Un artista social
La vertiente activista resulta fundamental para entender la figura de Manrique y su proyección de artista social, con arraigo público y de fuerte carácter icónico para la comunidad. Su implicación, la labor de denuncia que ejerció abiertamente, su confrontación directa con autoridades y promotores, y su compromiso con los valores culturales y paisajísticos de la isla, lo convirtieron en un símbolo, añadiendo a su personalidad creativa una dimensión sociopolítica inédita en el panorama artístico español. La actitud propositiva y la denuncia conviven en un perfil de artista complejo y polifacético. En palabras de Fernando Gómez Aguilera, Director de la Fundación César Manrique:
«…las convicciones que profesó César Manrique: creencia en la belleza como estado superior del hombre; conveniencia de instalarnos en armonía con los ritmos de la Naturaleza; propuesta de un Arte Total; apelación al modelo natural; necesidad de que el hombre sus fragmentaciones interiores y viva desde la reconciliación; obligación moral del artista de defender el medio, de actuar con vocación didáctica y de contribuir a la felicidad individual y colectiva; construcción de la utopía…etc».