrar a los asesinos y calmar a los ciudadanos. Y lo que vemos en Paradise Lost es la historia de una de esas chapuzas de ésas que los españoles creemos que solo cometemos nosotros: desestiman sospechosos potencialmente culpables, pierden pruebas, no atienden chivatazos… Un desastre que culmina con la confesión de Misskelley, un joven con retraso mental que «confiesa» después de un interrogatorio de varias horas en el que acaba diciendo lo que los policías quieren oír para salir del paso y que le dejen tranquilo. Para hacerlo más creíble, el chaval implica a los «raros» del barrio en el asesinato. Y comienza el show. 

Damian Echols y Jason Baldwin, sobre todo el primero, un hombre nacido para ser una estrella que terminó siéndolo de la forma más inesperada, son juzgados y condenados por ir vestidos de negro, escuchar música metal o tener un libro de brujería en su casa. Paradise Lost supone ver en marcha una maquinaria de prejuicio, clasismo e ignorancia sin parangón. Como señala el propio Echols, es una reedición delirante de la quema de brujas en Salem. Minuto a minuto, asombra comprobar cómo se perpetra una injusticia de tamaño descomunal en una espiral de demagogia e instintos primarios que deja estupefacto, triste e indignado a partes iguales. 

Dos décadas en siete horas 

Los tres episodios, con sus siete horas de duración, de este extraordinario documental arrojan resultados distintos. El primero, Asesinato en Robin Hood Hills, rememora el asesinato, nos presenta a las familias y se detiene la mayor parte del metraje en el delirante juicio a los tres acusados. Su demoledor final, con la condena a muerte a Echols, un chaval que acaba de cumplir la mayoría de edad, deja un nudo en la garganta difícil de superar. El segundo, Revelaciones, trata sobre el propio efecto del documental e ilustra la campaña para liberar a los ya conocidos como «3 de West Memphis». Brilla el protagonismo de la estrella de Paradise Lost junto a Echols, el impagable John Mark Byers, padrastro de uno de los niños asesinados y que es una condensación de todos los males que se achacan a los temidos rednecks: violento, paleto hasta extremos delirantes, fanático religioso, vocinglero y con tendencias delictivas. Lo tiene todo. 

Paradise Lost 3, Purgatorio, explica el insospechado final feliz de una historia insospechada desde el principio. En agosto del año pasado, los tres convictos fueron excarcelados tras una extraña maniobra legal en la que reconocían su culpabilidad para ahorrarle al Estado cientos de millones de dólares en daños y perjuicios pero eran liberados, lo que era un reconocimiento de facto del fatal error. Observar cómo han cambiado los rostros de esos adolescentes 18 años después es una experiencia profundamente conmovedora y perturbadora. Contemplar su serenidad, su dolor abisal y el palpitar de una injusticia tan brutal y miserable ofrece una versión de Estados Unidos y de la propia vida tan cruda y brutal como la hayamos visto en pocas ocasiones. La trilogía de Paradise Lost es uno de los trabajos documentales más importantes de las últimas dos décadas. 


3. Purgatorio

http://vk.com/video_ext.php?oid=183187401&id=163823832&hash=aa23cdc2b2e6ff3e&hd=1

Vocabulario Fundamental. Puta guerra (15) Band of brothers (2) Episodios 6 al 10


En nuestra segunda entrada sobre la serie de HBO «Band of brothers» les ofrecemos el resto de capítulos, del sexto al décimo y último. Para la tercera entrega reservamos los extras. 



6 – Bastogne (Bastogne) 


La Compañía Easy es enviada al pueblo belga de Bastogne durante la Batalla de las Ardenas. Este episodio está mostrado desde la perspectiva del Soldado Eugene Roe, uno de los dos médicos de la Compañía E.

  http://www.vxv.com/embed/Y97d5ltfkJas/source/1

7 – The breaking point (Punto de ruptura)

Ilustra el estrés y la fatiga producto del combate alrededor del pueblo de Foy, en Bélgica. El episodio está narrado desde la perspectiva del Sargento Primero Carwood Lipton. El Capitán Ronald Speirs se convierte en el nuevo CO (Commanding Officer, o en español, Comandante de la Compañía) cuando el Tte. Dike sufre un ataque de pánico durante un asalto a Foy y es relevado de su cargo, sustituido por el Tte. Speirs.

