Vocabulario Fundamental. Humor (15) ‘Charlie Hebdo’ o el humor como arma contra el terror




Según han informado fuentes cercanas a dos señores muy amables vestidos de negro que han irrumpido en la redacción y están apuntándonos con un kalashnikov, Alá podría ser “grande” o incluso “muy grande”. Tal y como ha podido saber El Mundo Today, Alá es el puto amo, por lo que más vale que nos callemos la puta boca. Alá es tan bueno que se te caen los cojones al suelo de lo bueno que es. Al parecer, no hay nada mejor que Alá, siempre según la información facilitada a gritos por los señores del kalashnikov. El Mundo Today también ha podido saber que el islam es la hostia, que pronto todos lo sabremos “de primera mano” y que, por tanto, lo mejor que podemos hacer es informar de ello. “Alá es increíble y la puta hostia”, reiteran las fuentes cercanas a la redacción de El Mundo Today tras la visita de los señores del kalashnikov y la muerte fortuita, y por causas ajenas a la religión, de la libertad de expresión de los redactores de este diario. “Pues nunca me había fijado en lo guay que es el islam y lo mucho que me gusta”, ha declarado el redactor que escribe estas líneas. A última hora, las mismas fuentes han informado también que no queremos morir, por favor. Texto: Alá es la polla – El Mundo Today


Je suis ‘Charlie Hebdo’


El humor que se atreve a reírse del que más tiene y más puede, del que menos tolera y menos comprende, es la última frontera que nos separa de la oscuridad, la tiranía y la barbarie

Javier Gallego – El diario.es 08/01/2015


La libertad no se regala, se conquista. Y cuesta tanto alcanzarla como protegerla. Cuesta incluso la vida. Le ha costado la vida a los humoristas y redactores de Charlie Hebdo y a dos policías que trataron de atrapar a los asesinos que ayer irrumpieron a tiros en la redacción de la revista satírica francesa. No soportan la libertad quienes viven dominados por la ignorancia y cegados por el odio. Y menos aún la libertad máxima de la risa. Recuerden cómo Umberto Eco contaba en El nombre de la rosa que los monjes la castigaban incluso con la muerte.

Nietzsche ya nos prevenía contra la seriedad del orden establecido. Al poder no le gusta la risa ni sabe reírse. ¿No se han dado cuenta de que los que mandan parecen hienas más que humanos cuando se ríen? Los fanáticos de cualquier religión, de las divinas y las humanas, temen la risa porque le hace burlas a sus dioses y a sus reyes. La risa les escuece y por eso la persiguen, la proscriben, incluso intentan darle muerte. Y más aún si es risa aguda, ácida y desafiante como la de los humoristas de las publicaciones más indomables. Porque el humor es la gozosa reafirmación de la libertad frente al grillete, de la vida frente a la muerte. Es un grito alegre frente al tétrico “viva la muerte” del fascista económico, político, patológico y religioso. Es un grito de libertad espasmódico, caótico, ingobernable.

Es incontrolable como el baile que brota del cuerpo. Y qué es la carcajada sino el baile del cuerpo y de la cara que brota de la alegría de estar vivo, aunque estés hecho papilla. El humor nos salva incluso de lo que más nos duele. Y por eso es tan importante preservarlo y por eso hemos reaccionado indignados frente a la atrocidad cometida contra la prensa satírica. Porque creo que las personas libres entendemos que atacar a nuestros bufones es atacar al corazón mismo de la democracia. No hay demos, no hay pueblo, si no sabemos reírnos juntos. Juntos frente a los que nos separan.

El humor que se atreve a reírse del que más tiene y más puede, del que menos tolera y menos comprende, es la última frontera que nos separa de la oscuridad, la tiranía y la barbarie. Los humoristas de Charlie Hebdo, y tantos otros que lo siguen haciendo cada día, no dudan en defender esa frontera con sus lápices, su valor y su ingenio. En los últimos años de constantes ataques a la libertad, nos están dando constantes lecciones de dignidad y valentía frente al miedo. En España, desdeHermano Lobo a El Papus, de Orgullo y Satisfacción a Revista Mongolia, los cómicos se han enfrentado mejor que los periodistas a los insultos, amenazas, censuras, incluso atentados. Hoy más que nunca hay que defenderlos a ellos porque si nos quitan la posibilidad de reírnos de quien nos hace llorar, nos quitan el único aire que nos queda libre. 

Son malos tiempos para la libertad en toda Europa, amenazada no solo por el yihadismo islámico, también por el yihadismo económico. En España se nos quiere amordazar, los países más pobres viven amordazados por la austeridad y a los griegos les quieren amordazar las manos para que, en lugar de votar libremente, recen a la señora Merkel. Frente a la libertad, el miedo, como explica maravillosamente Maruja Torres en la sublime columna que precede estas líneas (no dejen de leerla). Miedo al cambio, a los kalashnikovs terroristas o al Banco Central Europeo. Pues, bien, frente al miedo, el conocimiento nos protege, la información nos ilumina, la reflexión nos estimula y el humor nos hace fuertes. Debemos hacernos más fuertes después de cada ataque. La única respuesta es no doblarse, como dice Maruja.

Ayer no lo hicimos. “Hemos matado a Charlie Hebdo”, gritaban los asesinos al salir del edificio de la revista. Inmediatamente, en las calles, en Francia, en muchas partes del mundo, se produjo una respuesta para desmentirlo. Dibujantes, periodistas, ciudadanos, levantaron un cartel con un mensaje irrevocable: ‘Je suis Charlie Hebdo’, ‘Yo soy Charlie Hebdo’. Pueden silenciar, expulsar, censurar, matar, degollar, pero siempre habrá otros que sigan hablando. Y si lo repitiésemos más a menudo, seríamos menos vulnerables. Es una tragedia que hayan tenido que morir doce para que lo recordemos. En cualquier caso, Charlie Hebdo sigue vivo.

Estupor y Temblores (21) "México me dueles mucho, ¿qué cosechas sembrando cadáveres?"

Desde aquella funesta fecha del 26 de septiembre en la que en la ciudad mexicana de Iguala se cerraron las fauces del horror sobre decenas de estudiantes de magisterio de la Escuela Rural Normal de Ayotzinapa que allí se encontraban, hemos venido siguiendo con creciente desasosiego las noticias que desde el querido país azteca se han ido sucediendo. De las balaceras y las torturas de la primera noche a la desaparición de 43 de esos normalistas que fueron capturados por la policía municipal de Iguala y bajo órdenes de la siniestra pareja que gobernaba la ciudad, entregados a los sicarios del narco Guerreros Unidos que los desapareció. 

Desde entonces la indignación popular no ha hecho más que crecer, según se iban sucediendo los descubrimientos de fosas que no correspondían, las detenciones y confesiones de los sicarios y las terribles circunstancias y los posibles destinos de los estudiantes perdidos. Por todo el país se han realizados masivas manifestaciones clamando por el fracaso de los partidos tradicionales para atajar la corrupción, la violencia, la impunidad y la infiltración del narco y pidiendo la renuncia del Fiscal General de Guerrero y la del propio presidente del país, Peña Nieto.

No se dan por satisfechos con la versión oficial y a pesar de su grito «vivos se los llevaron, vivos los queremos» es esta la petición, mezcla de absurdo y esperanza, de un retorno en el que ya casi nadie confía pero que muestra en toda su crudeza el profundo malestar que embarga al país y que ha derivado en la mayor ola de protestas en años, culminada en la gran manifestación en el Zócalo de D.F. del pasado 20 de noviembre. 

Porque van a cumplirse dos meses y los familiares aún esperan los resultados de las pruebas de los forenses argentinos (que ya descartaron que los restos hallados en las primeras fosas comunes descubiertas sean de los normalistas), sobre los restos encontrados en bolsas en el río y que, según la versión oficial -y por ahora, más probable-, habrían sido arrojados por los sicarios tras asesinarlos y quemaron los cuerpos en una hoguera que oscureció la noche y el día en un barranco perdido de Iguala.



Un doliente artículo del escritor Jorge Volpi resume el sentir del pueblo mexicano y un documental nos lleva a sentir en nuestra piel esa maldición que es el levantón y que año tras año persigue a miles de mexicanos secuestrados -y a sus familias-, condenados a no estar no estar ni vivos ni muertos.


El desamparo de Ayotzinapa


La desaparición y asesinato de 43 estudiantes es la conclusión del desastre nacional generado por la guerra contra el narcotráfico en México. Nada es tan peligroso para un país como el descrédito de su clase política


Según la reconstrucción de los hechos realizada por la Procuraduría General de la República, el 26 de septiembre pasado María de los Ángeles Pineda, esposa del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, se disponía a presentar su informe de trabajo como presidenta de la vertiente local de la organización denominada Desarrollo Integral de la Familia (el área de Gobierno responsable de los programas sociales) en un mitin que previsiblemente sería aprovechado para acentuar las posibilidades de suceder a su marido en las elecciones de 2015 como candidata del Partido de la Revolución Democrática (PRD), del cual hacía unos meses se había convertido en consejera.

Ese mismo día, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa —una de las instituciones creadas por Lázaro Cárdenas en los años treinta para formar profesores rurales, caracterizadas desde entonces por su vena rebelde— había viajado hasta Iguala, la tercera ciudad más importante de Guerrero, a fin de cumplir con un ritual más o menos tolerado por las autoridades: el secuestro de taxis y autobuses para recorrer la zona en busca de “donativos”, acaso para financiar su viaje a la ciudad de México, donde —siniestra paradoja— habrían de sumarse al contingente que el 2 de octubre recordaría a los estudiantes asesinados por el Gobierno en 1968 en la plaza de las Tres Culturas.

