Vocabulario Fundamental. Infancia (24) Infancia en guerra IV ‘Rebelde’, de Kim Nguyen

De producción canadiense y dirigida por Kim Nguyen, ‘Rebelle’ (War Witch, 2012) nos cuenta la estremecedora realidad de los miles de niños soldado que son obligados a seguir a uno u otro señor de los señores de la guerra que combaten en las continuas conflictos que asolan África central. Y lo hace a través de la historia de una niña de 14 años embarazada tras una violación que le cuenta al otro niño que vive en su vientre cómo fue obligada cuando tenía 12 años a entrar a formar parte de la misma milicia que asaltó su poblado y la obligó a matar a sus padres. Con una excelente fotografía y banda sonora, esta película fue candidata al Oscar a la Mejor Película Extranjera, ganó en Tribeca el premio a la mejor película y en el festival de Berlín el Oso de Plata a la mejor actriz para su protagonista, Rachel Mwanza. Una película lírica y veraz, impactante y necesaria.


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Vocabulario Fundamental. Infancia (22) ‘Yo no soy bruja’ / ‘No estoy en venta’, de Raúl de la Fuente

«Una noche mi padre me dijo que nos íbamos a Nigeria. Cuando llegamos una señora le dio dinero y él me dijo que esperara, que iba a comprar pan, pero se fue y me dejó allí. Tuve miedo»

«Juegan, corren, saltan, juegan, se suben a los columpios y hacen acrobacias en cada barandilla que encuentran a su paso. Como cualquier otro niño de su edad. Son los niños sorcier o niños brujos que residen en el hogar Don Bosco de las Misiones Salesianas de Togo y, aunque ahora sí pueden vivir tranquilos, hubo un tiempo en el que no se les permitió tener infancia. No se sabe con exactitud cuántos hay, pero existen y su número aumenta al mismo paso que aumenta la pobreza en el entorno en el que viven: tan solo en la región de Kara, en el norte del país, 773 menores fueron acusados de hacer brujería en el año 2013, según la dirección regional de Acción Social de dicho país. Son inculpados por sus familias y vecinos de todos los males que sufren: desde una enfermedad hasta la muerte, desde una mala cosecha hasta la pérdida de un empleo. Y son maltratados, marginados e incluso asesinados.» 

El realizador navarro Raúl de la Fuente (premiado con el Goya 2013 al Mejor Cortometraje por ‘Minerita’) dirige dos cortometrajes para las Misiones Salesianas (iglesia humanista y militante) en Benín y Togo que denuncian dos terribles realidades que se viven en estos dos países africanos, el tráfico de niños y la persecución a los llamados ‘niños brujos’. Si la pobreza y la desestructuración familiar son dos de las causas principales del tráfico de personas, la ignorancia, la superstición y la mezquindad humanas alimentan las absurdas creencias sobre los ‘dit sorcier’, los niños acusados de brujería (frecuentemente los más inteligentes o más estudiosos) por mediums o charlatanes animistas para expiar los males que aquejan a sus familias.

No estoy en venta

Más de 1,2 millones de niños en todo el mundo son víctimas del tráfico infantil. Padres con deudas que venden a sus hijos, familias engañadas con promesas o niños de la calle que caen en estas redes… En Benín, un niño puede ser vendido por 30 euros. La protección de la infancia y juventud es uno de nuestros objetivos prioritarios. Los Salesianos del Foyer Don Bosco Porto Novo son un referente nacional. No sólo atienden a estos menores y les preparan para reinsertarlos en la sociedad, también denuncian y se enfrentan activamente a este problema. Rachidi y Julius son dos ejemplos. Ambos fueron vendidos por sus familias para pagar deudas y hoy, han recuperado su autoestima y gritan al mundo: ‘no estoy en venta’.



Yo no soy bruja

En Togo, un pequeño país del África subsahariana apretujado entre Ghana y Benin, conviven más de 40 etnias diferentes para las que el animismo es una parte fundamental de su cultura. Y allí la acusación de brujería está anclada en las tradiciones más ancestrales, como sucede en algunos otros países de África. El aumento de la pobreza es la causa primera y más directa por la que se incrementa este fenómeno. (…) 

El país, que vive de agricultura de subsistencia, se empobrece velozmente debido al cambio climático, a la deforestación y al uso de abonos químicos que disminuyen las tierras de cultivo. Si aumenta la pobreza, aumentan la enfermedades y la mortalidad por la falta de servicios sanitarios básicos, y la situación acaba degenerando en la creencia de que un espíritu maléfico está perjudicando a la familia, según explica el informe ‘Menores acusados de brujería en la región de Kara’, un documento con el que la orden religiosa pretende sensibilizar a la sociedad y a la comunidad internacional para que los agresores de estos pequeños no queden impunes. “Es muy fácil de entender: a más pobreza, más muertes; a más muertes, más culpables que buscar”, resume el misionero José Luis de la Fuente, director del hogar Don Bosco en Kara desde hace ocho años y coautor del estudio. 
Texto: ‘La maldición de los niños brujo’ El País 23.09.14

Vocabulario Fundamental. Infancia (21) Los niños de la estación Leningradsky






Los niños de la estación Leningradsky (Dzieci z Leningradzkiego -The Children of Leningradsky, 2004)

Este aclamado documental, dirigido por los realizadores polacos Hanna Polak y Andrzej Celinski muestra la realidad de muchos niños rusos sin hogar, en particular de un grupo que vive en la Estación de tren de Leningradsky en Moscú. De la mano de los realizadores Hanna Pollak y Andrej Celinski, nos adentramos en sus vidas, rutinas y sus sueños rotos. Niños que para sobrevivir tienen que mendigar, robar y prostituirse.