http://www.vxv.com/embed/Tpkd2gnV9OLU/source/1

8 – The last patrol (La última patrulla)

La Compañía Easy es enviada al pueblo de Haguenau. Este episodio está contado desde la perspectiva de David Webster, un soldado miembro desde la fundación de la compañía Easy que por no haber estado en Bastogne era tratado como un reemplazo, y el Tte. Jones de reemplazo interpretado por Colin Hanks, hijo del productor ejecutivo de la serie, Tom Hanks. Winters es ascendido a Mayor, y Lipton a 2º Teniente.

http://www.vxv.com/embed/gHK9JS1WV6xr/source/1

9 – Why we fight (¿Por qué luchamos?)

La Compañía Easy cruza hacia Alemania y descubre un Campo de Concentración Nazi cerca de Landsberg. Está narrado desde el punto de vista de Lewis Nixon.

http://www.vxv.com/embed/OcS8wRkfhDCe/source/1

10 – Points (Puntos)

La Compañía Easy captura el Nido del Águila (Kehlsteinhaus) de Hitler, acaba la guerra en Europa y ahora los hombres de la Easy se preparan para ser enviados al Teatro del Pacífico para ayudar a vencer a Japón. Afortunadamente, la guerra finaliza y los hombres de la Compañía Easy son enviados a casa. Este episodio esta narrado desde el punto de vista del Mayor Dick Winters.

http://www.vxv.com/embed/QWZfRaUyMn29/source/1

Breaking Bad al estilo The Wire

Publicamos un vídeo que hará las delicias de los seguidores de dos obras maestras de la televisión como Breaking Bad y The Wire, series de estilos contrapuestos, una de ritmo reposado y otra puro vértigo, que no sólo son puro entretenimiento sino que reflejan de forma maestra algunas luces y muchas sombras de la sociedad norteamericana. Las distintas covers que versionan el «Way down in the hole» de Tom Waits y el inconfundible estilo de la serie de HBO son transfundidos con distintos planos de las cinco temporadas de Breaking Bad, adhiriéndose, como suele pasar con las cosas buenas, a la perfección. 

Vocabulario Fundamental. Puta guerra (13) Band Of Brothers (1) Episodios 1 al 5

Hoy tenemos el placer de incorporar a nuestro proyecto la multipremiada serie Band Of Brothers, coproducida por Tom Hanks, Steven Spielberg y HBO y realizada justo tras finalizar el rodaje de Saving Private Ryan, la gran obra de Spielberg sobre la Segunda Guerra Mundial.

Gran parte de la acción de esta miniserie de diez episodios se centra en las experiencias de la Compañía Easy del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista de la célebre 101ª División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos y en uno de sus primeros jefes de sección, el teniente Richard Winters (interpretado por el actor británico Damien Lewis, el Nicholas Brody de Homeland) durante su participación en la lucha por la liberación de Europa de la ocupación alemana. 

La serie se basa en el libro del mismo título, escrito por el prestigioso historiador y biógrafo Stephen AmbroseLos eventos retratados en ella tratan de ser fieles a la historia y se basan en la investigación de Ambrose y en entrevistas hechas a veteranos de la Easy Company. Todos los personajes que aparecen en la miniserie están basados en personajes reales de dicha compañía, apareciendo algunos de ellos en entrevistas pregrabadas como prólogo a cada episodio. 
A lo largo de sus diez capítulos se va desgranando la participación de esta unidad en el teatro de operaciones europeo, desde su entrenamiento como paracaidistas en un boot camp de Georgia a su bautizo de sangre en el desembarco de Normandía, los combates por la liberación de la localidad francesa de Carentan, su participación en la Operación Market-Garden y otras operaciones realizadas en Holanda, así como la heroica defensa de Bastogne -dentro de la contraofensiva alemana de Las Ardenas- y ya dentro del territorio alemán, la liberación del campo de concentración de Landsberg y la captura del Nido del Águila de Hitler. Sin embargo, un reparto espectacular, una magnífica ambientación y el realismo brutal de la ambientación, los combates y la destrucción no son los únicos activos de esta serie que a lo largo de sus diez entregas desarrolla unos magníficos guiones que muestran el heroísmo y la camaradería pero también la muerte, el miedo y el stress paralizantes que sufren los soldados así como las relaciones de hermanamiento desarrolladas entre unos hombres inmersos en unas experiencias terribles que marcarán sus vidas para siempre.