La ley de la impenetrabilidad de la materia —la idea de que dos sólidos no pueden ocupar simultáneamente el mismo espacio— devino entonces en una de las mayores tragedias mexicanas de los últimos, de por sí trágicos, tiempos. Ofuscado porque la presencia de los jóvenes podría opacar la entronización de su esposa, el alcalde Abarca dio la instrucción a su jefe de seguridad pública de impedir a toda costa que se manifestaran en Iguala. El resultado: al cabo de un brutal enfrentamiento, tres normalistas fueron asesinados —a uno de ellos lo desollaron y a otro le arrancaron los ojos de las órbitas—, otros tres infortunados paseantes también murieron, entre ellos un futbolista del equipo de tercera división de Chilpancingo, y 43 jóvenes desaparecieron sin que hasta el momento se haya confirmado el hallazgo de sus cuerpos.

El acontecimiento resulta tan obsceno, tan gratuito, que a más de un mes de distancia aún suena irracional. Imposible. Siempre según la reconstrucción oficial de los hechos, la Policía Municipal de Iguala habría sido la responsable de esas primeras muertes, así como de detener a los otros 43 normalistas, a quienes habrían cargado en un camión de redilas y conducido hasta la vecina Cocula, a pocos kilómetros de distancia. Una vez en su poder, los policías de este municipio habrían acatado la orden de entregar a los muchachos a un grupo de narcotraficantes conocido como Guerreros Unidos, los cuales a su vez los habrían llevado por sinuosos senderos hasta lo alto de la sierra. Según el testimonio de tres de ellos, a continuación los jóvenes, hacinados y heridos, habrían sido quemados vivos en una pira que ardió a lo largo de 15 horas.

Tras permanecer escondidos durante semanas, Abarca y Pineda —escabrosa versión mexicana de Lady Macbeth— han sido capturados, lo mismo que Ángel Casarrubias, alias El Machomo, el líder de Guerreros Unidos. La pregunta, sin embargo, se mantiene en el aire como un ominoso resumen de la catástrofe que aqueja al país desde que, hace ocho años, el presidente Felipe Calderón declarase intempestivamente la llamada guerra contra el narco. ¿Por qué alguien querría asesinar a estos 43 jóvenes? Aunque las declaraciones de los tres sicarios detenidos apuntan a que fueron salvajemente ejecutados, sus padres insisten en que no se darán por vencidos hasta que se identifiquen los cuerpos con absoluta certeza. Más que eso: el lema “vivos se los llevaron, vivos los queremos” se ha convertido en el símbolo del movimiento nacional que reclama conocer la verdad y en el mantra que resume la impotencia y la rabia frente a miles de casos semejantes.¿Por qué alguien, incluso un narcotraficante o un político corrupto, querría asesinar así, sin el menor resabio de humanidad, a 43 estudiantes de Magisterio? Esta pregunta, tan ardua y dolorosa, mantiene a México en vilo desde hace semanas. Ahora sabemos que, además de un rico empresario en el negocio de joyas, el alcalde, José Luis Abarca, era un destacado miembro de Guerreros Unidos y tal vez su “jefe de plaza”. Que su mujer, María de los Ángeles Pineda, era la responsable económica del cártel. Que dos hermanos de ella, antiguos lugartenientes del cártel de los Beltrán Leyva, fueron asesinados por su jefe acusados de traición. Que, tras ser elegido candidato del PRD a la alcaldía —por intervención del exalcalde Lázaro Mazón y con la anuencia de todos los sectores de la izquierda mexicana—, Abarca asesinó a sangre fría a uno de sus enemigos políticos.

Si el caso de los normalistas de Ayotzinapa ha despertado tanta indignación se debe a que, en medio del sinfín de muertes horrendas que hemos presenciado en estos años de pólvora, encarna la suma de todos nuestros temores. Mientras que dolorosamente los 72 migrantes hallados en Tamaulipas no dejaban de ser extranjeros o los narcotraficantes ejecutados en Tlatlaya no dejaban de ser narcos, aquí nos encontramos frente a 43 estudiantes. 43 jóvenes de familias sumidas en una pobreza ancestral. 43 jóvenes que, más allá de su ideología radical, representan a todos esos mexicanos que sólo aspiran a una vida mejor. Y porque Abarca y Pineda no eran simples políticos corrompidos por el narco, como los que abundan a lo largo y ancho del territorio nacional, sino narcotraficantes convertidos en políticos. Criminales ungidos y tolerados por el conjunto de nuestra clase política.

Así, mientras los políticos de las distintas fuerzas no han hecho otra cosa más que tratar de exculparse o de exhibir la complicidad con los delincuentes de sus rivales, el resto del país se halla sumido en el más acerbo desamparo. Dado que todos los partidos, desde Acción Nacional, que inició la guerra contra el narco, hasta Morena, que continúa solapando a Lázaro Mazón, el protector de Abarca, y desde el Gobierno del Partido Revolucionario Institucional, que tanto ha tardado en reaccionar para resolver el caso, hasta el PRD, que postuló al alcalde y al exgobernador Rubén Aguirre, tienen responsabilidad en lo ocurrido, los ciudadanos de pronto no tienen a quién recurrir, en quién confiar. La ineficiencia de nuestro sistema de justicia —donde el 90% de los delitos se mantienen impunes— hace que la llaga se revele supurante. Ayotzinapa es, por desgracia, la conclusión última del desastre nacional generado por la guerra contra el narco. Nadie duda que antes de 2007 había tráfico de drogas o rachas de inocultable violencia, pero la abrupta intervención estatal en un sistema caótico destruyó por completo los delicadísimos equilibrios que mantenían a México en paz. La fragmentación constante de los cárteles y su imbricación cada vez más profunda en distintos sectores de la población auspició el surgimiento de una sociedad criminal en la cual las autoridades y los criminales empezaron a no diferenciarse. La degradación social dio lugar a una ríspida degradación moral y la vida dejó de tener valor frente a la menor ganancia inmediata.

Si de por sí en lugares como México las autoridades resultan tan poco confiables, Ayotzinapa deja la sensación de que ninguna será ya capaz de protegernos. Nada resulta tan peligroso para un país como el descrédito absoluto de su clase política. Y más si ese país, con sus innegables avances en áreas específicas, continúa arrastrando enormes problemas de desigualdad o mantiene gravísimos déficits en su Estado de derecho. Ayotzinapa, y la tristeza, la vergüenza y la cólera que ha generado por doquier, es el angustioso llamado de auxilio de una población harta de convivir a diario con la corrupción y con la muerte. 


Documental ‘Ni Vivos Ni Muertos’

Dirección: Luis Ramírez Guzmán
Guión y Sonido: Federico Mastrogiovanni
Música: Stefano Bollani
Produce: Coconut Films
País de producción: México
Año: 2014
Duración: 120 min

Durante los últimos ocho años en México, se han registrado más de ventisiete mil desaparecidos. En muchos de los casos se testimonia la participación, por acción u omisión, por parte del Estado, lo que transforma una desaparición o un secuestro en una desaparición forzada. Alan Calderón, de 21 años de edad, desapareció en la ciudad de Cuernavaca en diciembre de 2011. A lso dos días logró llamar a sus padres desde un ministerio público de la ciudad de Chipalcingo, Guerrero. Desde entonces se volvieron a perder sus huellas para siempre. Su caso tiene las principales características de este creciente fenómeno: la aparente arbitrariedad, la participación de corporaciones del orden público, la imposibilidad de conocer su paradero. Siguiendo los pasos de la historia de Alan Cerón, los autores reconstruyeron el caso de Rosendo Padilla, desaparecido en Guerrero por el ejercito en 1974, simbolo de las desapariciones dorzadas en la época de la llamada «Guerra Sucia». Su caso es el único en el que el Estado mexicano ha sido condenado por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. A través de entrevistas con miembros de asociaciones de familiares de personas desparecidas, abogados, periodistas y analistas, el documental es un interesante recorrido al interior de este fenómeno que durante el sexenio pasado y en los primeros años del actual se ha vuelto una de las páginas más obscuras de la historia de México. En la desparición forzada nada es casual. Es un esquema racional y sistematico del horror.

Estupor y Temblores (20) ‘Los rubíes de los jemeres rojos’, de Oliver Weber

Documental francés del año 2011 que muestra como en la Camboya de hoy día los ex Khmers Rojos (responsables del genocidio que asoló el país desde 1975 a 1979 y que causó más de dos millones de muertes) siguen ostentando el poder y trafican con rubíes, madera y otros recursos naturales con total impunidad. Esta impunidad, la capacidad de intimidación y la ostentación del poder que los antiguos torturadores y asesinos han logrado perpetuar y disfrutar nos ha recordado a lo visto en la imprescindible ‘The act of killing’El periodista francés Oliver Weber intentará entrevistarse con ellos en un lugar donde sus preguntas no son bien recibidas. 