Aproximadamente, en la parte de Moscú en la Rusia capitalista hay 30.000 niños sin hogar que duermen en escaleras, cubos de basura, estaciones del metro, entre las tuberías del suministro de agua caliente, en túneles subterráneos o en las alcantarillas. Que tienen que buscarse la vida como pueden y sobrevivir al duro invierno. Muchos de ellos huelen el pegamento para contener el hambre y escaparse del violento mundo que les rodea. Con todo, consideran que la vida en las calles es una alternativa mejor a la que ya han experimentado, incluso en sus hogares. Cada año 100.000 menores abandonan sus hogares para vivir en las calles de Moscú. El documental nos muestra la abrumadora crisis a la que se enfrenta la Rusia capitalista, concretamente Moscú, por medio de los relatos de estos niños que viven en condiciones deplorables, y que a su vez en muchas ocasiones se enfrentan a la brutalidad policial y a la muerte, que de forma directa o indirecta se cruza en sus vidas. Nominado al Oscar 2004 al Mejor Documental.

Ciclo de cine de animación (21) ‘Alma’, de Rodrigo Blaas



‘Alma’ es el primer cortometraje escrito y dirigido por Rodrigo Blaas, uno de los animadores españoles que hay en Pixar. ‘Alma’ ha sido premiado como el mejor corto animado en el LA Shorts Fest y en Animacor, y elegida mejor opera prima en I Castelli Animati de Italia. Un niño va paseando por la ciudad nevada y de repente se encuentra con una peculiar tienda de juguetes donde se haya un muñeco de aspecto sorprendente. Y algo siniestro.


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Vocabulario Fundamental. Infancia (20) Infancia en guerra III ¿Y si pasara aquí?





La fundación de Save the Children ha publicado este cortometraje donde la vida de una niña cambia de manera trágica cuando se ve envuelta en un conflicto armado. Momentos de felicidad y regocijo cambian por la amargura y el miedo que trae la guerra. «Solo porque no está pasando aquí no quiere decir que no esté pasando ahora», reza el final del video llamando a la reflexión para ayudar a los niños desplazados por la guerra.

Vocabulario Fundamental. Gorriones (6) El niño y el gorrión


Dos seres puros estableciendo un vínculo irrompible de por vida. El pajarillo vivirá algunos años y el niño probablemente le sobrevivirá y se convertirá en adulto pero nunca olvidará a su primer amigo del alma. A este viejo juez le reconforta saber que este tipo de historias, tan mínimas, tan trascendentales, siguen sucediendo en el mundo. 


Niño y un gorrión hacen una inusual amistad en Rusia

Un niño ruso de 12 años de edad hizo una inusual amistad con un ave silvestre, al punto de que ambos ahora son inseparables.

24horas.cl 24 de agosto 2013

Vadim Veligurov cuida a «Abi», un polluelo de gorrión, desde que lo encontró en un jardín cerca de la casa de su abuela en Minusink, una ciudad al sur de Siberia. El niño pasaba allí sus vacaciones cuando encontró al polluelo abandonado y caído al suelo con apenas unos días de vida. Vadim lo alimentó durante semanas con la esperanza de que cuando comenzara a volar volviera a la vida silvestre. Sin embargo, «Abi» decidió quedarse con él en lugar de marcharse. «Abi» parece feliz posado en los hombros del muchacho, come de su mano y hasta parece darle besos a Vadim. El niño planea llevar al ave con él a su ciudad natal después de que termine el verano.

Vocabulario Fundamental. Infancia (19) ‘Quieto, muere, resucita’, la infancia según Vitali Kanevsky

«Este film es la resurrección de mi pasado. El realizador es alguien que muere en su película porque se ha dado enteramente. Los niños son como los adultos: ellos quieren la felicidad. Pero en las condiciones donde vive mi héroe, es decir, yo, la felicidad es imposible. El sistema, el modo de vida de la gente imponen una sola forma de vivr que es el camino de la mentira, del robo, de la violación, de la locura, y de lo monstruoso.» Vitali Kanievski

Quieto, muere, resucita (Zamri, umri, voskresni!) dirigida por Vitali Kanevsky en 1989 (y ganadora de la Palma de Oro en Cannes 1990) cuenta la historia de dos niños que sobreviven a la pobreza y las dificultades de un ambiente hostil en Suchan, una remota población minera de Siberia que en 1947 que formaba parte del gulag soviético al lado de un campo de prisioneros japoneses y disidentes soviéticos. Ambos, en su deambular por el pueblo, realizan un involuntario recorrido por el horror, la miseria y la violencia circundantes. Bajo esta premisa se nos presenta una película que avanza lentamente, en la que hay que ir metiéndose poco a poco, deleitándose con la sencillez y lirismo de unos personajes que rezuman verdad, ternura y poesía por los cuatro costados. Y es que esta historia sobre dos niños que se hacen mayores sin poder disfrutar su infancia es la propia historia del director ruso, que infligió su mirada desolada a su propia infancia en esta pequeña gran película, como si de un reproche eterno por la edad perdida se tratase. 