Esta master piece de la televisión fue estrenada en 2001 por HBO, el gran gurú de las mejores series para la pequeña pantalla (responsable de otros hitos fundamentales de nuestros tiempos como The Wire o The Sopranos, entre otros) y en esta web se la ofreceremos en dos entregas de cinco episodios cada una y una tercera con extras impagables. Disfrútenla, son casi diez horas del mejor cine (anti)bélico.



1 – Currahee

La Compañía Easy comienza su entrenamiento como paracaidistas en Camp Toccoa, en el estado de Georgia. Son presentados la mayor parte de los personajes, particularmente el Tte. Dick Winters y el Tte. Lewis Nixon. El episodio se centra principalmente en la reacción de los hombres al Capitán Herbert Sobel, el egocéntrico y áspero primer comandante de la Compañía Easy. Sin embargo, durante los entrenamientos y ejercicios los hombres comienzan a cuestionar el liderazgo de Sobel en combate, debido a que éste se pone muy nervioso durante las maniobras. 

Cuando ya se encuentran en Inglaterra entrenando y esperando los planes aliados para invadir la Europa ocupada por Hitler, Sobel comete un error en un entrenamiento que enfurece a sus superiores, y trata de desquitarse con Winters, su subordinado. Winters no acepta el castigo y elige una corte marcial. Entonces los suboficiales, en un acto de rebeldía, alegan que no quieren continuar como suboficiales en la Compañía Easy y presentan su renuncia ante el Coronel Sink. Como resultado, el Coronel Robert Sink degrada a uno de los sargentos y traslada a Sobel como jefe de una escuela para personal secundario del ejército (corresponsales, capellanes, sanitarios), colocando en su lugar al Teniente Thomas Meehan, de la compañía Baker. Al final del episodio, los hombres son embarcados hacia la costa con el fin de prepararse para el salto sobre Europa, como parte de la Operación Overlord en el Día D.


2 – Day of days (El Día más largo)

El Día D finalmente llegó y la Compañía Easy participará en la Batalla de Normandía, incluido el Asalto a Brécourt Manor y la pérdida de su nuevo comandante el Tte. Meehan. Este episodio muestra principalmente la perspectiva del Tte. Dick Winters y su intento por alcanzar el objetivo asignado después de haber saltado muchos kilómetros lejos de donde se suponía que el avión C-47 los tenía que dejar. En este episodio también tiene que capturar y destruir unos cañones en Brecourt que están disparando hacia la playa Utah donde están desembarcando los aliados. Por este asalto, liderado por Winters, se le otorga la Cruz por Servicio Distinguido y a algunos de sus soldados Estrellas de Plata y Bronce. El Tte. Winters asume la función de comandante de la compañía Easy durante el día D.

http://www.vxv.com/embed/83XPLmTplCxS/source/1
3 – Carentan

La Compañía Easy toma el pueblo francés de Carentan y repele el esperado contraataque alemán en un escenario de batalla muy agitado. Este episodio está mostrado desde la perspectiva del soldado Albert Blithe, quien lucha con el miedo y la angustia de dejar a sus compañeros caer, y del teniente Welsh, quien se vuelve uno de los más valiosos líderes de la compañía.


4 – Replacements (Reemplazos)

De vuelta en Inglaterra, la Compañía Easy recibe a los reemplazos. Winters, ahora capitán, lidera la compañía en un asalto aéreo sobre Holanda, en apoyo a la Operación Market Garden. Durante el episodio, mientras los paracaidistas de la Easy Company se preparan para saltar en la Operacion Market Garden, aparece su antiguo lider, el Capitan Herbert Sobel, quien fuera relegado de su cargo debido en parte a sus malas decisiones durante el combate. El Episodio se narra principalmente desde la perspectiva de los nuevos hombres, así como también desde la del Sargento «Bull» Randleman, que desaparece en combate y se esconde en un granero para evitar ser atrapado por los alemanes en la retirada aliada, pero logra sobrevivir y vuelve a la compañía la mañana siguiente.