Estupor y Temblores (19) Alma, hija de la violencia

Un estremecedor documental de Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère y dirigido por Ruben Korenfeld, de producción francesa y año 2012, nos permite conocer la historia de Alma, una joven guatemalteca que vivió cinco años con la mara 18, uno de las más violentas del país centroamericano, en el que más 20.000 jóvenes del país participaban de esta violencia organizada. En esos años de ‘clica’ y ‘homies’ fue cómplice de numerosos crímenes, un periodo de su vida que frente a la cámara denuncia y muestra la aflicción, la culpa y las heridas que aún sigue arrastrando. Para profundizar más en este documental RTVE ha creado un web doc que está también muy bien.
Documentos TV. «Alma, hija de la violencia»

Alma formó parte de una de las maras más violentas de Guatemala
En el documental Alma cuenta los crímenes que cometió y el precio de su salida

Alma es una joven de 26 años que se integró en una de las maras más violentas de Guatemala durante cinco años. Documentos TV estrena el galardonado documental en el que Alma cuenta su experiencia a cara descubierta; un infierno en primera persona: “Yo sabía desde el principio que las reglas eran matar, robar y extorsionar”, confiesa con una entereza escalofriante.

Pobreza, violencia y sentimiento de pertenencia a un grupo

Como ella, miles de chavales de la calle procedentes de familias desestructuradas y abandonados por todo lo que arrastra la pobreza, entran a formar parte de estas pandillas violentas. Se calcula que en Guatemala, más de 20.000 jóvenes participan en ellas. “En la calle buscaba amor, comprensión, alguien que me diera afecto», afirma Alma mientras llora amargamente. 

En Alma, hija de la violencia, la protagonista relata experiencias espeluznantes, como la paliza que le dieron sus compañeros para entrar en la pandilla y su primer encargo: matar a una chica. Extorsionó, robó, participó en varios asesinatos y fue utilizada de gancho para atrapar a las mujeres que después violaban sus compañeros. Todo, a cambio de valoración y de un sentimiento de pertenencia a un grupo. “En mi clica, encontré la familia que yo tanto buscaba”, dice Alma.

Su vida cambió radicalmente cuando se quedó embarazada y, a causa de una paliza que le propinó su pareja y compañero de mara, perdió a su hijo. Reflexionó sobre todo el dolor que había causado y quiso de alguna manera redimir su culpa, poniéndose delante de una cámara con el objetivo de persuadir a los más jóvenes de lo que las maras esconden y, en especial, de lo difícil que es salir de ellas indemne. Cuando Alma decidió cambiar de vida, sus compañeros la dejaron parapléjica.

Alma, el webdoc, también en RTVE.es

Alma, hija de la violencia se estrenó en Documentos TV el lunes 29 de septiembre a las 00:00 h. en La 2 de TVE. Y, por primera vez en la historia del programa, su emisión en televisión se simultaneó con el estreno del webdoc del mismo título; un documental interactivo que ha recibido los principales premios del mundo documental digital, entre ellos, el World Press Photo al mejor documental interactivo y los premios a la innovación de los festivales de Sheffield y Amsterdam.

La versión webdoc de Alma permite al usuario elegir entre la historia de la protagonista limpia de información o, por el contrario, sumergirse en su impactante relato, contextualizando cada uno de los datos que ella aporta.

Alma es una joven de 26 años que se integró en una de las maras más violentas de Guatemala durante cinco años. En el documental que estrena Documentos TV, Alma cuenta a cara descubierta los crímenes que cometió y cómo abandonar la mara casi le cuesta la vida. Por primera vez en la historia del programa, junto al reportaje para televisión se estrenará en RTVE.es un documental interactivo, que permite al usuario navegar por el relato de la protagonista.

Vocabulario Fundamental. Fundamentalismo (14) Estado Islámico, lo puto peor

Están en todos los informativos enarbolando banderas negras y cabezas cortadas, matan a miles de civiles, secuestran, convierten en esclavas sexuales a centenares de mujeres, viven del secuestro, del contrabando del petróleo y gas, del asalto de los bancos de las ciudades que invaden, cometen violaciones masivas, extorsionan, torturan, aplican la sharia de forma rigorista e implacable, superando en radicalidad y fanatismo a las franquicias de Al-Qaeda, violan, crucifican, asesinan fríamente a quienes consideran impuros o infieles, reparten su odio un amplio rango de personas, hazadies, alauíes, cristianos, kurdos, mujeres que no se tapan lo suficiente, no hablamos ya de si alguno se admite agnóstico o ateo… Aquí el Estado Islámico (a.k.a. ISIS , Islamic State of Irak and Syria) ha autoproclamado un califato en los territorios que dominan en Siria e Irak, imponiendo en sus dominios sus leyes dementes, casi nihilistas. Responsables de la muerte de miles de civiles y de llevar la guerra y el fundamentalismo yihadista por donde pasan, este reportaje de Vice muestra su forma de hacer la guerra y ejercer su poder y supremacía en las cada vez más numerosas poblaciones que dominan, pero también cómo someter mediante el poder y el adoctrinamiento a los civiles (muchos sunníes como ellos y hartos del poder chií de Bagdad y Damasco), sobre todo a los más moldeables, los niños que en ellas viven. 



Vice – The Islamic State

En un hecho sin precedentes, VICE News ha logrado obtener acceso exclusivo al autoproclamado califato del Estado Islámico (el antiguo ISIS) para realizar el documental El Estado Islámico. El galardonado periodista y realizador Medyan Dairieh pasó tres semanas solo grabando en la que fuera la ciudad siria de Raqqa, donde pudo dar cuenta, en primera persona, de cómo los yihadistas europeos juraban lealtad al Estado, del adoctrinamiento al que someten a los niños, del surgimiento de la nueva policía de la sharía y de la instauración de tribunales y prisiones.

Si bien el Estado Islámico continúa publicando horribles vídeos de las frecuentes ejecuciones de rehenes y de los brutales ataques al enemigo, poco se sabe del engranaje interno del grupo. Dairieh logra acceder al centro del movimiento, en Raqqa, presenciar las patrullas callejeras y conocer a los presos y a los combatientes en el frente de batalla. VICE News puede así ofrecer un retrato íntegro de la dureza con la que el Estado impone sus mandatos sobre la nueva población y de la magnitud de la infraestructura que han creado, construyendo fábricas de pan, transformando iglesias en mezquitas y administrando la importación y exportación de bienes en la ciudad.

Estupor y Temblores (18) La imagen perdida del genocidio camboyano


«Además de una lección de historia es un ensayo sobre la capacidad del lenguaje cinematográfico para evocar la memoria personal desde la más radical, casi osada, propuesta estética. A un centímetro de la obra maestra.»
Jordi Batlle Caminal: Diario La Vanguardia

Desde hace años, busco una imagen: una fotografía tomada entre 1975 y 1979 en Camboya por los Jemeres Rojos. Una sola imagen no sirve como prueba de un genocidio, pero invita a la reflexión, permite reconstruir la historia. La he buscado en vano en los archivos y por todas partes. Ahora he llegado a la conclusión de que esa imagen debe faltar. Lo que ahora propongo no es una imagen, o la búsqueda de una imagen, sino más bien la imagen de una búsqueda: la búsqueda que permite el cine. Ciertas imágenes deben seguir faltando por siempre, y deben ser reemplazadas por otras: en este movimiento esta la vida, el combate, la pena y la belleza, la tristeza y los rostros perdidos, la comprensión de lo que fue, a veces la nobleza e incluso la valentía, pero nunca el olvido. 
Rithy Panh

Obviando los lugares comunes del documental de denuncia, el director camboyés Rithy Panh nos ofrece un acercamiento novedoso (como hizo Joshua Oppenheimer en ‘The Act Of Killing’ que ya publicamos en este bloga otro de los abundantes genocidios perpetrados en el sudeste asiático en la segunda mitad del siglo XX, en este caso el producido en Camboya entre los años 1975 y 1979, que causó entre dos y tres millones de muertos. 

La ideología psicópata de los khemer rouge de Pol Pot y sus terribles efectos contra su propia población (también de etnia khemer, por lo que se trataría, técnicamente, de un auto-genocidio de clase), es retratada por el director camboyano recurriendo a muñequitos y escenarios tallados en barro con los que representa la demencia maoísta khmer y que causan tanto horror y compasión como si fueran personas de carne y hueso. 

En esta coproducción francesa-camboyana del año 2013, Rithy Pan compone un emotivo y doliente relato en primera persona de su tenebrosa infancia durante aquellos años, mientras se aferraba a la vida en los campos de exterminio. Sus expresivos muñequitos de arcilla exorcizan los traumas y recuerdos de aquella época terrible, demostrando que el arte puede mirar a los ojos de la tragedia sin recurrir a imágenes truculentas y sensacionalismos para mostrar los más oscuros abismos de la naturaleza humana. Imprescindible. 

http://vk.com/video_ext.php?oid=185581600&id=170240449&hash=be0bd9547a740630&hd=2

La memoria encontrada

11 de Abril de 2014

Quien teme es que algo debe. No falla. Pura sabiduría popular, que por norma general sabe perfectamente de lo que habla. El que en determinados países (mirémonos al espejo, deprisa) el concepto »memoria histórica» haga que la gente presuntamente civilizada saque al animal que hay en su interior es, por supuesto, muy indicativo. Algunos de los más distinguidos miembros de la distinguidísima clase dirigente se rasgan las vestiduras, vociferan cual energúmenos, esgrimen argumentos del todo irracionales y, si el espectador se fija, se dará cuenta cómo el sudor (frío… glacial) empapa su frente. Porque en realidad no están enfadados porque una panda de insensatos se haya empeñado en remover la mierda, en abrir cicatrices y en vaya-usté-a-saber-qué otras maldades más; en realidad temen que sus deudas (que por costumbre son muchas y muy gordas) les pasen factura.