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Los niños del frío

«Quieto, muere, resucita», cuyo extraño título hace referencia a un juego y/o canción infantil rusa, es una película muy dura sobre la infancia y, al mismo tiempo, un testimonio sobrecogedor de lo que supuso el estalinismo. Una película tan abiertamente crítica con el régimen de Stalin solo pudo rodarse en la Unión Soviética en los años de Gorbachov y la perestroika, que supusieron un auténtico renacimiento para la cultura rusa. Kanevsky rodaría después, ya en la Rusia de Yeltsin, una secuela de esta película, titulada «Una vida independiente» (1992), en la que presenta de nuevo al niño protagonista del filme anterior, ya adolescente, tratando de encontrar su lugar en el mundo. No la he visto, pero a juzgar por «Quieto, muere, resucita», no me cabe duda de que será una película que valga la pena.

Siberia, poco años después de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas, Valerka y Galya, dos preadolescentes, viven en Suchan, una ciudad minera del llamado Lejano Oriente ruso, en la costa del Pacífico. Suchan (hoy Partizansk) es también una de las islas del Archipiélago Gulag, cuyo mapa trazó Aleksandr Solzhenitsyn. En realidad, el pueblo en el que viven los chicos es una gigantesca prisión: no hay separación física entre el campo de prisioneros y el lugar de residencia de las gentes del lugar. Y la forma de vida de unos y de otros no difiere en lo esencial. Por eso, las vidas de los chicos se cruzan con las de prisioneros de guerra japoneses y deportados políticos. Las terribles condiciones de vida en esta ciudad siberiana hacen referencia a toda Rusia en la época de Stalin, que era también una gigantesca prisión de la que resultaba imposible escapar.

¿Qué efecto tiene sobre un niño vivir en condiciones tan adversas? La película responde a esta pregunta, sirviéndose para ello de la experiencia personal de su director y guionista, Vitali Kanevsky. Kanevsky recrea episodios de su infancia en Siberia sin pretender ser objetivo: más aún, privilegiando la perspectiva de su protagonista y alter ego, Valerka, y de su compañera Galya. La película es intensamente subjetiva. Por eso los adultos que aparecen en la película son, casi sin excepción, duros y despiadados, y se sacuden a los niños en cuanto pueden, como un molesto problema. Peor es todavía la actitud de los representantes del omnímodo poder estalinista, desde el intransigente director de la escuela hasta los policías y los guardianes del presidio. La fotografía, en blanco y negro, marcadamente expresionista, contribuye a subrayar la dureza de la vida de los protagonistas. 

Se han señalado las semejanzas de este filme con «Los 400 golpes» de Truffaut: tales semejanzas existen, sin duda, pero aquí la experiencia del desarraigo infantil se produce en un ambiente infinitamente más duro y hostil. Un mundo terrible en el que las travesuras arrojan a los niños a la exclusión social, a la marginación, al delito. Excelente película, que vale la pena ver.

Vocabulario Fundamental. Infancia (18) El triste destino de los niños indígenas

El pasado 20 de noviembre se celebraba el Día Internacional de la Infancia y bueno, aunque no pudimos publicar este post en esa fecha oficial, es evidente que eso es lo de menos cuando se trata de recordar a algunos de los niños más desvalidos y menos tenidos en cuenta por nuestras sociedades depredadoras, los niños de los pueblos indígenas, cuyos pueblos han sido acosados y arrancados del modo de vida ancestral que les ha permitido vivir durante siglos en su medio natural, de forma digna y de acuerdo a sus usos y costumbres tradicionales. Es por ello que hemos incorporado a nuestra web un reportaje de Survival International sobre ellos, los pequeños indígenas que aún sobreviven en el mundo y deberían ser el futuro de sus pueblos y que cada vez más son abocados a un destino desdichado, de drogas, desarraigo y alienación, que en demasiadas ocasiones les lleva a terminar con su vida.


Los niños indígenas abocados al suicidio y la adicción

Con motivo del Día Internacional de la Infancia, que se celebra el 20 de noviembre, una nueva fotogalería de Survival International destaca los alarmantes niveles de suicidio y el desmoronamiento social entre los niños y las niñas indígenas cuyas tierras les han sido arrebatadas. Desde la selva húmeda de la Amazonia hasta la tundra siberiana, los niños indígenas son los herederos de las lenguas, formas de vida y el conocimiento ambiental únicos de sus pueblos. Sin embargo, a lo largo de siglos estas tierras han sido taladas, minadas y quemadas y a los indígenas de estos territorios rara vez se los consulta, y con frecuencia se los expulsa. A menudo la pérdida y la destrucción de sus tierras se encuentran en la raíz del sufrimiento de los niños. La mortalidad infantil, la adicción y el suicidio juveniles (así como enfermedades crónicas y una esperanza de vida reducida), son algunas de las consecuencias de intentar asimilar forzosamente a los pueblos indígenas y sus hijos en las culturas dominantes.

Survival revela nuevas cifras impactantes que muestran que la diabetes tipo 2 afecta a niños innus del noreste de Canadá. El estilo de vida de los innus era el propio de los cazadores nómadas, pero desde que se los presionó para instalarse en asentamientos fijos a mediados del siglo XX, las tasas de suicidio, adicción y diabetes se han disparado. Nuevos hallazgos también muestran que el exceso de caza en la selva de los pigmeos bakas, en la cuenca del Congo, ha traído como consecuencia deficiencias proteínicas entre sus niños. También señalan que en la República del Congo los comerciantes contratan a niños pigmeos para limpiar letrinas a cambio de pegamento para inhalar. 