5 – Crossroads (Encrucijadas)

Todavía en Holanda, la Compañía Easy toma parte contra una ofensiva alemana, mostrando alternadamente flashbacks de lo ocurrido, mientras Winters, ahora miembro del mando del Batallón, escribe el informe de la batalla. La Compañía Easy ahora es traspasada al mando del Tte. Heyliger, secundado por el Tte. Dike.

The Wire, Balzac caminando por las calles de Baltimore


Con el regusto que el magistral último episodio de The Wire nos ha dejado en la mente y mientras aún cantamos, chupito de whisky en mano, en la fiesta irlandesa de despedida del gran Jimmy McNulty, queremos homenajear en nuestro blog esta serie superlativa, a la altura de cualquier clásico del cine y que compone nuestra trinidad de las mejores series de TV de la historia, junto a «Los Soprano» y «Breaking Bad».

The Wire fue creada en el año 2002 por David Simon y Ed Burns (un ex-periodista y un ex-policía) y producida por el canal de televisión por cable HBO responsable, además de Tony Soprano y su gente, de otras grandes obras como «A dos metros bajo tierra», «Deadwood» y «Band of brothers», entre otras.

The wire es una exhibición de genio y creatividad por parte de sus creadores, que componen un lúcido fresco sobre la condición humana mientras ofrecen un certero retrato, y a la vez una áspera crítica, de la sociedad estadounidense contemporánea y el sistema que la cobija.

Una serie sin concesiones para quien la contempla, que requiere espectadores atentos y mentes abiertas, con decenas de personajes que entran y salen de plano de atención a lo largo de los sesenta episodios de sus cinco temporadas, pero aportando todos al desarrollo de las múltiples tramas que retratan el tráfico de drogas, la política, los puertos, la enseñanza, la Justicia y el periodismo que se interconectan en ese universo que es Baltimore, Maryland.
De digestión lenta y disfrute continuo, The Wire va impregnando la mente del espectador con su atmósfera de tragedia griega, sus guiones impecables y un impagable reparto que interpreta unos personajes perseguidos por el fatalismo, complejos y contradictorios, entre los que hay caracteres esencialmente decentes pero con algunas sombras y otros manipuladores y delictivos pero con algunas luces, lo que ocurre a ambos lados de la ley.

Les dejamos con un buen texto que analiza esta serie leído en la revista digital Ojos de papel y terminaremos con un especial sobre The Wire de la cadena TNT (al que solo puede reprochársele que los fragmentos de la serie que salen estén doblados) en el que hablan sobre ella rendidos admiradores como Carlos Boyero, Marcos Ordóñez, Enric González, Maruja Torres y Hernán Casciari. No es redundancia que ofrezcamos tanta gente hablando de lo mismo, cada uno aporta algo interesante. Si aún no la han visto no se la pierdan, si ya lo han hecho, como nosotros, da igual, The Wire son 60 horas gozosas del que ya es un clásico imperecedero en el que no importa saber el final sino disfrutar del viaje que te lleva hasta allí, así que la próxima vez que la veamos (que será pronto) seguirán deslumbrándonos sus diálogos y sus tramas, su humor negro y su infinidad de matices, volveremos a convivir con sus ya míticos personajes, con McNulty, Bubbles, Carver, Kima, Carcetti, Prez, Lester, Stringer Bell, Omar y tantos otros, a los que ya estamos echando de menos.


Televisión y literatura: Balzac camina por las calles de Baltimore en The Wire
Hay quien pueda considerar una osadía comparar literatura con un guión televisivo. Sin embargo, en el caso de la serie norteamericana The Wire, creada por David Simon y Ed Burns, la equiparación es más que acertada. No sólo por ser una obra, tanto en lo televisivo como en lo interpretativo, sencillamente magnífica, sino también por el asombroso guión al que muchos se han atrevido a comparar con la magna obra de Balzac La Comedia Humana. Porque The Wire, entre otras muchas cosas, plasma un retrato real y veraz de la sociedad norteamericana de principios de siglo XXI al igual que hicieran Balzac, Charles Dickens o William M. Thackeray con la sociedad inglesa y francesa del XIX, elevando el guión, en mi opinión y sin querer caer en exageraciones, a la categoría de obra de arte. Ya quisieran muchas novelas contemporáneas que inundan hoy nuestras librerías reflejar con tanta precisión y verdad una sociedad elaborando a su vez unos personajes ricos, llenos de matices y creíbles como son los que desfilan a lo largo de las cinco temporadas que componen de The Wire.