Queda claro, pues, que nadie está a salvo de su pasado (ya sea a nivel individual o colectivo), pero más obvio se hace todavía constatar que hay sitios en los que el maldito fantasma es mucho más terrorífico que en otros. Lo recordamos hace poco, por ejemplo, junto a Joshua Oppenheimer (y junto a buena parte de su equipo no-acreditado) en la imprescindible ‘The Act of Killing’: la impunidad, la glorificación desviada y el hecho de vendarse los ojos hacen que el monstruo (así como su amenaza) crezca exponencialmente. Aquello sucedió en Indonesia, país donde el horror ha pervivido gracias en parte a la infinidad de máscaras que ha aprendido a ponerse. Desgraciadamente, y como ya se ha dicho, no es ésa una excepción, sino un destacado miembro del museo de los horrores. Camboya, por muy poco que se sepa sobre su historia (especialmente sobre historia más reciente), ni falta hace decir que es otro de sus más ilustres integrantes.

‘La imagen perdida’ es el inmejorable título del último trabajo de Rithy Panh, director de cine camboyano con especial interés por el documental, y obviamente marcado por el espeluznante pasado del país en el que se crió, o mejor dicho, en el que tuvo que sobrevivir. La pregunta que da inicio a la aventura se expresa en pocas palabras, pero resulta a veces que el espacio más reducido encierra el contenido más concentrado; más denso. Al grano: Si una imagen vale más que mil palabras, ¿existe una imagen capaz de atestiguar todas las atrocidades sufridas por el pueblo camboyano? La respuesta está en el impasible muro de una imposibilidad inteligentemente aprovechada (como hacen siempre los mejores documentalistas), resultando así el -desesperante- proceso de búsqueda en el auténtico protagonista de la función. En esta ocasión, no importa tanto el »qué» sino el »cómo».

Mezclando de forma valiente el documental y el cine de animación más calculadamente rudimentario, el cineasta talla, a partir del barro que le vio crecer, una serie de figuras que, combinadas con un excelente trabajo de recopilación (pero sobre todo, de comprensión) de material de archivo, hacen que los millones de gritos que se oyeron entre 1975 y 1979 en los interminables arrozales de Camboya bajo la brutal dictadura de Pol Pot, se silencien en los altavoces de la sala… para que así puedan resonar con toda la fuerza de la Historia en nuestra cabeza. Más allá del aprovechamiento brillante de los documentos y del -sobresaliente- sentido narrativo, la arriesgada propuesta de Rithy Panh cautiva desde el primer al último fotograma por ser una lección maestra de Historia aplicada al cine.

No sólo es un contundente paseo por la macabra huella de los Jemeres Rojos (cuyo impacto en ningún caso se logra aquí con imágenes desagradables), sino que también es una lúcida y esperanzadora reflexión sobre cómo, hasta del terror, puede surgir la esperanza; sobre cómo el séptimo arte es también una de las más poderosas armas a la hora de conservar una memoria vitalmente necesaria, que ni los temores más culpables ni los gritos más estridentes de este planeta deberían ser capaces de acallar. No es por el gusto sádico de remover la mierda (que a día de hoy sigue habiéndola… y mucha), mucho menos por ver qué pasa cuando se abren las heridas mal cicatrizadas, es por la firme voluntad de que lo más sagrado (fruto quizás del mismísimo infierno, de acuerdo) no muera por obra y gracia de un olvido demasiado a menudo impuesto. Una imagen perdida a cambio de una memoria (re)encontrada. El trato no podía ser más atractivo.

Vocabulario Fundamental. Puta guerra (24) Orígenes y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial

En este 1 de septiembre en el que se cumple el 75 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial queremos recordar aquel conflicto cruel y descomunal que causaría más de sesenta millones de muertos e incontables millones de heridos con la serie documental francesa del año 2009 «Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial» producida por National Geographic y compuesta por seis episodios que narran los orígenes, desarrollo y conclusión del conflicto, cuyo final marcaría el devenir del mundo durante décadas. La completaremos con dos documentales en los que se refleja el ascenso y toma de poder de Hitler en Alemania. 

Las más de 5 horas de imágenes que contiene la serie incluyen escenas inéditas tomadas por corresponsales de guerra, soldados, ciudadanos privados e incluso miembros de la resistencia de la época, con imágenes en color para las escenas bélicas y en blanco y negro para las escenas del Holocausto Judío. Sus seis entregas relatan el descomunal conflicto a través del trágico destino de quienes fueron a la guerra (soldados), quienes la sufrieron (civiles) y quienes la dirigieron (líderes militares y políticos). Es una serie imprescindible que transcurre con ritmo muy fluido y se caracteriza por ser excelente en contenido, brillante en la presentación (donde destaca la excelente restauración de las imágenes coloreadas), con una certera narración e impecable en relación entre imágenes, momento histórico, explicación ideológica y consecuencias humanas. Durísima, e implacable como deben ser los documentales sobre estos hechos tan aberrantes.


Antecedentes 1 El ascenso de Hitler / La amenaza


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El ascenso de Hitler 2 El Führer

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Episodio 1 – La agresión (The Aggression)

(1933-1939): El surgimiento del nazismo y la campaña de Polonia


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Episodio 2 – Derrota aplastante (The Crushing Defeat)

(1939-1940): La falsa guerra, la caída de Dunkerque y la Batalla de Francia.
Episodio 3 – El estallido (Shock)

(1940-1941): La Batalla de Inglaterra, la invasión Yugoslavia, la campaña de Grecia, la batalla de Creta, la Operación Barbarroja, el sitio de Leningrado y la guerra en el desierto.

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Episodio 4 – El punto de inflexión (World Ablaze)

(1941-1942): En la URSS las batallas de Smolensk y Moscú y Operación Fall Blau. En el Pacífico; Pearl Harbor, Midway y Guadalcanal.
Episodio 5 – Grandes aterrizajes (The Great Landings)

(1942-1943): Las derrotas de Stalingrado y El-Alamein, la campaña de Italia y la batalla de Kursk. 


Episodio 6 – El fin de la pesadilla (The End Of The Nightmare)

(1944-1945) Desembarco aliado en Italia y batalla de Montecassino. Dsembarcos en Saipán (Pacífico) y Normandía (Francia). Atentado fallido contra Hitler. Batalla de Las Ardenas. Batalla de Berlín. Muerte de Hitler y derrrota de Alemania. Últimas batallas en el Pacífico y bombardeos nucleares sobre Japón. El Apocalipsis.

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Estupor y Temblores (17) Gaza, la infamia continúa / ‘Omar’ de Hany Abu-Assad

«¿Huir? ¿a dónde? Egipto tiene la frontera cerrada. Dice que deja pasar a quienes tienen pasaporte extranjero. Conozco gente que lleva tres días y nadie les ha dejado salir. Si nado por el mar me disparan, me vigilan desde el cielo y en tierra hay verjas. No hay manera de escapar. Estamos en una gran cárcel bajo castigo colectivo. Los sirios pueden salir a Jordania, nosotros ni eso»

«Estábamos aquí en la playa, pasando la tarde, como hacemos otras veces. Los chicos estaban corriendo y jugando en la orilla cuando el misil cayó. ¿Qué objetivo estratégico hay aquí? Los israelíes dicen que atacan a Hamás. ¿Dónde está Hamás aquí? Solo han matado civiles, nada más que civiles?»

“Vi a mi tío salir corriendo de la casa llevando a mi madre muerta en sus brazos. Yo gritaba pidiendo verla […] y luego fui al hospital para ver si alguno había sobrevivido […] encontré a mi hermano Tareq aún con vida, pero murió más tarde. Me dio un ataque de ansiedad y me inyectaron un tranquilizante”
“Hamás no nos deja vivir como queremos, luego viene Israel y nos mata”

Primera parte – Operación ‘Margen Protector’

Cumplido ya más de un mes desde el inicio de la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza que comenzó el 8 de julio, ambas partes han llegado a un segundo acuerdo de tregua que dé una oportunidad a una nueva ronda de las negociaciones que se mantienen en Egipto. Durante 72 horas no se lanzarán cohetes contra Israel ni el Ejército bombardeará la Franja. Ya el viernes pasado expiró un alto el fuego similar y aunque el Gobierno de Benjamín Netanyahu estaba dispuesto a prorrogarlo Hamas se opuso. Quería lograr alguna concesión antes de comprometerse con una nueva tregua. Ahora, presionado por la comunidad internacional y debilitado militarmente -según pasan los días, más arsenal gasta de los 3.000 cohetes que dice Israel que le restan-, ha accedido a otro cese de hostilidades.

En el espacio entre ambas treguas los ataques aéreos israelíes han causado al menos diez muertos y más de 40 heridos más que añadir a la larga lista de víctimas. Fue al comienzo de la primer alto el fuego de la semana pasada cuando las últimas tropas israelíes abandonaron sus posiciones en el sur de la Franja, tomando la fuerza aérea israelí el relevo en las operaciones contra los supuestos militantes de Hamas, en una nueva fase de la Operación Margen Protector. Hasta ahora, militarmente hablando, Israel ha sabido sobreponerse a la muerte de 64 de sus soldados (y tres civiles) por parte de la feroz resistencia de las milicias palestinas, acabando con aproximadamente quinientos de sus combatientes (aunque casi ninguno de sus dirigentes), dejando atrás 33 túneles destruidos y con la capacidad ofensiva de sus misiles Qassam muy cuestionada, pues de los 3.356 cohetes lanzados por los milicianos palestinos, 578 (los que amenazaban más claramente zonas habitadas) fueron interceptados por su sistema de defensa antiaérea Iron Dome -proporcionado por Estados Unidos- y los demás causaron solo 3 muertos y escasos daños materiales. 