La galería de Survival explora cómo las niñas de la tribu más amenazada de la Tierra, los awás de Brasil (uno de los últimos pueblos indígenas nómadas del país) aprenden a recolectar bayas para hacer jugo de açaí desde una edad temprana, y cómo los jóvenes bosquimanos en el sur de África aprendían a cazar con arcos y flechas de juguete. Pero la supervivencia de la tribu está en riesgo ya que su selva está siendo talada más rápido que cualquier otra zona indígena en Brasil, abocando a los awás al borde de la extinción; también los bosquimanos están siendo empujados fuera de su tierra ancestral por el Gobierno de Botsuana.

El director de Survival, Stephen Corry, dijo hoy: “Mientras celebramos la extraordinaria diversidad de la vida tribal en el Día Internacional de la Infancia, no debemos olvidar que su sola existencia está bajo amenaza. A menos que los gobiernos protejan los derechos de los pueblos indígenas a su tierra y autodeterminación, sus hijos se enfrentan un futuro incierto y desalentador”.

La mayoría de los pueblos indígenas tienen una visión extensa de la vida: toman en cuenta en sus decisiones diarias la salud futura del ambiente y el bienestar de las generaciones sucesivas. Si pretendemos que las vidas de los niños indígenas de hoy sean incorruptibles por la opresión, la explotación y el racismo, los gobiernos y empresas que actualmente violan sus derechos deben adoptar un marco de pensamiento igualmente sustentable y ver más allá de las ganancias políticas y comerciales inmediatas.

La problemática de los pueblos indígenas se está impulsando cada vez más en esferas políticas y culturales. Pero aún siguen siendo vulnerables, en buena parte porque sus tierras aún son codiciadas. Su necesidad urgente es que personas de todo el mundo se unan al movimiento de Survival y ayuden en su incansable lucha para que estos sean vistos como iguales. Un mundo en el que los niños indígenas sean libres de vivir junto a sus familias en sus propias tierras del modo que elijan es su prerrogativa. Para lograrlo hay que partir del reconocimiento de dos derechos humanos fundamentales: el derecho al territorio y a la autodeterminación.

No estamos aquí por nosotros. Estamos aquí por nuestros hijos y los hijos de nuestros nietos.
Bosquimano de Botsuana.


Awás (Brasil)

En la frondosa selva de la Amazonia brasileña, se enseña a sobrevivir desde temprana edad a los hijos de los indígenas awás. Los niños juegan con arcos y flechas en miniatura para aprender las habilidades de un cazador exitoso. Las niñas aprenden cómo recolectar frutas y hacer jugo de açaí. Todos los niños desarrollan un conocimiento enciclopédico de la selva que los rodea.


Este conocimiento, sin embargo, está en peligro. La selva de los awás está desapareciendo a una velocidad más rápida que cualquier otra zona indígena en Brasil: cerca del 30% de una reserva awá legalmente protegida ya ha sido talada por los madereros y ganaderos. «Los foráneos están viniendo y es como si nuestra selva estuviera siendo engullida», dijo Takia, un hombre awá. Los awás no contactados y sus hijos son particularmente vulnerables a las fuerzas externas: un resfriado común podría matar a toda una comunidad ya que los indígenas aislados tienen poca resistencia frente a las enfermedades que vienen de fuera.

Guaraníes (Brasil)

Se cree que los guaraníes de Brasil fueron uno de los primeros pueblos en ser contactados después de que los europeos llegaran a Sudamérica. Una vez habitaron una extensión de bosques y llanuras en Brasil de casi unos 350.000 kilómetros cuadrados. Hoy en día, tras haber perdido la mayoría de su territorio, viven hacinados en pequeñas parcelas de tierra y rodeados de ganaderos y vastos campos de soja y caña de azúcar. Algunos no tienen ninguna tierra y viven en campamentos junto a los bordes de las carreteras.

En los últimos 30 años más de 625 indígenas guaraníes se han suicidado. La mayoría de las víctimas tienen entre 15 y 29 años de edad, pero la víctima más joven de la que se tiene registro tenía solo 9 años.

«Los guaraníes se están suicidando porque no tenemos tierra», dijo un hombre guaraní. «Antes éramos libres; ahora ya no somos libres. Por eso nuestros jóvenes miran a su alrededor y piensan que no queda nada. Se sientan y piensan, olvidan, se pierden y al final se suicidan.»

Bosquimanos (Botswana)

Crecí cazador, dijo Roy Sesana. No puedo leer libros, pero sé cómo leer la tierra y los animales. Todos nuestros niños lo saben.

Los bosquimanos son los habitantes originarios del sur de África. Por miles de años han desarrollado prácticas de caza que les han permitido satisfacer las necesidades de la comunidad sin destruir el entorno local.

A los niños pequeños se les daban arcos y flechas de juguete para cazar ratas y pequeños pájaros y se les enseñaba a matar liebres saltadoras o a hacer mantas con las pieles de gacelas oryx. Las niñas, desde una edad tan temprana como los 5 años, ayudaban a sus madres a recolectar plantas, bayas y tubérculos. Niños y niñas aprendían a ser tanto humildes como valientes y se les enseñaba que la generosidad era admirable y el egoísmo algo a rechazar.

Hoy en día, sin embargo, tras las expulsiones forzosas de sus terrenos de caza en la Reserva de Caza del Kalahari Central (CKGR según sus siglas en inglés), muchos niños bosquimanos viven en miserables campos de reasentamiento a los que llaman “campos de la muerte”, en los que prolifera el SIDA y donde una vida privada de la caza y de rituales tradicionales arraigados en el tiempo fomenta la depresión y el alcoholismo.