The Wire (traducida en España como “Bajo escucha” y en México como “Los vigilantes”) fue emitida por la cadena de cable norteamericana HBO durante los años 2002-2008, con un total de 60 episodios cada uno de una hora aproximada de duración. Para aquellos a los que (todavía) les resulte desconocido su nombre, la HBO es la cadena de televisión responsable de series de culto que han revolucionado el lenguaje televisivo tomando tratamientos técnicos, conceptuales y argumentales propios del mundo cinematográfico, teatral e incluso literario, como son The Sopranos (Los Soprano), Six Feet Under (A dos metros bajo tierra), o In treatment (En terapia).

Sobrepasando lo local

El argumento de The Wire podría, a priori, parecer banal y manido. A grandes rasgos, podemos decir que a lo largo de la serie se narran los esfuerzos de un grupo de policías de la ciudad de Baltimore (Maryland, EE.UU.) por acabar con un grupo de narcotraficantes valiéndose para ello de diversos medios, entre ellos la escucha telefónica que da nombre a la serie. Sin embargo, ésta es mucho más. El espléndido guión de David Simon y Ed Burns, creadores de la serie y guionistas, podría haber sido fácilmente una novela en cinco tomos. No obstante, la potencia y profundidad del guión, sumada a la áspera realidad que reflejan sus imágenes, poéticas en su dureza, hacen que esta serie, marcadamente realista, sea una pintura tan verdadera como cualquiera de las descripciones de Galdós.

Podría pensarse que en ella se aborda una historia demasiado local y alejada de la realidad social de un espectador español o europeo. Sin embargo, lo que hace deslumbrante a esta serie es la universalidad de sus temas y personajes; es como si gran parte de la obra de William Shakespeare hubiera sido condensada en un guión para cinco temporadas. Porque su guión genial, rico y complejo, va más allá de esa investigación policial que articula el hilo entre sus diferentes temporadas, reflejando sin maniqueísmos ni moralina fácil temas universales como la culpa, la ambición, la traición, la soberbia, la corrupción, la burocracia, el miedo, la desolación o la búsqueda del perdón y de la redención. Además, aborda con admirable precisión diferentes facetas que componen de manera caleidoscópica la ciudad de Baltimore, escenario donde se desarrolla la trama y que podría ser perfectamente cualquier ciudad del mundo, con sus carencias y virtudes, sembrada de seres humanos que viven y luchan por su supervivencia con más o menos fortuna.

Tal y como se muestra en The Wire, nos encontramos ante el retrato físico y humano de una ciudad empobrecida (convendría señalar que tras ver esta serie uno asume que el concepto de pobreza en los EE. UU. va más allá de a lo que estamos acostumbrados en España) con una población mayoritariamente afroamericana que vive en una realidad donde la supervivencia y la drogas están estrechamente ligadas y donde sus personajes observan impotentes que, cuanto más luchan, más difícil se hace alcanzar el paraíso. Muchos de estos personajes podrían compararse a Sísifo, ya que pese a su voluntad y deseo no logran llegar a su Ítaca anhelada.


Baltimore y The Wire

Al igual que sucede en muchas novelas, The Wire es la ciudad que se retrata. Los guionistas de la serie, David Simon y Ed Burns, fueron periodista del diario Baltimore Sun y policía de homicidios y profesor, respectivamente. Esto hace que el guión radiografíe una ciudad y una sociedad desde el profundo conocimiento, exponiendo todas sus virtudes y defectos. Personalmente, la serie me parece que dibuja la ciudad desde un profundo amor a ésta, lo que permite que el espectador se sumerja en un espacio asolado por la decadencia y la miseria pero, a la vez, dueño de una tremenda dignidad. Y esto es gracias a sus personajes.