Antecedentes

El primer hecho que provocó la devastadora operación de castigo sobre la Franja de Gaza fue la oficialización el 2 de junio del acuerdo de gobierno y reconciliación que, después de años de disputas, habían alcanzado Al Fatah, la facción que lidera Mahmud Abás, y Hamás, lo que conducía a la formación de un gobierno de unidad, lo que desató la ira de Israel. Poco después, el 12 de junio, se produjo un hecho luctuoso que daría al gobierno de Netanyahu la oportunidad de castigar el acuerdo palestino, el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes de un asentamiento de Cisjordania, del cual responsabilizó a Hamas (aunque esta organización siempre lo negara). Parece que nadie en Israel se acordaba ya de cuando el 21 de mayo el ejército israelí asesinaba a sangre fría a dos adolescentes palestinos que habían intervenido en una protesta en Beitunia, Cisjordania, hecho denunciado por la organización por los derechos humanos Defence for Children International (DCI) y que fue ninguneado por las autoridades israelíes. 


La reacción israelí al secuestro de los estudiantes hebreos fue la de realizar registros indiscriminados en la zona donde se había producido el secuestro y detener a más de 400 palestinos, muchos de ellos dirigentes de Hamás. Estas acciones derivaron en cinco palestinos muertos y múltiples heridos a manos del ejército israelí. A medida que las tensiones se incrementaban, el secuestro, tortura y asesinato -tras ser quemado vivo- el 2 de julio del adolescente palestino Mohammed Abu Khdeir por parte de colonos judíos complicó aún más la situación, generando disturbios, protestas de israelíes y palestinos y un aumento de los lanzamientos de cohetes desde Gaza a Israel. Estos hechos desatarían definitivamente las hostilidades. Posteriormente, con la operación de castigo ya desatada, la policía israelí confirmaría que fueron militantes islamistas, pero ajenos a Hamas, quienes secuestraron y asesinaron a los jóvenes israelíes. Por cierto que el día que los sospechosos fueron arrestados, la familia de una de las víctimas israelíes, los Fraenkels y la familia de Abu Khdeir hablaron por teléfono y consolaron mutuamente. Los Fraenkels dijeron que entienden la magnitud de la pérdida y que se oponen a cualquier acto de violencia, ya sea por judíos o árabes. Auténtica dignidad humana de la que han carecido muchos de sus compatriotas.

Las consecuencias

Tras más de un mes de ataques, las fuerzas armadas israelíes (Tzahal en hebreo o Israel Defense Forces en inglés) han llevado la muerte y la devastación a la ya martirizada franja de Gaza de forma más cruenta que en anteriores operaciones militares. Tras estas semanas de ataques indiscriminados hemos perdido la cuenta de las salvajadas realizadas por el Tzahal. Por tierra, mar y aire el ejército hebreo ha bombardeado centros para discapacitados, hospitales, mercados atestados de gente en plena tregua, centros de prensa, escuelas de la ONU, granjas de animales, la única central eléctrica de Gaza, mezquitas, miles de casas de civiles y otras muchas de las precarias infraestructuras que a duras penas sostenían la vida en Gaza. Cada casa, cada persona, cada animal viviente en Gaza han sido convertidos en objetivos, nada ha escapado a su cólera destructora.


Las más de 10.000 viviendas destruidas o inhabitables en toda la Franja (un 70% más que en la operación militar de 2009) h
arán mucho más difícil la ya precaria existencia de los gazatíes, tres cuartas partes de los cuales ya dependían de la ayuda internacional antes de esta ofensiva. Hasta la fecha, 1.867 palestinos han muerto en la Operación Margen Protector, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). De ellos, 1.322 son civiles, incluidos 427 niños y 214 mujeres. De los menores muertos, el 70% tenía menos de 12 años, según Unicef. De los 1,8 millones de habitantes de Gaza, 520.000 están desplazados debido al conflicto, según la OCHA. La OCHA cifra en 65.000 los palestinos cuyas casas están destruidas o dañadas debido a la ofensiva israelí.


Al comienzo de la campaña, antes de bombardear una escuela u hospital en la Franja de Gaza, en ocasiones, el Ejército de Israel emitía una ‘advertencia’ al provocar una pequeña explosión en el techo de un edificio que pronto sería bombardeado, una muestra de matonismo que apenas servía más que para convertir esos escasos segundos en una experiencia escalofriante. Eso hizo antes de destruir un centro de discapacitados en Gaza. El siguiente video muestra los 57 segundos de terror anteriores a su destrucción total:



Pero según la resistencia de Hamas iba haciéndose más férrea y los ataques por tierra, mar y aire no conseguían los objetivos buscados por el alto mando directamente destruían barrios enteros. De esta forma un ataque con fuego de artillería del Ejército de Israel en un barrio de Gaza se saldó el sábado 26 de julio con la muerte de 72 personas, cientos de heridos y la destrucción total de decenas de edificios. Las imágenes recogen las diferentes explosiones en intervalos de unos cinco minutos que una tras otra van destruyendo el barrio hasta convertirlo en escombros por completo:

Los niños de Gaza

Caso aparte han sido las desoladoras cifras de niños muertos por los ataques israelíes. Según leemos en ElDiario.es: «Más de 400 niños han muerto y más de 2.500 han resultado heridos por los bombardeos del Ejército israelí según la Unicef, que calcula además que unos 370.000 menores necesitan urgentemente ayuda psicológica. La ofensiva ha tenido un impacto catastrófico y trágico en los niños. Si tenemos en cuenta lo que estas cifras representan para la población de Gaza, es como si hubieran muerto 200.000 niños en Estados Unidos», según Pernille Ironside, jefe de la Oficina de Unicef en Gaza.

Ironside recordó además que no hay electricidad y que no funcionan los sistemas de agua potable ni de saneamiento, por lo que el peligro de aparición de enfermedades transmisibles y de diarrea -que puede ser mortal para los menores de cinco años- es inminente. «La destrucción es total. Han usado armamento horrible que provoca terribles amputaciones. Y esto ha pasado frente a los ojos de los niños, que han visto morir a sus amigos, a sus padres», señalaba la funcionaria internacional.

«Hay que tener en cuenta el tamaño de la franja de Gaza, son 45 kilómetros de largo por entre 6 y 14 de ancho…no hay una sola familia que no haya sido directamente afectada por alguna pérdida», dijo. Es por ello, que Unicef calcula que unos 370.000 niños necesitarán ayuda psicológica para poder intentar sobreponerse de alguna manera al trauma vivido. «Tengamos en cuenta que un niño o una niña que tiene siete años ha pasado ya por tres ofensivas, la de 2008-2009, la de 2012 y la de ahora. Imagínense el impacto que ello puede tener tanto en los más pequeños como en los que ya entienden lo que eso significa», afirmó.


Ironside se refirió al hecho de que 142 escuelas en Gaza, incluyendo 89 de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), han sido dañadas por los bombardeos israelíes, y no olvidó los ataques directos a tres colegios de la ONURecordemos que antes de este ataque el 80% de los niños de Gaza asistían sólo 4 horas a la escuela porque los centros tienen que hacer dos turnos, dado que no hay más colegios disponibles». Debemos establecer un nuevo sistema para poder reconstruir todo lo destruido. Por eso un alto el fuego no es necesario, hay que acabar con el bloqueo al que Israel somete a Gaza», urgió.» Y no podemos construir más, porque no hay tierra disponible pero sobre todo porque no tenemos material de construcción por la restricción a la que la franja es sometida por las autoridades israelíes», explicó la funcionaria de Unicef, quien lamentó que esa política haga que los trabajadores humanitarios pierdan horas en negociaciones burocráticas en vez de hacer su trabajo de asistencia. Cuestionada sobre qué le puede pasar a un menor de Gaza a partir de ahora, dijo que el futuro de cualquier niño en la franja «es desalentador». «Nadie debería sorprenderse de que algunos niños palestinos quieran tomar una vía más extrema. Es nuestra responsabilidad evitar que esto pase», concluyó.«

Los despiadados ataques de las IDF han causado escenas de una crudeza insoportable que han afectado en gran medida a los más pequeños de los palestinos. Desde los cuatro niños asesinados en una playa de Gaza por disparos de la armada israelí en las primeras fases de la ofensiva, hecho que por sí solo es un crimen de guerra, hasta las innumerables escenas de horror protagonizadas por pequeños destrozados llegando a los colapsados hospitales gazatíes. Un ejemplo sencillamente devastador es este padre en total estado de shock gritando de dolor ante el cadáver de su hijo «despierta, despierta, papá te ha traído un juguete…» 


Los túneles de Hamas

Eso sí, Hamas y su brazo armado, las Brigadas Azedim al Qassam (además de otras milicias como la Yihad Islámica) han demostrado que llevaban mucho tiempo preparándose para este conflicto, sobre todo para la invasión terrestre. A pesar de que sus misiles apenas han causado daños en territorio israelí (más allá de tres civiles) gracias al sistema antiaéreo Iron Dome, sus milicianos han dejado de ser la voluntariosa fuerza de aficionados que eran para convertirse en un ejército cualificado con una eficiente cadena de mando, que ha combatido con determinación y fiereza, haciendo pagar a las tropas de élite del Tzahal muy cara su incursión por tierra y la destrucción causada, sobre todo en relación a anteriores invasiones, cuando les causaron poco más de una decena de muertos. Para ello han convertido las ruinas de la ciudad gazatí en un laberinto de trampas y francotiradores que han causado numerosas bajas al ejército hebreo. Y sobre todo han sabido utilizar los túneles que atraviesan Gaza, un arma tan primitiva como efectiva para los insurgentes palestinos y desmoralizadora para los soldados israelíes. 