Los hijos de los bosquimanos solo pueden entrar libremente a la reserva hasta los 16 años de edad. Después, tal y como le sucede al resto, solo se les admite con permisos de un mes de duración. En septiembre de 2013 Survival International lanzó un boicot turístico a Botsuana por los continuos intentos de forzar a los bosquimanos a salir de su tierra ancestral en la Reserva de Caza del Kalahari Central, mientras promueve la reserva como un destino turístico y utiliza imágenes de los bosquimanos y de sus hijos en su material promocional. A menos que a todos los bosquimanos se les permita regresar sin impedimentos a sus tierras ancestrales, sus hijos no heredarán las formas de vida únicas de sus bisabuelos sino una vida de dependencia, desesperación y enfermedad, dice Stephen Corry, director de Survival.


Yanomamis (Brasil)

Los niños yanomamis de la Amazonia brasileña aprenden a “leer” las huellas de los animales, utilizan la savia de las plantas como veneno y trepan por los árboles amarrando sus pies con lianas. «En aquellos días mi madre siempre me llevaba con ella a la selva para buscar cangrejos, peces con timbó o recolectar frutos silvestres», dice Davi Kopenawa, portavoz del pueblo yanomami. También solía ir con ella a los campos cuando necesitábamos cosechar yuca, plátanos o cortar leña. A veces, los cazadores también me llamaban de madrugada cuando iban a salir hacia la selva. Así es como crecí yo en la selva.

En los últimos años ha habido informes alarmantes de que las adolescentes y jóvenes yanomamis han sido víctimas de abuso sexual por soldados del ejército brasileño. Tras haber sido engatusadas con regalos de comida y alcohol, el abuso sexual ha derivado en embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea y la sífilis. Cuando el ejército llegó, empezaron a molestar a los indígenas, dijo Davi Kopenawa. Pidieron a las mujeres que durmieran con ellos y les dieron comida de arroz y harina. Ellos usaban a nuestras indígenas. Ahora están enfermas. Los soldados les han transmitido enfermedades.; las mujeres están enfermas de gonorrea y sífilis.

Pigmeos (Congo)

En la cuenca del Congo una madre “pigmea” lleva consigo a su bebé mientras recolecta plantas silvestres y nueces en la selva. Por décadas los pigmeos han sido víctimas del despojo de sus tierras en el nombre de la conservación y también han sufrido de las consecuencias de la minería, la tala de madera y la producción de aceite de palma. Actualmente hay planes para explotar hierro y otros minerales en la región fronteriza entre Camerún y el Congo. Esto traerá la irrupción de un ferrocarril y una gran afluencia de obreros que destruirán de los medios de vida de miles de pigmeos bakas.

La salud de muchos bakas, mbendjeles y otros niños pigmeos de muchas regiones ha sufrido distintos problemas tras la sedentarización, debido a una nutrición deficiente, por ejemplo, y a la alta incidencia de enfermedades contagiosas. Cazar en la selva húmeda de África Central se está volviendo cada vez más difícil debido al exceso de caza (como consecuencia de la demanda de carne de animales salvajes en los campamentos madereros y en ciudades de toda la región) y a la confiscación por parte de las autoridades de carne de animales salvajes cazados legalmente en muchos de los parques nacionales de la zona.

En la República del Congo algunos niños pigmeos mbendjeles también están siendo empleados por inmigrantes comerciantes para limpiar letrinas. A menudo su único pago consiste en pegamento para inhalar.

Innus (Canadá)


El noreste de Canadá es una explanada subártica de tundra, lagos y bosques. Hasta la segunda mitad del siglo XX, los innus vivieron aquí como cazadores nómadas que dependían principalmente del pastoreo de caribúes que migraban a través de su tierra cada primavera y otoño.


Sin embargo, durante las décadas de 1950 y 1960, los innus fueron presionados por el Gobierno canadiense y la Iglesia católica para establecerse en comunidades fijas. El despojo del lugar que ellos llaman “Nitassinan” condujo al desempleo, a problemas crónicos de salud como la diabetes y a niveles alarmantes de suicidio e inhalación de gasolina entre los niños innus.

Al preguntar a los jóvenes innus cómo se sienten al crecer en los asentamientos, responden una y otra vez: nos hace avergonzarnos de ser innus.

(La imagen muestra al niño innu Davis Inlet, en Canadá)

La inhalación de pegamento también es un problema serio entre niños y adolescentes innus; la obesidad y la diabetes están igualmente generalizadas. Los niños y jóvenes innus de entre 10 y 18 años están siendo diagnosticados de diabetes tipo 2, una enfermedad occidental que solo se desarrolló luego de que los innus fueran presionados para establecerse en comunidades fijas. La diabetes tipo 2 fue en su momento un factor de riesgo extendido entre personas mayores de 40 años. Ahora muchos jóvenes innus son diagnosticados a comienzos de la veintena. Los expertos médicos consideran que los jóvenes con diabetes tipo 2 tienen el doble de riesgo de morir en comparación con quienes padecen diabetes tipo 1, y en menor tiempo.


Yo recuerdo que, cuando era niño, hace unos quince años, aquí no había diabetes ni cáncer. «Nuestros abuelos cazaban y se alimentaban de forma saludable con los productos de la tierra», explica Michel Andrew, un hombre innu de Sheshatshiu. La diabetes ha alcanzado proporciones de epidemia en las comunidades indígenas y pone su misma existencia en riesgo.