The Wire respira verdad: todos los actores parecen salidos de las calles de Baltimore, y todos representan una amplia variedad de tipos humanos, esbozando un microcosmos coral y casi documental. Desde policías y traficantes, hasta un retrato de la clase trabajadora encarnada por los descargadores del puerto de Baltimore, pasando por el profesorado de un sistema educativo ahogado por la burocracia y la desidia. En The Wire se retratan también políticos corruptos, traficantes que manejan su negocio como una simple operación empresarial, policías borrachos y vagos pero también competentes en su trabajo… La lista sería inmensa, como es el número de personajes que desfilan a lo largo de las cinco temporadas de la serie. Algunos de ellos están presentes en todas, otros sólo aparecen en una, pero su verdadera riqueza reside en tratar tipos con una gran profundidad, válidos universalmente y netamente literarios. Así, hay antihéroes, personajes perseguidos por el fatum, tipos que desean y persiguen el perdón y la redención, personajes corroídos por el sentimiento de culpa, ambiciosos “trepas“… Todo está en The Wire. En este sentido, algunos amantes de la serie han hecho notar que ésta podría verse como una moderna tragedia griega y yo, personalmente, corroboraría tal afirmación.

Ambigüedad

Lo cierto es que tras ver la serie completa no se puede evitar terminar amando a muchos de sus personajes a pesar de sus defectos y su dudosa moralidad. Precisamente, lo interesante en esta serie es la ambigüedad de muchos de los personajes. Tradicionalmente las series con argumento policial habían reflejado al cuerpo de policía como una especie de grupo de héroes que luchaban contra el crimen que abanderaban personajes deleznables. Por el contrario, en esta serie ambos bandos están equilibrados, porque si bien muchos de los personajes policías son buenos en su trabajo y desean acabar con la organización de narcotraficantes, tienen motivaciones más dudosas: desde la soberbia del detective borracho y pendenciero Jimmy McNulty, quien cree ser más listo que los narcotraficantes, hasta el desmedido ansia por ascender en el escalafón policial del teniente Cedric Daniels. Por su parte, los personajes que retratan el mundo de los traficantes, desde los simples camellos, matones hasta los grandes “cerebros”, son incluso mucho más atractivos que los personajes policías.

Retrato de defectos y virtudes humanas, The Wire está articulado sobre un guión donde los personajes respiran verdad y son caracterizados incluso con cierta poeticidad. Uno de mis personajes favoritos, el drogadicto Bubbles, se presenta y retrata con tanta dignidad que es imposible no conmoverse ante su desesperado intento de salir de las calles perseguido una y otra vez por su particular fatum. U Omar, una especie de ladrón justiciero y homosexual donde serlo en un mundo de violencia es firmar una sentencia de muerte. O Frank Sobotka, el líder del sindicato de los descargadores del puerto de Baltimore, que emana una humanidad y dignidad asombrosa. Éstos son sólo algunos de los personajes positivos, pero hay otros más negativos que, sin embargo, terminas comprendiendo e incluso cogiéndoles cariño. Como el concejal Carcetti, imparable en su ambición por ser alcalde, o “Stringer” Bell, un mafioso que concibe el narcotráfico como un negocio más, sometido a las leyes del capitalismo de la oferta y la demanda.

Estos personajes se entrecruzan a lo largo de las cinco temporadas que componen la serie. Como hemos dicho, el hilo narrativo se centra en una investigación policial, pero cada una de las temporadas se centra en un aspecto distinto con el que los guionistas se permiten diseccionar distintas situaciones que componen la realidad de la ciudad de Baltimore.


Los bajos fondos


En la primera, se retrata el mundo del narcotráfico de los bajos fondos. Además de conocer a los personajes principales, Simon y Burns trazan un preciso retrato de las calles y barrios más pobres del Baltimore oeste, asolado por la pobreza y las drogas. En esta temporada se aborda cómo es la organización de traficantes, que al final el espectador menos avisado puede comparar fácilmente a la organización policial: hay capitanes, tenientes y soldados que se dejan la vida en las calles. Stendhal y su reflejo de la realidad.


Los puertos


En la segunda temporada, sin abandonarse la línea de investigación, el guión cambia de escenario y retrata una trama que se sitúa en el puerto de Baltimore. Una excusa para mostrarnos la deplorable situación de la clase trabajadora norteamericana y sus problemas para subsistir, al mismo tiempo que se adentra en uno de los orígenes de la droga: aquellos que la hacen llegar al país. Así, del narcotráfico callejero que veíamos en la primera temporada pasamos a los distribuidores de droga, fuente y verdadero problema.