Los pasajes subterráneos que llegaban a Egipto han sido usados para burlar el bloqueo de Gaza que Egipto e Israel reforzaron tras la llegada de Hamas al poder en el 2007 y han sido un recurso vital para la economía de la zona, siendo usados para transportar mercaderías, combustible e incluso ganado y automóviles. También armas y dinero en efectivo de aliados en el exterior, sobre todo de Irán. Parece que algunos eran lo bastante anchos como para que cupieran dos o tres personas y lo suficientemente altos como para que se pudiera caminar o correr por ellos. Muchos estaban conectados en red, de manera que si se destruía una salida era posible seguir utilizando el túnel por otras salidas. Dentro había almacenes de cohetes y reservas de comida, especialmente dátiles secos, que son nutritivos y se conservan durante mucho tiempo. 


Estos pasadizos subterráneos impedían que la tecnología punta que posee Israel fuera incapaz de detectar y seguir los movimientos de los milicianos. Los aviones y los drones mantienen un control riguroso sobre la superficie, pero no saben lo que sucede a diez o treinta metros de profundidad por lo que han tenido que ser las tropas terrestres quienes hayan tenido que entrar en Gaza para destruirlos. Esta red de túneles recuerda poderosamente aquellos túneles de Cu Chi que atormentaron a los soldados norteamericanos hace cuarenta años en la guerra de Vietnam. 

Precisamente uno de esos túneles fue usado para una de las incursiones más audaces de Hamas, cuando un comando palestino logró infiltrarse por un túnel dentro del propio territorio israelí hasta una torre de vigilancia y, cogiendo por sorpresa a quienes la custodiaban, lograron matar a cinco soldados israelíes sufriendo una sola baja; cómo pudieron hacerlo y regresar vivos es algo que todo Israel se ha estado preguntando. Como era de esperar este golpe de mano fue publicado por Hamas TV convirtiéndose en un gran éxito propagandístico. Tras la retirada el gobierno Netanyahu ha declarado que se han destruido 33 de esos túneles aunque la amenaza de que los palestinos puedan hacer otros es una amenaza real y psicológicamente desestabilizante para la sociedad israelí.  


Y mientras en Israel, ¿qué?

Porque mientras todo esto ha pasado en la atribulada Gaza, ¿qué ocurría a apenas unos kilómetros, en el país agresor y opresor que la bloquea de forma inhumana desde hace siete años, en el democrático y civilizado Israel? Entre el poder creciente de la derecha y los ultraortodoxos, la obsesión con los túneles gazatíes y el aumento del alcance de los cohetes de Hamas a casi todo el país hebreo, parece que el apoyo a la ofensiva ha sido de cerca del 80% de la población. Aunque el efecto de esos cohetes haya sido muy limitado, las continuas alarmas aéreas interfirieron en el desarrollo del verano israelí, desquiciando a sus habitantes y llegando incluso a provocar el cierre por un día del aeropuerto de Tel-Aviv. Incluso cuando, tras el comienzo de la invasión terrestre, empezaron a llegar ataúdes con los cadáveres de decenas de soldados, Netanyahu apeló a que ese gran sacrificio era necesario para la seguridad del país y los israelíes cerraron filas apoyando a su ejército.

Durante la ofensiva muchos israelíes han hecho costumbre de subir a las colinas desde las que se divisa Gaza para pasar la tarde y celebrar cada explosión e incendio provocado por los ataques de su ejército. En territorio israelí se han sucedido las manifestaciones de apoyo y celebración de cada ataque, los cánticos de derechistas israelíes (¡Mañana no hay escuela, no quedan niños en Gaza!), los descerebrados tweets de adolescentes hebreos o el directamente psicópata tweet de un francotirador del ejército en el que presumía de haber matado 13 niños en un solo día, muestras varias del racismo y el odio de buena parte de la sociedad israelí hacia los palestinos. Hace unos días el escritor israelí Nir Baram escribía sobre cómo una gran parte de la sociedad israelí está convencida de su ‘superioridad moral’ sobre los palestinos, aferrándose a la justificación de que si las IDF matan niños y civiles es siempre ‘por algún motivo razonable’. 

Entre lo puto peor de ellos están los colonos que ocupan estratégicas zonas de Cisjordania. En Hebron residen 175.000 palestinos pero son los más de 850 colonos judíos (protegidos por 650 soldadosque allí se han establecido los que controlan las posiciones estratégicas, las mejores tierras y los recursos hídricos, oponiéndose frontalmente a cualquier concesión a sus vecinos palestinos, a los que desprecian, intimidan y humillan continuamente. La tensa atmósfera entre ambas partes no es nueva. Su patética convicción de su ser ‘los elegidos de Yahvé’ ya la recogimos en otro post de nuestro blog. La fotógrafa del New York Times Rina Castelnuovo captó el momento sobrecogedor que denominó «El vino como insulto» que obtuvo el Tercer Premio Wortld Press Photo 2010. En Jotdown, donde la hemos encontrado, Pepo Jiménez dice de ella, «No es un vaso de vino. Es un insulto con forma de hoz sangrienta, una guadaña fabricada con la eterna inquina de dos pueblos condenados al odio perpetuo.»

«Las calles estaban casi vacías. Me detuve a fotografiar a algunos colonos durante la fiesta judía de Purim. Estaban compartiendo una botella de vino y brindando por el día de fiesta, nada fuera de lo común. Me di cuenta de que una mujer palestina cruzaba por las tiendas cerradas del otro lado. Un grupo de colonos caminaban por medio de la calle en la dirección opuesta cuando uno de ellos dio un paso hacia ella. Yo instintivamente levanté la cámara. Ella no gritó ni se detuvo, corrió hasta desaparecer tras la esquina. Me quedé enojada y entristecida, como si el vino me golpease a mí.»

(Rina Castelnuovo, fotógrafa del New York Times)

Y si tienen diez minutos más observen en este video en el que puede verse la calaña moral de los colonos en Cisjordania:


Por todo ello cabe preguntarse, ¿queda aún vida inteligente y decente en Israel que denuncie los abusos contra los palestinos? Pues sí, aunque la belicosidad y el racismo parezcan ocupar todos los resortes de la sociedad israelí, ésta hace gala de su diversidad e intelectuales como Amos Oz, Etgar Keret o Shlomo Ben-Ami, entre otros, periódicos como el Haaretz y organizaciones pacifistas, pequeñas aunque muy activas, calificadas por el Likud y demás derechistas como radicales de izquierda, que se manifiestan contra la guerra, proponen que Israel no sea un Estado teocrático basado en la religión y la raza (un verdadero anatema que afecta a la esencia del pensamiento sionista), propugnan la solución de dos estados en las fronteras de 1967, condenan el bloqueo a Gaza, la ocupación de grandes zonas de Cisjordania y el apartheid al que desde hace décadas somete su país a los palestinos. Es de resaltar que el asesinato del adolescente palestino Mohamed Abú Judeir fue condenado por las familias de los tres jóvenes israelíes asesinados que sirvieron de antecedente del comienzo de la operación Margen Protector.

También existen organizaciones de ex-soldados como Breaking The Silence (a quienes tuvimos oportunidad de escuchar en Madrid hace unos años), quienes desde hace años denuncian los abusos de los colonos y el ejército israelíes, ante el desprecio de muchos de sus compatriotas. Es en la valiente oposición de estos sectores de la sociedad hebrea en quien depositamos nuestras últimas esperanzas de que Israel recupere la cordura ajgún día y avance hacia una paz definitiva y una coexistencia pacífica entre dos estados, uno israelí y otro palestino, cosas ambas que cada vez parece más lejanas. Una de estas organizaciones, Jewish Voice For Peace ha publicado este didáctico video de poco más de seis minutos que explica el conflicto histórico entre ambos pueblos:



¿Y ahora qué…?

En medio de la tregua y a la espera del alto el fuego definitivo la vida, que siempre se abre paso, ha vuelto a las zonas de Gaza menos afectadas de la Franja y sus atribulados habitantes salen para rebuscar entre los escombros de lo que un día fueron sus casas si algo se ha salvado. Turquía ha decido acoger heridos palestinos en sus hospitales para aliviar a los sobrepasados hospitales de la Franja y una flotilla turca de ayuda humanitaria como aquella que fue ametralladada en junio de 2010 anuncia su próxima partida… Ahora queda ver el alcance de las conversaciones que se llevan a cabo en Egipto.

Israel pide el desarme completo de las milicias palestinas pero éstas han dicho que no lo harán hasta que se levante el infame bloqueo que desde hace siete años condena a los habitantes de la Franja a una existencia miserable. Sobre ello, la auténtica infamia que condena a Gaza haya o no haya operaciones de castigo, alguien poco sospechoso de izquierdista como Mario Vargas Llosa escribía en un artículo en El País:

(…) Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia. No hablo de oídas; he estado dos veces en Gaza y he visto con mis propios ojos el hacinamiento, la miseria indescriptible y la desesperación con que se vive dentro de esa ratonera. 