Penanes (Malasia)

Los penanes, del estado malasio de Sarawak, llevan bloqueando la presa de Murum desde septiembre, pidiendo mejor compensación y más tierras. La presa inundará el hogar tradicional en la selva de las tribus penanes y kenyahs.

En noviembre de 2013 ocho penanes, incluido un niño de unos 13 años, fueron arrestados en el emplazamiento de la presa y llevados en custodia por la policía. Otros dos penanes, incluido un niño con cerca de 16 años, fueron detenidos cuando intentaban visitar a sus familiares en la estación de policía.






Chakmas y Jummas (Bangladesh)


© David Brunetti / davidbrunetti.com/

Una madre chakma en Bangladesh coloca a su hijo recién nacido en un cesto tradicional llamado dhulon, y le canta nanas o canciones de cuna conocidas como olee daagaanaa.

Desde que Bangladesh se independizó de Pakistán en 1971, el pueblo indígena jumma de las Chittagong Hill Tracts, en la montañosa región sureste, ha soportado algunas de las peores violaciones de derechos humanos en Asia.

Amables, compasivos y tolerantes con otras religiones, los jummas se diferencian étnica y lingüísticamente de la mayoría bengalí. Hoy en día, los jummas también son uno de los pueblos indígenas más perseguidos. La brutalidad sexual ejercida contra las niñas y mujeres jummas es abrumadoramente alta. La violación a menudo presenta un subregistro debido al estigma social. Desde los inicios de 2013 ha habido al menos once casos registrados de violencia sexual cometidos por colonos bengalíes contra niñas jummas. De ellos, siete incluyen a niñas de menos de 16 años.

Se ha hecho poco para perseguir a los perpetradores de estos crímenes, dice Sophie Grig de Survival International. Esto deja a las mujeres y niñas jummas en una posición altamente vulnerable mientras sus atacantes actúan con impunidad.

Vocabulario Fundamental. Infancia (17) Infancia en guerra II


«Los niños que viven en un contexto de violencia son generadores de violencia» (…) Esto no es un juego. Reproducen con naturalidad la inmolación. Interiorizar la violencia tiene un efecto nefasto en el corto, medio y largo plazo»

En nuestra anterior entrada sobre la infancia publicábamos el testimonio de algunos de los niños que sobreviven (esperamos que aún lo hagan) en la ciudad siria de Homs. Pero es difícil que incluso viendo este tipo de vídeos podamos realmente imaginar lo que supone ser un niño en otras zonas del mundo en las que la guerra y los fundamentalismos impregnan de miedo y experiencias traumáticas los permeables cerebros de miles de niños que en ellas viven. Y nos estremecemos con la pasmosa naturalidad con la que los niños incorporan a sus vidas y sus juegos los horrores de la guerra. Hace un par de años apareció un impactante vídeo en el que unos niños probablemente pastunes (no se sabe si paquistaníes o afganos) jugaban a un juego macabro en el que recreaban con escalofriante realismo un atentado suicida contra un check-point. Su visión conmovió las conciencias de miles de personas en el llamado primer mundo, suponemos que la tendrían al menos un día, o dos, más en la mente antes de no volver a pensar en ello.


Un artículo sobre este vídeo reflexiona sobre el enorme impacto psicológico de la guerra sobre los niños y el documental «Infancia talibán» lo contextualiza dentro de la guerra eterna y el radicalismo que se viven en las zonas dominadas por los talibán paquistaníes y afganos (en este caso el valle del Swat) y que infectan el alma de sus nuevas generaciones de ignorancia, odio y fundamentalismo. En la segunda parte del post, un informe de Amnistía Internacional y el documental «Niños soldado» nos recuerdan cómo reclutar niños y niñas soldados sigue siendo una práctica habitual en muchos conflictos que se siguen produciendo lo largo de todo el mundo. La guerra y la violencia se tornan para ellos una situación normal, la única que muchos menores han conocido. Para terminar, un artículo del blog ‘3500 millonesnos devuelve la esperanza a través de la historia de Radio Wu, una emisora ugandesa que logró con sus mensajes que hasta 1500 niños soldado desertaran del Ejército de Liberación del Señor (LRA) del infame Joseph Kony. 


Primera parte – Aprender del odio, jugar a la guerra
El juego macabro del atentado suicida

El País Internacional / Fernando Navarro – Madrid 01/03/2011

Un niño, vestido de negro y ataviado con un pañuelo que le cubre la cabeza y la cara, empieza a despedirse uno por uno de sus amigos, algunos apenas superan los cinco años. Les da un abrazo y después se encamina hacia otro sitio donde le espera otro chico vestido de blanco que le prohíbe el paso. Parece actuar como un guardia de seguridad. El supuesto atacante de negro se para y, en unos segundos, se lanza hacia el niño de blanco y otros chavales. Un puñado de arena salta por los aires a modo de explosión. Es, sencillamente, la recreación de un atentado suicida. Es el vídeo de un juego macabro. Un minuto y 15 segundos de imágenes que, desde hace una semana, ha estado circulando por Pakistán y ha alarmado a la organización Save The Children, con sede en el país centroasiático, según informa The Guardian. La ONG denuncia la violencia a la que están expuestos los niños en la región fronteriza entre Pakistán y Afganistán, uno de los grandes bastiones de las milicias talibanes. 