La política tiene las manos sucias

La tercera temporada va más allá y conecta la droga con el mundo de la política, que se beneficia de las impresionantes fuentes de ingresos que genera ésta. Así, asistimos a un muy ajustado retrato de la realidad de la burocracia y la corrupción política (el argumento es tan universal, tan equiparable a nuestras fronteras, que casi asusta), que por su conexión velada con el mundo del narcotráfico, que financia muchas de las campañas de sus políticos (no olvidemos que en EE. UU. las campañas se financian con donaciones anónimas o de grandes empresas), no hace más que obstaculizar la investigación policial. Esta temporada ayuda a entender el entramado de intereses que siempre está detrás de la política, muchas veces al margen de la propia ley.

La infancia perdida

La cuarta de las temporadas es, en mi opinión, una de las más interesantes y la que bucea con más profundidad en uno de los orígenes del problema del tráfico de drogas. Y quizá una de las más conmovedoras porque retrata cómo la inocencia de los niños se destruye por intereses económicos. En esta temporada la acción se centra en el sistema educativo norteamericano, totalmente ineficaz y podrido, que no hace sino desmotivar a los niños y arrojarlos a las calles. Basándose en la historia de cuatro chicos que acuden a una escuela pública de la ciudad de Baltimore, muestra como éstos se ven abocados, por muy diversas razones, a las calles, siendo presa fácil de los traficantes que les introducen en su mundo ofreciéndoles pequeños trabajos de “vigilantes” o “pasadores de droga”. Hay que tener en cuenta que la serie retrata una ciudad, como hay muchas en muchos países, donde el paro y la desmotivación hacen que muchos niños abandonen la escuela por desinterés o cegados por el dinero fácil. El esfuerzo y el deseo de mejorar no se valoran, y muchos de los niños que retrata la serie no tienen más salidas que insertarse en el mundo de las drogas, bien como traficantes, bien como drogadictos. Esta temporada es especialmente dura y desoladora, pero hay tanta verdad que resulta emocionante. La idea y el concepto de un sistema educativo en el que los profesores están presionados por la burocracia para alcanzar resultados sobre el papel (como, por ejemplo, que la mayoría de los estudiantes aprueben un examen estatal para continuar recibiendo subvenciones del estado, sin importar si verdaderamente los niños han aprendido algo), está de plena actualidad.

El falso periodismo

Por último, en la quinta temporada se aborda el mundo del periodismo. Fruto de la experiencia de David Simon en el diario Baltimore Sun, se retrata un colectivo más interesado en publicar reportajes de impacto y de corte sensacionalista que en hacer buen y honesto periodismo que denuncie las carencias y problemas de la ciudad. Un varapalo y, a la vez, canto a la profesión y a la competencia. Sencillamente admirable.

Hay que advertir de el argumento que he esbozado pobremente en párrafos anteriores tiene un guión cuya autoría corresponde a los citados David Simon y Ed Burns. A este respecto, cabe decir que detrás de la gran mayoría de las series emitidas en los Estados Unidos está una persona o varias que conciben la idea y el diseño de la trama, ejerciendo en muchas ocasiones no sólo el rol de guionista, sino también el de productor e incluso director. Esto, en la gran mayoría de los casos, da lugar a un fuerte sentido de la autoría. Esto parece no suceder en España, donde la gran mayoría de las series son, en mi opinión, o meros remedos de otras series, normalmente norteamericanas, o ideas pobres y sin argumento, de personajes planos y arquetípicos y, lo que es aún peor, ancladas en un tipo de historia que arrastra, cuanto menos, un insoportable costumbrismo que los productores de televisión españoles están empeñados en seguir cultivando. Una falta absoluta de creatividad.

En The Wire al menos sus guionistas tuvieron la voluntad de crear una obra de entretenimiento honesta que fuera más allá, ofreciendo con ella un retrato humano y geográfico de una ciudad francamente universal, reflejando sus defectos y virtudes y realizando una sana autocrítica a muchos de los males que asolan la sociedad norteamericana. Todo muy lejos del sainete español. Cuando veamos algo así en las pantallas españolas, algo habrá cambiado. Hasta entonces, nos quedará la HBO.