La razón de ser oficial de la invasión de Gaza era proteger a la sociedad israelí destruyendo a Hamás. ¿Se ha conseguido con la eliminación de los 32 túneles que el Tsahal capturó y deshizo? Netanyahu dice que sí pero él sabe muy bien que miente y que, por el contrario, en vez de apartar definitivamente a la sociedad civil de Gaza de la organización terrorista, esta guerra va a devolverle el apoyo de los gazatíes que Hamás estaba perdiendo a pasos agigantados por su fracaso en el gobierno de la Franja y su fanatismo demencial, lo que lo llevó a unirse a Al Fatah, su enemigo mortal, aceptando no tener un solo representante en los Gobiernos de Palestina y de Gaza e incluso admitiendo el principio del reconocimiento de Israel que le había exigido Mahmud Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Por desgracia, el desfalleciente Hamás sale revigorizado de esta tragedia, con el rencor, el odio y la sed de venganza que la diezmada población de Gaza sentirá luego de esta lluvia de muerte y destrucción que ha padecido durante estas últimas cuatro semanas. El espectáculo de los niños despanzurrados y las madres enloquecidas de dolor escarbando las ruinas, así como el de las escuelas y las clínicas voladas en pedazos —“un ultraje moral y un acto criminal”, según el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon— no va a reducir sino multiplicar el número de fanáticos que quieren desaparecer a Israel.

(…) Aunque gane todas las guerras, Israel es cada vez más débil, porque ha perdido toda aquella credencial de país heroico y democrático, que convirtió los desiertos en vergeles y fue capaz de asimilar en un sistema libre y multicultural a gentes venidas de todas las regiones, lenguas y costumbres, y asumido cada vez más la imagen de un Estado dominador y prepotente, colonialista, insensible a las exhortaciones y llamados de las organizaciones internacionales y confiado sólo en el apoyo automático de los Estados Unidos y en su propia potencia militar. La sociedad israelí no puede imaginar, en su ensimismamiento político, el terrible efecto que han tenido en el mundo entero las imágenes de los bombardeos contra la población civil de Gaza, la de los niños despedazados y la de las ciudades convertidas en escombros y cómo todo ello va convirtiéndolo de país víctima en país victimario.»


Crímenes de guerra

Los palestinos también quieren que los israelíes respondan ante la Corte Internacional de La Haya por los flagrantes crímenes de guerra de su ejército, aunque la maquinaría de propaganda israelí ya se está poniendo en marcha para intentar esquivar esas acusaciones y endosar a Hamas parte de las masacres a la población civil. Sin embargo la responsabilidad de esos ataques es tan clara que los organismos de la ONU presentes en la Franja y el propio secretario general de la organización, casi siempre cautelosos en sus acusaciones contra el estado hebreo, ya han declarado en varias ocasiones la responsabilidad israelí en las mismas en hechos constitutivos de posibles crímenes de guerra y graves violaciones del derecho humanitario internacional y ya han pedido a Israel que las asuma como tales. Incluso la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Jennifer Psaki, ha declarado que «están consternados por el vergonzoso bombardeo de la escuela para los refugiados de Palestina en Rafah, que alberga unas 3.000 personas desplazadas». La reacción de Israel fue responder que «el ataque apuntaba a islamistas en las cercanías de la escuela y que los milicianos de Gaza eran los responsables de la tragedia.» Tras las declaraciones de Psaki una encuesta hecha en Israel revelaba que la mayoría de los encuestados enviaría el virus del Ébola a Obama… 

Aunque no hemos de olvidar por dónde se pasa Israel las condenas internacionales, así como su amplio historial de incumplimientos de resoluciones de la ONU, sabiendo que en última instancia siempre podrá contar con el apoyo incondicional de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, a pesar de los comentarios antes reseñados de la portavoz del Departamento de Estado o del propio John Kerry, tras una entrevista. En un artículo en InfoLibre Ramón Lobo hablaba de la insoportable doble moral de los países occidentales en sus firmes condenas de las acciones de sujetos tan execrables como Vladimir Putin en la crisis de Ucrania y la vergonzante inacción en relación a las atrocidades cometidas por el ejército israelí. Pero la misma indiferencia se ha observado en el resto del mundo árabe, más preocupado en sus respectivos caos y conflictos internos. 

Las revueltas árabes han perjudicado a Hamás al perder el apoyo del régimen sirio y de Hizbolá en mitad de una guerra fría (o no tan fría) entre suníes y chiíes y de la situación de Egipto después de la caída de los Hermanos Musulmanes, los padres ideológicos y socios de Hamás. Y sin embargo, será difícil quebrar el poder de Hamás, una consecuencia directa de la Naqba, la ocupación, el bloqueo, la pobreza, el paro desbocado, la falta de futuro, el robo de tierra y el sistema de apartheid establecido por el Estado israelí. Es evidente que Hamás es un grupo terrorista que ha cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, torturas, asesinatos y secuestros (según Amnistía Internacional o Human Rights Watch) y como tal tiene que ser combatido, pero la desproporción del castigo colectivo israelí a toda la población gazatí, los miles de víctimas que deja en el camino de esta última ofensiva no conseguirán acabar con el radicalismo y el dolor, ni traer más tranquilidad y paz al pueblo de Israel, sino más bien al contrario.

En fin, lo único cierto es que el bloqueo continúa desde hace 7 años y Gaza está devastada. Gaza huele a muerte. El nivel de destrucción es abrumador y la ofensiva ha afectado gravemente a la ya de por sí precaria infraestructura de la Franja y los servicios básicos de agua potable, saneamiento de aguas residuales y electricidad, además de dañar escuelas, centros médicos, edificios públicos y miles de viviendas. Su reconstrucción se estima en más de 5.000 millones de dólares, sus casi dos millones de habitantes siguen viviendo al borde del abismo en la cárcel más grande del mundo, donde carecen de los más mínimos derechos humanos. Sigue amenazada por unos dementes fundamentalistas que creen que toda la Palestina histórica debería pertenecerles por derecho divino y gobernada por otros dementes fundamentalistas que creen lo mismo. En los próximos años el conflicto entre ambos países se seguirá prolongando y retroalimentando con insoportables niveles de odio y desesperación en millones de personas y nadie hará nada por impedirlo. Aunque Yann Tiersen intentará que al menos se les recuerde.

Segunda Parte – Omar (Hany Abu-Assad, 2013)

Y para terminar el post, les ofrecemos la magnífica película ‘Omar’, del realizador palestino Hany Abu-Assad que muestra cómo es la realidad de la ocupación (en este caso en Cisjordania), que llena la existencia de millones de palestinos de humillaciones diarias y desquiciantes checks-points, la que provoca que incluso personas ajenas a los dogmas religiosos y las organizaciones armadas palestinas, que sólo buscan vivir sus vidas con amor y dignidad son empujadas a tomar decisiones que les cambiarán la vida.

Premios: 

Oscars 2013: Nominada a mejor película de habla no inglesa. Festival de Cannes 2013: Premo del Jurado (Sección «Un Certain Regard»)

Seminci de Valladolid 2013 Sección oficial a concurso

Críticas:

«El hecho de que Abu-Assad mantenga distancia (…) hacia sus personajes y acciones va a limitar su atractivo para muchos espectadores. Pero teniendo en cuenta la calidad y actualidad de la película, debería tener buen resultado» Deborah Young: The Hollywood Reporter
«‘Omar’ no ofrece la promesa de una solución justa y satisfactoria, sino un fatalismo tanto más devastador debido a sus métodos realistas y a unas interpretaciones sutiles y humanas.» A. O. Scott: The New York Times

«Al centrarse en un hombre normal y corriente, Abu-Assad inmediatamente hace que la claustrofóbica manera de vivir de ‘Omar’ inmediatamente nos resulte más cercana, matizando sus penurias finales con un miedo palpable.» Eric Kohn: Indiewire

«Todos los actores tienen una gran seguridad que es vital para sus habituales primeros planos, que subrayan su humanidad en lugar de su función como ilustraciones de un conflicto muy conocido.»
Jay Weissberg: Variety

«Lo que sucede cuando Omar está fuera de los muros de la prisión, (…) hace que la película resulte desgarradora y fascinante de ver.» Betsy Sharkey: Los Angeles Times

«Hany Abu-Assad no es panfletario ni maniqueo. (…) Es realista y amargo. Hace creíble la interpretación de actores que no parecen profesionales. Te contagian el malestar, el desasosiego y la incertidumbre de los personajes» Carlos Boyero: Diario El País

«Es una película durísima. Se entra en ella por un sendero de frescura y seda y que va derivando en un sendero abrupto, lleno de espinas, odio y rencor (…)» José Manuel Cuéllar: Diario ABC

«Se mueve con gran pericia entre una tierna historia de amor condenado y una intriga capaz de clavarnos las uñas a la espuma de la butaca (…) » Nando Salvá: Cinemanía

«Esta sofisticada operación fílmica es una película que exprime con nobleza los recursos del cuento moral y del cine narrativo. (…) » Manuel Yáñez Murillo: Fotogramas

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Estupor y Temblores (16) Ruanda, ayer y hoy del genocidio


«Nos dábamos prisa porque se estaba acabando la temporada de matanzas. Prometía ahorrarnos el trabajo de una cosecha pero no el de dos. Sabíamos que en la siguiente temporada tendríamos que volver a empuñar los machetes para trabajos más tradicionales» Alphonse Hitiyarembe, en «Temporada de machetes»

El 6 de abril de 1994 el avión del presidente ruandés Juvénal Habyarimana (y el presidente de Burundi, también hutu) era derribado por un misil cuando se acercaba al aeropuerto de Kigali. Este magnicidio provocó que los extremistas hutus se hicieran con el control del país y comenzaran la represión sobre la minoría tutsi y los hutus moderados, cien días desplazamientos masivos de la población a los países vecinos, de violaciones, de matanzas sistemáticas, atávicas, brutales, muchas llevadas a cabo de forma artesanal, a puro machete -el arma que todo el mundo tenía- mutilando y segando la vida de centenares de miles de personas, vecinos y familiares. Y todo esto ante la inacción del mundo en general, la ONU en particular. En este sentido recomendamos la lectura del libro «Temporada de machetes», de Jean Hatzfeld, que recoge los estremecedores testimonios de los propios asesinos desde la cárcel de Rilima, cerca de Nyamata, el epicentro del genocidio tutsi.