«Los niños que viven en un contexto de violencia son generadores de violencia», afirma Yolanda Román, portavoz de Save the Children en España. «Cuanto más fuerte sea la exposición a la violencia, más se interioriza un patrón y un modelo de relaciones humanas equivocado». La grabación, de la que se desconoce la autoría y que parece recoger a niños de etnia pastún aunque no ha sido confirmado, muestra el impacto psicológico de la violencia de los radicales islamistas en los más jóvenes. «Esto no es un juego. Reproducen con naturalidad la inmolación. Interiorizar la violencia tiene un efecto nefasto en el corto, medio y largo plazo», señala Román.

Después de casi una década de conflicto armado, toda una generación de niños afganos sufre las consecuencias de la guerra y el extremismo talibán. Recientemente, Naciones Unidas (ONU) pidió a los líderes talibanes moderados, que forman parte del proceso de reconciliación nacional en Afganistán, que dejen de reclutar niños como futuros terroristas. La representante especial del organismo para los Niños en los Conflictos Armados, Radhika Coomaraswamy, señaló que tienen una idea de la situación de los menores en esa zona a través de los relatos de los niños soldados capturados o que se rinden a las fuerzas gubernamentales y a las tropas internacionales que las apoyan. Durante su estancia en Afganistán, Coomaraswamy firmó un plan de acción con el Gobierno de Karzai para poner fin al reclutamiento de menores en las fuerzas armadas y a proteger a los niños afectados por el conflicto.


Documental – Infancia talibán

La periodista pakistaní Sharmeen Obaid-Chinoy emprende un peligroso y arriesgado viaje a través de su país para investigar cómo la guerra contra el terror está creando una generación de niños terroristas en su tierra. Conoceremos de cerca la creciente y preocupante popularidad de una nueva rama de la insurgencia talibán formada por jóvenes reclutas, apenas niños y niñas que están dispuestos a dar hasta su propia vida llevando a cabo ataques suicidas. En este esclarecedor documental escucharemos las duras declaraciones de estos jóvenes, voces llenas de rencor de una generación brutalizada y radicalizada por la pobreza, la falta de educación y las terribles experiencias de la guerra. Además, la periodista no duda en infiltrarse en las zonas más conflictivas para conseguir declaraciones de miembros del ejército pakistaní y las milicias pro talibanes en una búsqueda por encontrar las razones y consecuencias del preocupante ascenso de los talibanes en Pakistán..

Segunda parte – Los niños soldado en el mundo

Niños y niñas soldados

Millones de niños y niñas se ven envueltos en conflictos de los que no son simplemente testigos, sino el objetivo. Algunos caen víctimas de un ataque indiscriminado contra civiles, otros mueren como parte de un genocidio calculado. Otros sufren los efectos de la violencia sexual o las múltiples privaciones propias de los conflictos armados que los exponen al hambre o a las enfermedades. Igualmente chocante resulta el hecho de que miles de jóvenes son explotados como combatientes.

Definición de niño/a soldado

Se entiende por niño/a soldado toda persona menor de 18 años que forme parte de cualquier fuerza o grupo armado, regular o irregular, con independencia de las labores que desempeñe; y toda persona menor de 18 años que acompañe a esas fuerzas o grupos cuando ello no sea en condición de familiar. Se incluye también en esa categoría a las niñas y a quienes se haya reclutado con fines sexuales o para obligarlas a casarse. (Principios de Ciudad del Cabo, 27 de abril de 1997).


¿Cuántos hay?

No hay cifras fiables del número de menores soldados en el mundo. Según datos de Naciones Unidas, en 2012 al menos se reclutaban niños y niñas soldados en 17 países como Afganistán, Sudán, República Democrática del Congo, Malí o Yemen. 

¿Por qué se reclutan?

Reclutar niños y niñas soldados es una práctica habitual en el seno de muchos conflictos en todo el mundo. La guerra y la violencia se tornan una situación normal, la única que muchos menores han conocido. Estos niños y niñas han sido secuestrados en la calle o sacados de las aulas. Otros muchos son forzados a salir de sus casas a punta de pistola, mientras unos padres angustiados los ven partir sin poder hacer nada. Otros son reclutados mientras juegan cerca de casa o caminan por la carretera. Pero, lamentablemente, los niños y niñas aportan «ventajas adicionales» a las bandas armadas, ya que obedecen sin rebelarse ni organizarse, son fácilmente reemplazables, además de fanáticos en su adhesión al grupo. Son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga o guardaespaldas de sus comandantes. A menudo, también se utiliza a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros. Las niñas cumplen una función de objeto sexual para los adultos. Se sabe que algunos menores se han unido a las fuerzas del ejército o la milicia de forma «voluntaria» ante la desintegración de las familias a causa del conflicto, las condiciones de pobreza y el desplome de servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud. 

El reclutamiento y la utilización de menores de 18 años en los conflictos armados constituyen graves violaciones de derechos humanos, cuyos responsables deben comparecer ante la justicia. Los reclutadores suelen enviar a estos menores a campos de entrenamiento junto a los adultos para que reciban formación y adoctrinamiento militar. Algunos ex niños y ex niñas soldados a los que se había desmovilizado dijeron a Amnistía Internacional que temían volver a sus comunidades porque sus vecinos habían presenciado su participación en los crímenes. El coste personal que deben pagar los niños y las niñas soldados es muy elevado: insensibilizados y profundamente traumatizados por la experiencia vivida, a muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos que presenciaron o que les obligaron a cometer. En el caso de las niñas soldados, además de la brutalidad y el trauma derivados de las violaciones en sí, estas agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. 