Un último consejo. Si no conocían esta serie y tienen curiosidad por verla, no lo hagan con el doblaje español. Soy partidaria de la versión original, y en este caso ésta se justifica aún más: la serie refleja la variedad de acentos de la ciudad, desde el slang de las barriadas más pobres de Baltimore hasta el argot policial pasando por el pomposo y peligroso lenguaje de doble sentido de los políticos. Perderse esto sería un crimen.

Y otro asunto. El tempo narrativo de la serie está en las antípodas de la acción y la espectacularidad. Quien busque eso, que se abstenga de verla y recurra a otra serie igual de interesante pero diversa en su planteamiento, The Shield, emitida en la cadena por cable FX. En The Wire todo sucede despacio, poco a poco, y hay que dar una oportunidad a la serie si los dos primeros episodios parecen “lentos”. Una vez acostumbrados a su ritmo, la serie se convierte en un libro de cabecera.


Especial The Wire (Canal TNT)

Vocabulario Fundamental. Droga (7) Breaking Bad, pura adicción

Parece que esta edad dorada de las teleseries que estamos viviendo no deja de darnos gratas sorpresas. Series hechas para la televisión (mayormente norteamericanas) que en su mayoría retratan de forma impecable el mundo en mutación que estamos viviendo en general y las miserias de la vida norteamericana en particular. Pensábamos que las magníficas The Sopranos, Mad Men, Boardwalk Empire y The Wire (sobre todo ésta última), tenían, cada una en su estilo, un nivel difícil de alcanzar, pero de repente entramos en Breaking Bad y volvemos a disfrutar del puro goce de estar viendo en nuestros televisores un producto de ficción extraordinario.

Es una historia creada por el hasta ahora desconocido Vince Gilligan que comienza cuando a Walter White, un profesor de química de instituto en Alburquerque (Nuevo Méjico) le diagnostican a sus 50 años un cancer de pulmón que está acabando con su vida. Entonces decide liarse la manta a la cabeza, acabar con su mediocre vida y aprovechar sus vastos conocimientos de química para cambiar su destino (y el de su familia) fabricando la más pura de las metaanfetaminas para así reunir el dinero suficiente que permita a su mujer y sus hijos (uno un poco impedido, otro al llegar) poder vivir sin él en sus vidas. Para ello se junta con un antiguo alumno y traficante de medio pelo, Jesse Pinkman, que le introducirá en los manejos de la distribución de droga. A lo largo de los episodios se van presentando los distintos e impagables personajes que comienzan a orbitar alrededor de la nueva y secreta ocupación de Walter, interpretado por Bryan Cranston, actor al que hasta ahora no conocíamos.

Por qué Walter White delinque es una cuestión, en realidad, menor, una mera justificación o detonante. Lo transgresor aquí es ir descubriendo cómo en realidad disfruta corrompiéndose”, cómo se convierte en un hombre nuevo, más feliz, más completo, más vivo, gracias a la violencia y al poder que le confiere su nueva careta de “Heinsenberg”, el traficante de anfetas más peligroso de la ciudad. Walter White comprende capítulo a capítulo que en realidad era un hombre castrado, anulado por su trabajo, su familia, por la enfermedad y la abulia vital.

Ésa revelación radical le convierte en un personaje único. La cercanía de la muerte, la necesidad de contrarrestar la decepción provocada en sus seres queridos y el deseo de redención de lo que él considera una vida fracasada, le llevan a recorrer un camino del que ya no podrá regresar y que, para su desgracia, acabará poniendo en peligro precisamente todo aquello que trata de proteger.Breaking Bad es una fábula moral que nos habla del destino, del autoconocimiento, del poder del dinero, de la familia y del amor, del crimen y la muerte, mientras nos muestra las sombras de sus personajes colocándoles en situaciones límite que cuestionan las difusas fronteras de la ética personal.


En sus capítulos todo aporta y nada sobra, en ellos se suceden los sorprendentes puntos de giro, los detalles significativos y los dobles significados, las ironías, los sarcasmos y un humor tan negro como un tumorY para homenajearla les ofrecemos una de las grandes escenas que conforman estas aprox. 30 horas del mejor cine, cuando Jesse Pinkman intenta cocinar metaanfetamina por libre mientras su atolondrado colega Badger no dejar de dar por saco y suena ‘Uh’, de Fujiya & Miyagi. Vean Breaking Bad, una serie cojonuda y tan adictiva como la mejor metaanfetamina.