Tras la guerra civil y el triunfo final del FPR (Frente Patriótico Ruandés) tutsi se impuso el discurso del vencedor y se instaló un régimen represor que sin embargo, ha hecho prosperar económicamente al país en la última década, ha forzado la reconciliación e incrementado la seguridad pero todavía vive quebrada por el recuerdo de aquellas masacres. 

El documental «Rwanda, do scars ever fade?» (titulado en YouTube como ‘Genocidio de Ruanda’) nos traslada a aquellos cien días de locura homicida, a sus causas -que se hunden en el colonialismo belga que fomentó la división étnica- y sus consecuencias y el reportaje «El diablo anduvo suelto», de ‘En Portada’ busca, veinte años después, en los testimonios de víctimas y verdugos para comprobar si los ruandeses han superado o no una quiebra ética y moral tan destructora, si es verdad que en sus corazones ya no se sienten hutus o tutsis sino sólo ruandeses. 


En Portada – «El diablo anduvo suelto»

José Antonio Guardiola (Director de En Portada) 01.04.2014

En el memorial de Nyamata hoy se encuentran los restos de cerca de 45.000 víctimas, la mayoría de ellas tutsis

La última vez que estuve en Ruanda, aún se podía ver algún cadáver en los arcenes de las carreteras. Hoy, las aceras de Kigali lucen un césped impecable cuidado con esmero por brigadas de jardineros. Ésa es la Ruanda que se ve, la que crece a un ritmo desaforado; la que reduce poco a poco la desigualdad; la que te permite pasear seguro por cualquier rincón y a cualquier hora; la que te da cobertura 3G en cada una de sus mil colinas; la que se presenta como la Suiza del continente.

Un país quebrado por el recuerdo

Pero hay otra Ruanda que no se ve y a la que cuesta muchísimo acceder. Un país quebrado por el recuerdo del genocidio más brutal de los últimos decenios; un país gobernado por unos vencedores que han impuesto su relato oficial; un país en el que se confina en prisión a todo aquel que cuestiona esa versión de los hechos; o peor aún, en el que desaparecen o mueren los que renuncian a pertenecer al club selecto del poder.

José A. Guardiola charla con Valérie Bemeriki, locutora de la Radio Mil Colinas, en su celda de la prisión de Nyarugenge. De sus labios salieron mensajes que provocaron la asesinato de miles de personas

Preguntas y respuestas 20 años después

Creo que no es bueno recordar la brutalidad que sacudió Ruanda hace 20 años sin preguntarse al menos dos cosas ¿Podría repetirse? ¿Alguien se ha beneficiado de tanto horror? Hoy por hoy en Ruanda es difícil. El genocidio fue un terremoto moral para víctimas y verdugos y el régimen de Kagame ha tejido una densa malla para impedirlo. Pero, desgraciadamente, algo parecido sí se podría repetir en otros rincones de África. Y lo peor es que en estos 20 años, la llamada Comunidad Internacional no ha creado los mecanismos para evitar otro fracaso tan desolador como el de Ruanda.

¿Alguien se ha beneficiado? Sí. Maticemos, el país entero se ha beneficiado porque el progreso económico ha esparcido porciones de bienestar. Pero también hay una élite, compuesta en su mayoría por tutsis y también algunos hutus que han sabido instrumentalizar la tragedia y diseñar algo muy parecido a un régimen.

Preguntar a un ruandés si es hutu o tutsi está muy mal visto. Y cuando responden, la contestación siempre es la misma: Soy ruandés. Ésa es también parte de la versión oficial. Se acabaron las fracturas étnicas… Pero uno tiene siempre la sensación de que en su interior cada ruandés se siente –porque lo ha mamado o lo ha sufrido- hutu o tutsi. Preguntar a un ruandés si es hutu o tutsi está muy mal visto. Y cuando responden, la contestación siempre es la misma: Soy ruandés.

Vocabulario Fundamental. Puta guerra (21) Guerra sucia en Irak

La Noche Temática de este fin de semana nos sumergió con dos interesantes documentales en la guerra sucia que la Administración Bush creó en las guerras de Irak y Afganistán para según sus propias palabras «combatir el terror con el terror». El primero, ‘En busca de Steele» es una producción de la BBC del año 2013 que muestra cómo el gobierno estadounidense financió, a través de un oscuro hombre, el coronel James Steele, batallones de muerte paramilitares chiíes para combatir la insurgencia suní, lo que exacerbaría la guerra civil que siguió a la invasión estadounidense. Steele reprodujo el mismo modelo de guerra sucia que anteriormente había desarrollado en El Salvador y otros escenarios bélicos estadounidenses, incluyendo asesinatos injustificados, detenciones arbitrarias, brutales interrogatorios, torturas y otras violaciones de los derechos humanos. El segundo, ‘Médicos del lado oscuro’, es del año 2008 y nos lleva a conocer más sobre los misteriosos médicos militares que traicionaron su juramento hipocrático para supervisar la salud de los prisioneros torturados en las prisiones de Irak, Afganistán o Guantánamo, convirtiéndose en elementos fundamentales de esos abusos.



La Noche Temática – Guerra sucia en Irak

Han pasado más de diez años desde que Estados Unidos invadió el territorio iraquí. Ante el levantamiento de los insurgentes, los norteamericanos crearon comandos policiales. La persecución de los suníes se convertiría en un proceso sangriento y brutal. Un régimen de torturas aplicado también en lugares como Guantánamo donde médicos y psicólogos del Ejército norteamericano y de la CIA están involucrados en el abuso de las técnicas de interrogatorio. Esta Noche Temática incluye los siguientes títulos:

“En busca de Steele”

Durante la guerra de Irak la administración estadounidense financió comandos paramilitares, una fuerza letal para luchar contra los insurgentes suníes. Decisión que ayudó a provocar una guerra civil sectaria que asola Irak. El coronel James Steele, un veterano de las llamadas guerras sucias norteamericanas como Vietnam y El Salvador, fue el hombre que el Pentágono envió para organizar y entrenar a estos comandos. Milicias Chiíes que actuaban como escuadrones de la muerte.

Vietnam, el conflicto en el que más de 58.000 soldados estadounidenses murieron, fue donde James Steele conoció por primera vez la contrainsurgencia como método alternativo para combatir una revuelta guerrillera. Steele sirvió en la Guerra de Vietnam en el regimiento Black Horse, de 1968 a 1969. El General George Patton Jr lo describió como el mejor comandante de tropas de su regimiento. Pero si Vietnam moldeó su carrera militar, fue en la guerra contra los insurgentes de izquierda de El Salvador, donde James Steele forjó su reputación como especialista de la contrainsurgencia.

En Irak, por primera vez los norteamericanos podían trabajar con una fuerza significativa iraquí, que conocía el país y dónde encontrar a los insurgentes. Los altos consejeros Steele y Coffman dirigieron la búsqueda de los insurgentes. Con James Steele a su lado, los comandos policiales llegaron a 5000, una fuerza imponente con una aterradora reputación en las calles de Irak. El General Muntadher al Samari es un antiguo General del ejército Iraquí. Después de la invasión trabajó con los norteamericanos para reconstruir la fuerza de policía. Pero a Muntadher le perturbaba mucho el maltrato y la tortura, ejercidos por los comandos policiales, de los que fue testigo. Intentó detenerlos en varias ocasiones.



“Médicos del lado oscuro”

El submarino, la privación del sueño, la albañilería o la humillación sexual, son las herramientas utilizadas en las prisiones militares controladas por Estados Unidos para torturar. Después del 11S se convierten en una práctica habitual para la CIA, las horribles fotografías de Abu Ghraid son un ejemplo de las prácticas más extremas. En la sombra están los hombres que han ejecutado y encubierto estas prácticas, los médicos y psicólogos.

La experiencia de los prisioneros de guerra estadounidenses en Corea llevó a Estados Unidos a crear un programa para entrenar a los soldados en técnicas de supervivencia a la tortura si eran capturados. El programa se llamaba “SERE”. Dos psicólogos contratados por la CIA fueron de los primeros en introducir técnicas de interrogatorio abusivas. Los doctores James Mitchell y Bruce Jessen eran expertos en el entrenamiento de supervivencia “SERE”. Fueron quienes adaptaron el régimen de torturas del programa para aplicarlas a detenidos.

En los memorandos del gobierno, las técnicas mejoradas de interrogatorio se dividen a grandes rasgos en tres grupos: los métodos que comportan agresión física los que pueden provocar niveles peligrosos de tensión física y los que son capaces de debilitar psicológicamente al prisionero. Los métodos se combinan para incrementar la presión. Lo cual también aumenta la gravedad de los abusos. La CIA aprendió, de las torturas y los experimentos de control mental usados por los regímenes totalitarios, que privar del sueño durante varios días es un medio eficaz de hacer que el prisionero se derrumbe.

Numerosas organizaciones de derechos humanos y de atención a la salud han protestado por el papel de los médicos en el programa de tortura. En 2005, el doctor Stephen Sharfstein, recién elegido presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, escribió al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld para expresarle su preocupación por la participación de psiquiatras en los interrogatorios de Guantánamo.