Documental – Niños soldado 

Tercera parte – La redención
Radio Wa, la voz que liberó a los niños soldado de Uganda

Blog 3500 millones / Gonzalo Fanjul 14.03.2011

Desde el norte de Uganda, en una de las regiones más pobres y convulsas del planeta, recibimos la primera colaboración de Alberto Eisman, director de Radio Wa y coautor del blog En clave de África.

Es difícil describir la situación que se vivía en la región de Lira, al norte de Uganda, en el año 2006. El llamado Ejército de Liberación del Señor (LRA), después de haber comenzado sus violentas actividades en Acholi, en los confines que separan a Uganda del Sudán, llegó a esta zona y atacó con inusitada virulencia a los Lango, una tribu que tradicionalmente había mantenido una estrecha relación con los Acholi. Los miembros de esta guerrilla –sin otra agenda política que poner en jaque al gobierno y a su ejército sembrando el terror- comenzaron a atacar indiscriminadamente poblados haciendo todo el daño posible: mataban a los viejos y a los niños pequeños, secuestraban, cortaban a sangre fría orejas, labios, narices u otros miembros.


Esta terrible situación causó un éxodo masivo. Los pobladores huyeron de las zonas rurales más aisladas e indefensas y durante años se refugiaron, hacinados, en campos de desplazados. Tan solo alrededor de Lira, la ciudad principal de la zona, había diez campos, lo que duplicó el número de habitantes de la ciudad. De todos los afectadas por esta trágica situación, los que más sufrieron fueron los más jóvenes, niños y niñas que eran sistemáticamente arrancados de sus familias y forzados a convertirse en guerrilleros. A los varones los entrenaban para ser niños soldado; si eran niñas, se convertían en esclavas sexuales de la oficialidad.

Para obrar la maléfica transformación de unos inocentes niños en agentes del terror lo más efectivo era someterles a salvajes pruebas que les hicieran despojarse de cualquier atisbo de humanidad o de compasión: una vez secuestrados, los rebeldes juntaban a los que procedían del mismo pueblo. Elegían a dedo a uno del grupo y obligaban al resto a matar al elegido, si no, serían ellos los que morirían. Así creaban un tremendo estigma en el subconsciente de estos niños para que nunca tuvieran la tentación de regresar a sus comunidades, sintiéndose profundamente avergonzados de haber asesinado con sus propias manos a un amigo o un compañero de juegos. Era un procedimiento diabólicamente sofisticado para cerrar la puerta a una futura reintegración en la sociedad civil.

Ante esta dramática situación, Radio Wa (Nuestra Radio), una emisora comunitaria propiedad de la Iglesia Católica, creó un programa dedicado exclusivamente a los niños soldado. En la emisora sabían que los niños raptados conseguían en sus razzias por los poblados pequeños transistores con los que escuchaban clandestinamente este programa semanal que vino a llamarse “Karibu” («Bienvenido», en suajili). La señal de esta emisora llegaba incluso a los confines con Sudán y por tanto era fácil para los niños soldado sintonizar el programa, aunque con ello arriesgaban sus vidas si eran descubiertos escuchándolo.

Los contenidos eran simples mensajes de esperanza y de humanidad para personas retenidas contra su voluntad que habían visto y cometido las mayores atrocidades. A veces eran simples mensajes como “Fulano, tus padres te saludan y te echan de menos”, y demás noticias familiares. La intención de estos mensajes no era otra que restablecer los lazos emocionales y afectivos rotos por los rebeldes y sus violentas acciones. Más tarde, jóvenes que habían escapado de sus captores, antiguos niños soldado, se incorporaron al programa y comenzaron a dar testimonio de cómo eran sus vidas después de volver. Les explicaban a los niños todavía en cautiverio que nadie había tomado venganza contra ellos, que habían vuelto a sus estudios y así animaban a sus compañeros si no a escapar por lo menos a mantener viva la esperanza.

Antiguo niño soldado en la radio

Radio Wa nunca supo exactamente la magnitud del impacto de este programa. Una noche de 2002 un comando guerrillero destruyó la radio, lo cuál se interpretó como un claro indicio de que la emisora les estaba haciendo daño a los rebeldes. Posteriormente, cuando empezaron las conversaciones de paz, el líder del LRA Joseph Kony puso como condición para su inicio que se retirara de las ondas el programa Karibu. Otra inequívoca señal.

Fue hace pocos meses cuando, a través de un portavoz del ejército, nos enteramos de que, según los interrogatorios que se llevaban a cabo regularmente a los niños que escapaban de los rebeldes y que incluían en sus preguntas la razón por la que arriesgaron su vida y salieron de la selva, unos 1.500 niños confesaron haber escapado simplemente movidos por el programa Karibu, el cuál les dio la fuerza necesaria para arriesgar sus vidas y atreverse a salir de aquella situación. De esta manera, una simple emisora de radio con apenas medios técnicos, destruida pero no rematada, pudo desbaratar la espiral de odio y violencia que durante años atenazó la vida de unos inocentes. No ha habido distinción ni galardón mejor que comprobar cómo, a pesar de todo, la esperanza y el coraje humano no salieron derrotados en esta guerra.

Hoy, Uganda del Norte está tratando de superar aquel dramático pasado y el programa ha sido reemplazado por otro, centrado en los problemas de la resolución de conflictos y titulado Peacemaker (Pacificador). Es una parte más de una completa programación con la que Radio Wa sigue apoyando a aquellos que más lo necesitan en Uganda.